Yo también estuve en Bellevue

Por Rebeca García Nieto

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Me fui a vivir a Nueva York en 2008 con el firme propósito de escribir una novela. Roth, Doctorow o Auster han situado alguna de sus novelas en Manhattan; Huber Selby Jr. nos enseñó el lado más oscuro de Brooklyn; DeLillo surgió del Bronx… No hay rincón de Nueva York que no esté relacionado de algún modo con la literatura (si no me creéis, pinchad aquí), por eso pensé que un entorno así me inspiraría. Lo que entonces no sabía es que el lugar donde iba a trabajar, el Bellevue Hospital, ocupaba también un lugar en la historia de la literatura.

Bellevue es el hospital público más antiguo de Estados Unidos, y se hizo famoso porque algunos personajes ilustres pasaron por su pabellón psiquiátrico. En 1912, el dramaturgo Eugene O´Neill ingresó en Bellevue por una sobredosis de Veronal. Pese a su juventud (tenía 23 años), ya se había divorciado de su esposa y se consideraba un fracasado. A pesar de lo dramático de la situación, su estancia en Bellevue no fue en vano. De aquel intento de suicidio salió Exorcismo, una de sus primeras obras de teatro.

 

Lowry
Malcolm Lowry

 

Dos décadas más tarde, Malcolm Lowry ingresó voluntariamente en Bellevue debido a su alcoholismo. Aunque siempre dijo que había ingresado para escribir un libro sobre su experiencia, se ha dicho que, en realidad, fue el ingreso de un amigo, con un delirium tremens, lo que le llevó a intentar desintoxicarse. Fuese como fuese, su paso por Bellevue aparece en la novela Lunar caustic, traducida al español como Piedra infernal. Al parecer, el título en español alude a un cauterizador derivado del nitrato de plata que se utilizaba para tratar la sífilis, una de las causas de enfermedad mental más frecuentes en aquella época. El protagonista de Piedra infernal es Bill Plantagenet, un inglés, como el propio autor, que llega a Nueva York y termina ingresando en un hospital psiquiátrico. Aunque de calidad muy inferior a Bajo el volcán, la prosa de Lowry es ya reconocible en esta novela que empezó a escribir a los veinticinco años. A esa primera versión de la novela le siguieron muchas revisiones hasta que, un año antes de morir, Lowry aceptó que fuera publicada.

 

 

 La siguiente en la lista fue Joan Vollmer, la mujer de William Burroughs. La encontraron en la calle, con un brote psicótico inducido por consumo de anfetaminas. Siete años antes, Burroughs también había conocido Bellevue en primera persona. Según parece, aunque dijo que era parte de un rito de iniciación de una tribu india, el escritor se amputó la punta de un dedo para impresionar a un hombre del que se había enamorado. Cuando le llevó el trozo de dedo a su psiquiatra, éste forzó el ingreso. Como no podía ser de otra manera, de este incidente salió un relato llamado The finger. La historia de Burroughs y Joan acabó de forma fulminante en 1951, cuando él la mató de un disparo en la cabeza (accidentalmente) mientras jugaban a Guillermo Tell (¿?).

Norman Mailer
Norman Mailer

 

Otro escritor que también tuvo problemas con su esposa fue Norman Mailer. Como cuenta ella en La última fiesta, todo ocurrió en una fiesta que los Mailer dieron en su apartamento. Su mujer, Adele Morales, le gritó: “Venga, mariquita, ¿dónde están tus cojones? ¿O es que la mala puta de tu querida te los ha cortado, cabronazo?”; a lo que él, considerablemente borracho,respondió apuñalándola en el pecho y en la espalda. Cuando la policía lo detuvo, lo llevó a Bellevue porque estaba “suicida y homicida”. El juez autorizó el ingreso, alegando que Mailer no podía distinguir la realidad de la ficción, algo, cuando menos, curioso, teniendo en cuenta la habilidad de Mailer para difuminar los límites de la realidad en sus obras de ficción (valga La canción del verdugo como ejemplo).

 

 

 

Mark David Chapman
Mark David Chapman

El último inquilino ilustre de Bellevue fue Mark David Chapman, el hombre que pasó a la posteridad por asesinar a John Lennon en 1980. ¿Qué tiene que ver Chapman con la literatura?, se preguntarán. Desde luego, Chapman no era escritor, pero, durante el peritaje psiquiátrico, reveló que se sentía identificado con Holden Caulfield, protagonista de El guardián entre el centeno (y con Dorothy de El mago de Oz). En un principio, le dijo a su psicólogo que utilizaría el juicio para promocionar la novela de J.D. Salinger: “Todo el mundo va a leer este libro –con la ayuda de los todopoderosos medios-. Tendrán que sacar una edición de lujo”. Como estrategia de cara al juicio, pensó en permanecer sentado leyendo el libro y, de vez en cuando, levantarse y gritar: “Leed El guardián entre el centeno. Leed El guardián entre el centeno”. En última instancia, decidió cambiar de estrategia, olvidarse de Salinger y decir que Dios le había ordenado matar a Lennon. El cambio de estrategia no le sirvió de mucho: Chapman fue condenado a cadena perpetua.

 

 

En cuanto a mí, finalmente logré acabar la novela; sin embargo, en contra de lo que en un principio había pensado, la trama nada tenía que ver con Manhattan (de hecho, transcurría en Castilla). ¿Es normal tener que cruzar el charco para acabar volviendo a casa? Supongo que no mucho. Tal vez yo también tendría que pasar una temporadita en Bellevue… del lado de los pacientes. Una de las cosas que más impactó a Lowry de su estancia en Bellevue (aparte de la muerte de los sifilíticos) fue que ninguno de los internos estaba completamente loco (ni tampoco completamente cuerdo, todo hay que decirlo). En mi opinión, desde el punto de vista literario, Piedra infernal no es ninguna maravilla; pero hay un párrafo que procuro tener presente cuando estoy en consulta: “Se preguntaba si el médico nunca había llegado a plantearse qué sentido tenía rehabilitar a pobres lunáticos para vivir en un mundo perverso, sobre el que otros lunáticos, más sutiles, ejercían una soberanía casi absoluta (…)”. Las fronteras entre la “normalidad” y la locura son muy difusas. Intento no perderlo nunca de vista.

 

 

2 thoughts on “Yo también estuve en Bellevue

  • el 26 enero, 2016 a las 7:23 am
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    dirección del correo electrónico del hospital psiquiátrico Bellevue

    Respuesta
  • el 23 febrero, 2017 a las 11:33 pm
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    Mi nombre es Mayra Bautista
    Por favor su ayuda mi papá esta hospitalizado ahi me indicaro que ya le dieron el alta y no tiene a donde ir, yo quiero ir a verle y traerle a Ecuador o como puedo hacer para traerle por favor respondan estoy desesperadas el esta muy mal en una silla de ruedas no puede mover la mitad de su cuerpo, muchas gracias.

    saludos cordiales
    Mayra Bautista

    Respuesta

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