Club Culturamas

Notas sobre el fin del mundo

Por VÍCTOR F. CORREAS. Si los mayas no la cagan, el próximo viernes más de uno verá cumplidos algunos de sus mejores sueños. A saber: no volver a ver al pelma del cuñado, no tener más hipoteca que pese sobre su cabeza, o incluso ciscarse en la santa madre de cierta gente, personaje o situación, y proclamarlo sin temor a los cuatro vientos. Unos monstruos, esos mayas.Víctor Fernández Correas CulturamasPorque gracias a ellos todas estas cosas y otras tantas que cada cual arrastra en su talego, habrán pasado a la historia. El viernes. En tres días. Lástima de un detalle: que si los colegas no fallan, también nosotros habremos dejado de fumar o de pagar la luz. Que no se puede tener todo en esta vida.

Hay que reconocer que lo del fin del mundo ha dado mucho juego, y todavía habrá de darlo hasta el viernes. Fijo. Gracias a los mayas se han llenado páginas de periódicos y revistas, minutos de radio y televisión, y novelas enteras, para alegría de compañeros y amigos escritores, que también se lo tuvieron que currar de lo lindo pasa sacar jugo al asunto. Que aquí nadie regala nada, faltaría más. ¿Y cómo será la cosa? Por imaginación que no quede: planetas que nos van a sacar de la galaxia para mandarnos al limbo estelar, terroríficas tormentas solares capaces de pasarnos por la plancha en un santiamén, la erupción masiva y coordinada de todos los volcanes de la Tierra, o el centro magnético, tan chulo él, pegando bandazos como el cantante de Boney M… De todo. Y el que sobreviva avisado queda, que lo que tendrá por delante será lo más parecido a la época de las cavernas. Eso dicen.

Así que, como quien no quiere la cosa, aquí estamos, esperando lo del viernes. Elucubrando cómo y de qué manera nos iremos al garete. Unos, los más osados, andan buscando refugios secretos, lugares escogidos y plazas desde las que ver el espectáculo. Los elegidos para seguir adelante. Y lo afirman, ojo. Los demás, desdichados y desarrapados sin más opción, o sea, la inmensa mayoría, protagonizaremos escenas que para sí las quisiera Hollywood. ¡Un peliculón! Y todo esto, en definitiva, porque algunas lumbreras, hace ya unos cuantos años, descubrieron que el calendario del pueblo maya terminaba tal que un 21 de diciembre de 2012. Después, la nada. Lo dijeron los mayas, y va a misa.

Servidor recuerda que allá por 1990, varios tipos –uno de ellos tenía llagas en las manos que sangraban a voluntad- aseguraron que el fin del mundo ocurriría el verano de ese mismo año. Revelaciones divinas y esas cosas. Y atención a la copla: sin pudor, afirmaron convencidos que la fiesta comenzaría en Paiporta, pueblo de Valencia del que eran originarios. Acojonando al personal de allí y localidades limítrofes, como es menester.

Y aquí seguimos. Como dentro de siete días. Dándole a la tecla a ver cómo diantres puedo llenar estas líneas semanales. Habrá que ir buscándose otros mayas. Por si las moscas.

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