La filosofía en peligro (y el peligro de que no haya filosofía)
Por Cristóbal Vergara Muñoz.
En esta ocasión quiero tratar de invitaros a una reflexión que más allá de temas propios de la disquisición filosófica, toca directamente la propia pregunta por la filosofía misma. Es decir, quiero plantear el futuro de esta disciplina en tanto el conocimiento que la sociedad tiene de ella. La pregunta se nos antoja problemática ya que todos los que hemos “entrado” en el gremio, o de alguna manera formamos parte de los que comparten cierta “simpatía” por el filosofar, somos conscientes de esta dura realidad y del peligro que este saber corre. Si bien es cierto que durante siglos hemos estado oyendo las advertencias de la posible e “inminente” desaparición de la filosofía, un pequeño grupúsculo de “amantes del saber” resisten en ese ruinoso bastión que son las facultades de filosofía de las universidades.
Ahora bien, claro está que las maltrechas carreras y grados de filosofía se nutren de estudiantes de bachillerato que en algún momento de su estudio, bien sea por unas razones u otras han sufrido ese “picotazo” filosófico que les lleva al intento de realizar un racional cuestionamiento crítico del mundo que les rodea. Esa necesidad de “crisis existencial” inicial que sufrimos los que acabamos con los libros de Platón o Kant entre las manos es lo que hace que ante un mundo que dice proporcionarnos de antemano todas las soluciones a todo, nosotros elijamos quedarnos en los problemas y las preguntas. Pero a eso en la mayoría de casos se llega cuando a uno en su crecimiento como persona y, por tanto, también en su avance en el sistema educativo, se le da la oportunidad de llegar a esa parte de conocimientos que le propone poner en cuestión el mundo que le rodea y el que además le ha construido.
Durante mucho tiempo, la enseñanza secundaria ha sido el destino lógico de muchos aquellos que salían al mercado laboral con su “flamante” carrera de filosofía recién terminada. En un mundo en que la reflexión y la crítica racional y constructiva no tienen cabida, el intento de tratar de enseñar parte de esos valores y contenidos a los ciudadanos en ciernes siempre ha sido una ardua pero digna y honesta tarea. Si la filosofía sufre otro revés más en el sistema educativo, mucho me temo que estaremos poniendo los cimientos para que con el paso de los años las facultades de filosofía se vacíen y, por lo tanto, los dirigentes políticos juzguen que la filosofía ya “no tiene demanda alguna”, con lo que -siguiendo la dominante lógica mercantil- se convertirá en inútil para la sociedad y deberá ser suprimida.
El plan ya estaba anunciado dados criterios de rentabilidad; en una sociedad en que básicamente es muy escasa la gente que cree en la necesidad de enseñar filosofía y que gran parte de la población la ignora, no la entiende o le es indiferente un ataque a la filosofía no es importante.
Los recortes y la urgencia de defender el ámbito particular, que el sistema político actual está arrasando, se torna en la mayor necesidad. Nos dejan “a pan y agua” y hasta eso quieren quitárnoslo. Diariamente nos encontramos con las luchas de muy diversos sectores de la sociedad que se ponen “en pie de guerra” para defender aquello que es suyo y que ahora les están saqueando. Los sectores son de lo más variopintos y distintos pero el levantamiento público es más o menos general. Sin embargo la pelea siempre es local y disgregada. Todos los profesionales se centran en una defensa de su pequeño sector y la lucha es siempre simbólica y minoritaria. Los trabajadores de los hospitales defienden sus hospitales, los mineros sus minas, los agricultores sus campos, los profesores sus aulas, los conductores de tren sus trenes…etc. Todo adornado con fiestas populares, canciones y bailecillos ante su centro de trabajo y encierros varios. La urgencia en lo local es muy grande y no hay pretensión de universalidad, o de entender el problema de manera global y estructural. Estamos demasiado ocupados lamiéndonos las heridas propias para pensar en las del sujeto de al lado. Esto sin duda tiene muy profundas y diversas causas pero lo único que quiero afirmar con ello es que simplemente la filosofía importa poco o, mejor dicho, les importa poco a los otros que como nosotros se dedican a sanar sus propias heridas.
Que la filosofía es importante lo sabemos nosotros, los que la hemos estudiado y admirado durante tiempo y que, desde entonces, no podemos apartarla de nuestra vida. Sabemos perfectamente la increíblemente importante labor social que tiene nuestra tarea para contribuir a una sociedad más justa y madura, capaz de aspirar a ser adulta, responsable y libre. Sin embargo, recordamos perfectamente esas palabras que de un modo u otro los defensores de la filosofía siempre hemos escuchado de alguien: “¿Filosofía? ¿Eso qué es? ¿Qué hacéis los filósofos? ¿Para qué sirve?”
Si la filosofía desaparece gradualmente de la enseñanza secundaria en todas sus formas, la educación que la juventud de esta y futuras épocas adquirirán será cada vez menos “educación” en el sentido estricto del término. Es decir, todo se tornará en formación técnica falta de crítica. En preparación para un mercado laboral cada vez más absurdo e injusto y para una absoluta ausencia y eliminación de cualquier rastro de “ciudadanía” que pudiera haber existido.
Bajo esta reflexión yo me pregunto si dentro de diez o quince años nuestras facultades seguirán existiendo o habrán sufrido una reconversión en facultades “de letras”, “de humanidades”, “de animación cultural”, “de inutilidad”, “de falta de rentabilidad” etc…
Y lo que es aun peor, un mundo que haya olvidado –todavía más que hoy- lo que es la filosofía y lo que supone de manera completa inevitablemente se encontrará abocado a la repetición de terribles errores ya cometidos por humanos semejantes a nosotros en otros tiempos. Una vez que el sentido de eso que es “ser” haya sido desterrado de manera completa de todos los individuos que pasen por el sistema educativo, sin haber podido ser dotados de las herramientas que les lleven a poder pensar y reflexionar por sí mismos tras mucho esfuerzo y estudio, no debería cabernos la menor duda de que el nihilismo y el sinsentido lo dominarán finalmente todo.
concuerdo contigo, me gusto tu articulo. Saludos.