El pingüino que quería saber

El pingüino que quería saber, de Jill Tomlinson. Ilustraciones de Anne Laura Cantone. Traducción de Pilar Almagro López. Ediciones Jaguar, colección Ciempiés, 2012. Cartoné, 92 pp., 20€.

Por Gema Nieto.

El pingüino que quería saber aúna en un tándem perfecto los simpatiquísimos dibujos de Anna Laura Cantone, tan cándidos como divertidos en su sencillo minimalismo, y la tierna y entretenida historia inventada por Jill Tomlinson sobre un pequeño pingüino llamado Otto al que acompañaremos en sus peripecias a lo largo de ocho breves capítulos que trazan un viaje vital de aprendizaje y recompensa. Los niños compartirán este viaje con Otto, que vive en el Polo Sur, desde sus primeros días de vida, cuando depende por completo del pingüino adulto que le lleva entre las plumas de sus pies para protegerle del frío, hasta que, gracias a una insaciable curiosidad que toma forma en sus continuas preguntas, crece y aprende todo lo que necesita saber para poder desenvolverse por sí mismo. Otto, y con él los niños, irá conociendo tanto las inclemencias de las tierras polares como a sus habitantes (las focas, los leones marinos, los demás pingüinos), y cada uno de ellos le ayudará con nuevos datos en su incesante recopilación de saberes, con los que será capaz de conservar el calor, lanzarse sin miedo al mar, contar un cuento e incluso cuidar de los otros polluelos. 

Así pues, con la sabiduría llega por fin la autonomía completa que hace desaparecer las dudas y el temor: al aprender a volar, a caminar solo por el hielo y a bucear sin ayuda para procurarse peces de los que alimentarse, Otto se vuelve independiente, enseñándoles a los pequeños lectores la importante lección de su triunfo. Ya está preparado para la vida en el Ártico, acaba de aprender a ser un pingüino y es ahora cuando comienza a divertirse.