Latinoamérica

Franquismo en Paraguay: El golpe

Al calor de los hechos ocurridos el 22 de junio.

Entrevista a Lorena Soler y Rocco Carbone, compiladores de Franquismo en Paraguay. El golpe, editado por la editorial El 8vo Loco.

 

Por Nicolás Correa.

Es un 3 de noviembre caluroso. La cita en el bar Mariscal Solano López, en el barrio de Almagro. Ya pasaron 133 días del golpe de estado en Paraguay. Rocco Carbone me espera en una mesita, afuera, junto a Lorena Soler. Ellos son los compiladores de un libro de intervención urgente: Franquismo en Paraguay. El golpe, que surge al calor de los hechos y se propone interrogar qué significa el golpe de estado en Paraguay.

En el libro participan reconocidos investigadores sociales como Waldo Ansaldi, Ricardo Aronskind, Ricardo Canese, Ana Inés Couchonnal Cancio, Ticio Escobar, Rossana Gómez, Gerardo Halpern, Milda Rivarola, José Carlos Rodríguez, Martín Rodríguez, Emir Sader, Ignacio Telesca.

Las lecturas habló con Lorena Soler y Rocco Carbone. Aquí la entrevista:

 

Nicolás Correa: Paraguay urgente: ¿cómo se produce una conciencia intelectual crítica con el hecho en caliente?

Rocco Carbone: Yo creo que formamos, sin proponernos algo programático, parte de una academia en estado de desborde, una academia que no debe estar sólo dentro de sí misma, en sus gabinetes, encerrada en sus paredes. El 22 de junio estábamos en Paraguay cuando sucedió el hecho del golpe de estado parlamentario a Fernando Lugo. Fuimos a un evento académico que no sucedió, entonces cuando volvíamos de ahí nos juntamos en un bar y decidimos planear el libro. Los invitados fueron convocados, en mayor parte por Lorena Soler, que ha realizado una tesis sobre el stronissmo. El libro salió con la idea misma de lo urgente, con una escritura que apele a los mejores ademanes de la academia pero que, como dice un amigo, no tiene las peores manías académicas como el sic, supra, ib. Pensamos hacer una propuesta militante comprometida con la realidad política.

Lorena Soler: Lo interesante es que la coyuntura a nosotros nos conmueve al libro. La coyuntura histórica nos lleva al libro. Muchas veces en la academia los libros se hacen porque bueno, te parece simpático un tema o porque hay una vacancia teórica, o por un grupo de investigación. Los libros en la academia los produce otro proceso de trabajo. Yo digo que Franquismo en Paraguay lo produce la coyuntura histórica, que es una coyuntura profundamente dramática, que es la que nos da la urgencia, y mucho más la necesidad de poder decir algo en esa coyuntura dramática. Todos los autores son invitados a escribir en muy poco tiempo, todos aceptan o la gran mayoría, aún cuando nosotros le dijimos a los autores que escribieran sobre lo que quisieran, pero que el libro tenía una postura ideológica tomada sobre el golpe de estado en Paraguay, que efectivamente eso era un golpe de estado, y había que bancarse escribir bajo ese título. Los editores estamos convencidos de que lo ocurrido el 22 de junio de este año en Paraguay es un golpe de estado, aunque no tenga las mismas formas de proceder que las que ya conocemos.

NC– Yo en lo que pensaba, mientras leía los artículos del libro, era cómo fue para ustedes la vuelta a Argentina. Pienso en las repercusiones y el trabajo, de solapamiento o exposición, que le habían dado los medios. ¿Cómo piensan la reacción de un país hermano ante el golpe de estado?

LS– Mucha gente hizo cosas. Nosotros escribimos porque es lo que sabemos hacer. Hicieron pintadas, llevaron adelante blogs, redes sociales, organizaciones. Nosotros formamos parte de una corriente político-cultural de reacción al golpe. Nosotros con la práctica de la escritura política.

RC– De hecho hay varios lenguajes. Nosotros nos inscribimos dentro del lenguaje político, hay diferentes lenguajes que reaccionan de diversas maneras. Cuando una masa crítica ocupa la plaza, también estamos dentro de una forma de expresión, un lenguaje que habla de otra manera. En este caso, el libro no es una voz en el desierto. Sí hay un grupo de intelectuales que quieren generar consenso para que no parezca un golpe, diciendo que no lo es. Hay intelectuales que constituyen un fenómeno que tiene características globales, que justamente dicen que no fue un golpe.

NC– A eso quería llegar…

RC– A mí me sorprendió que medios como Clarín o La nación usaran o titularan: En Paraguay: golpe. Eso me llamó la atención, pensando en las oposiciones claras que hay.

LS- Argentina tiene relaciones históricas con Paraguay. La historia de Argentina y Paraguay podrían escribirse juntas. Me parece que Argentina tuvo una sensibilidad especial, inclusive mucho más que otros países del UNASUR, mucho más demostrativa como Brasil. Argentina reaccionó sacando al embajador, la presidenta tuvo una actitud explicita frente al golpe de estado. Lo más dramático, para mí, es el día después al golpe de estado.

NC– La pregunta es: ¿cómo nos pasó esto? ¿Qué nos pasó? Y la reacción de Asunción…

LS- Esa Asunción sin aparente reacción, porque reaccionó de otra manera al golpe. Asunción apareció para mí bastante tranquila en un día post golpe. Yo creo que el golpe tiene un efecto sintomático que tiene que ver con lo inesperado. Era realmente inesperado para la sociedad paraguaya. Nadie predecía esto. La amenaza, está bien, siempre estuvo, y para hablar en términos que a mí me molestan bastante, se dice que Fernando Lugo era un presidente débil, en términos de politología. Nadie pensaba ni imaginaba que Fernando Lugo, en un proceso de integración, con la fuerza que cobró el MERCOSUR, la UNASUR, que un presidente podía ser destituido mediante un golpe de estado. Podemos decir que podía haber sido destituido por un movimiento campesino que tomaba el palacio López, como parte de una manifestación colectiva.

RC– Yo creo que ni nosotros lo esperábamos, ni tampoco los paraguayos lo esperaban. De hecho hubo 23 o 24 tentativas de golpe, tal como aconteció. Creo que en términos Latinoamericanos no lo esperábamos. Pienso que los golpes de estado eran una realidad remota, para el sentido común, incluso sucedió en Honduras y en Centroamérica, y efectivamente sucedió en Honduras y fue una conmoción, pero lejana. El caso de Paraguay no se esperaba en términos nacionales ni regionales.

NC– La construcción de un presidente débil. Eso es algo que hace ruido cuando uno lo piensa. Uno lee en algunos análisis que un presidente puede ser débil o fuerte.

LS– Son palabras a las que se acude mucho. Nefasta. Palabras que apelan a la derecha. ¿Qué es un presidente débil y qué es un presidente fuerte post caída del muro de Berlín? Qué sé yo que es un presidente débil o fuerte. Es verdad que, tal cual están dadas las lógicas de construcción del poder político en Paraguay, post el stronissmo, no había elementos que colaboraran con la gobernabilidad, que también es una palabra estupida pero no encuentro otra, con la gobernabilidad de un presidente como Fernando Lugo, que era un presidente que venía por afuera de las estructuras partidarias tradicionales paraguayas. Eso en América Latina no es una novedad en el último tiempo, sino que podía ser una oportunidad, venir por afuera del sistema político, pero llegar por fuera sin dar rápidamente una transformación a ese sistema político que te cobija circunstancialmente, en el caso de Paraguay, lleva a que Fernando Lugo no pueda inscribirse ni construir hegemonía. Fue un sistema político que casi azarosamente le permitió la entrada a la política a Lugo. No dar un golpe a ese sistema, ni una trasformación, lo colocó en un lugar que lo llevó a no tener un parlamento que lo acompañara y sin que los movimientos sociales lo acompañaran, cuando en un principio lo apoyaban, pero tampoco hubo grandes gestos, sobre todo en un tema clave, recurrente, como la reforma agraria en Paraguay.

RC- De hecho, la figura de Lugo antes del golpe había caído en picada. La reforma agraria es algo en lo que nunca se pudo avanzar. Es algo en lo que había que pensar seriamente para el futuro de Paraguay. Sus políticas favorecieron al sector medio y a los sectores hegemónicos, que siguieron haciendo grandes negocios, y al sector que políticamente lo había acompañado no lo favoreció en grande, quedó más o menos en el lugar que estaba en 2008. Obviamente ahora con la conmoción general del golpe su figura repuntó.

LS–  Hay en Paraguay un grado fuerte de escisión, que el golpe a Lugo intensificó pero viene de antes, en el funcionamiento del sistema político y el sistema social o civil, mundos que parecen escindidos. La política parece ir por un lado y lo social por otro. Pero si hay algo que permitió la experiencia luguista fue una politización de carácter profundo, de movilización social, y aún así me sorprende que esos dos mundos fueran autónomos en un momento así.

NC– Los espacios. Tu artículo, Lorena, habla del espacio de la televisión pública y el espacio de la plaza. ¿Cómo funciona eso?

LS– Se dio un golpe en tiempos televisivos, con lo que eso implica, y lo que se tendió a copar era el espacio de la televisión pública.

RC– Un golpe que fue televisado, y con los tiempos y el lenguaje de la televisión. Un golpe del lenguaje que se desplegó con la velocidad de la tele. Un golpe con libreto político ajustado al tiempo mediático televisivo. Realmente era un montaje escenográfico.

LS– Coincidió con que a las 22 terminó la transmisión del golpe, y la grilla de programación continuó igual, como si no hubiese pasado nada. Terminó el golpe. Fue todo muy vertiginoso que no dio tiempo a pensar. Una de las resistencias fuertes se dio frente a la televisión pública después de la toma y los días sucesivos. Nosotros tenemos la tendencia de ir a la plaza. Es nuestra tradición.

NC– ¿Se puede pensar en este golpe de estado como un ensayo a nivel regional y un devenir en una nueva forma golpista?

RC– Honduras fue un preensayo de lo que pasó en Paraguay. Sería hacer fantapolítica hablar del futuro, pero el golpe de estado en Paraguay lo que deja pensar es en la creación de un escenario que permita ese golpe, que es un escenario que nosotros no tenemos.

LS– De hecho, hubo en otros momentos otros procesos destituyentes, como se dice ahora, se lo debemos a Laclau a eso. Hubo intentos en Venezuela, Ecuador, Bolivia que no ocurrieron. La realidad es que la derecha no se va a quedar en su casa pensando en que le están acortando sus beneficios. Yo creo que siempre va a haber una movilización de la derecha, o lo que llamamos la derecha.

RC– La derecha en América Latina, en los países donde hay movimientos progresistas donde hay un compromiso con el campo popular, la derecha siente que se la quita de su histórico lugar y reacciona. En Paraguay hay una suerte de esquizofrenia, como marcaba Lorena, entre el mundo de la política y el mundo social. Esa esquizofrenia no se da así en otros países como Argentina, Venezuela o Ecuador. Cuando aconteció el golpe, la plaza me llamó la atención, esa plaza que Lorena escribe de manera nítida. La bandera que flameaba en la plaza era la bandera del Paraguay, que une a todos los paraguayos, no de los campesinos ni de las organizaciones. Si eso pasara en Argentina, veríamos las banderas de las organizaciones, no la Argentina, que tiene un anclaje simbólico en ciertos momentos nefastos del pasado.

NC- Para cerrar: ¿qué esperan del libro?

RC– El libro es una respuesta al drama, y tiene el ademán de fiesta. Crea comunidad, de alguna manera el libro genera una comunidad de manera inicial, y esa comunidad es anti golpista.

LS– El libro intenta, primero, responder de manera rápida al golpe de estado en Paraguay. Es un instrumento dirigido a la mayoría desplazada. La forma rápida de gestación quiso salir al paso de los eventos sociales y políticos. Es una intervención concreta, y dialoga con el mundo académico, de ahí venimos, para pensar que lo académico debe dialogar con su contexto, y a veces, con su contexto inmediato.

 

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