Novela

Cine con estilo

Por Arnau Palou

El pasado domingo 25 de noviembre terminó el 19º Festival de Cine Independiente de Barcelona. La última película de la sección oficial fue ‘A nossa forma de vida’ del director lisboeta Pedro Felipe, quien vino a presentar su obra en el teatro del CCCB. Si algo tienen de especial las fiestas de clausura, a parte del cava y del ambiente esnob que se respira, es que se puede dialogar con los creadores de las películas proyectadas en el festival.

El cine independiente, en su esfuerzo de desligarse del lenguaje económico que domina la industria del cine, se ha caracterizado por tratar temas fuera de la mirada del cine de masas. Pedro Felipe ha buscado su propio financiamiento para realizar esta película. También ha apostado por la experimentación estética, siguiendo la lógica del cine independiente.

El joven director es un enamorado del cine. Con un presupuesto mínimo, preparó delicadamente este film durante dos años, de los cuales estuvo gravando dos meses. El resultado es una obra sencilla y emotiva, descaradamente realista. No hay un guión preparado, los actores no son profesionales. Los abuelos del director, Armando y María, son los protagonistas de la historia. La trama se desarrolla de forma espontanea, a partir de los diálogos de la pareja, en un octavo piso, al lado del río Douro.

El trabajo difícil fue en el momento de editar, cuando el director tuvo que escoger qué escenas utilizaría. Lo único buscado fue la escena que hablan sobre la huelga. Se fue de Lisboa a Oporto para saber qué opinaban sus abuelos respecto a una huelga general que vivía el país.

La idea del director era grabar horas y horas el piso de sus abuelos, observando su vida cuotidiana, escuchando sus conversaciones y opiniones de la información que les llegaba de los medios de comunicación. Para conseguir romper el hielo e integrar la cámara en su piso como un familiar más, necesitó tiempo y confianza. Sus abuelos confiaron en él y, poco a poco, naturalizaron eso de vivir observados por la cámara.

María, decía el director, es una actriz natural, se sentía cómoda frente la cámara. Armando, al principio del rodaje, era más tímido, le costaba ser él mismo. Cuando lo consiguió, descubrimos un señor de 84 años, manitas y creativo, que se gana el cariño del público con sus opiniones perspicaces sobre la vida. Ella, ama de casa, es una señora simpática e imaginativa, como vemos cuando comenta las vidas de las personas que ve des de su piso. 

La pareja nos habla de Oporto, de sus habitantes, de la crisis y de Portugal. Reflexionan sobre la vida, la muerte, la poesía y la televisión. No es una opinión representativa, tampoco lo pretende ser. Vemos una historia de vida, en un momento determinado de su existencia. Es el relato de una etapa vital de los dos protagonistas que, según el director, servirá como fuente histórica. Mostrará a las generaciones futuras como vivía una pareja de jubilados, en esta ciudad decadentemente hermosa.

La preocupación principal de Pedro Felipe era mostrar estos diálogos, propios de una comedia, con humor y respeto. Quería reírse con ellos, no de ellos. La delgada línea que separa uno u otro tipo de humor, la discernió lucidamente el director. El público crea empatía con los protagonistas, comprende su humor y se ríe de sus bromas.

Una película lenta, a ritmo de jubilados. Consigue mantenerte enganchado a la pantalla, aunque toda la historia se desarrolle en su pequeño apartamento. Una pausa para la vida del espectador, una inyección de experiencia e integridad para todos los públicos.

Foto vía | Página web de ‘A nossa forma de vida’

 

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