La purgación de la Beata Verge

 

El ciclo de Teatro italiano contemporáneo de la Sala Beckett finaliza esta semana con Vespres de la Beata Verge, de Antonio Tarantino. Culturamas ha tenido la oportunidad de entrevistar al director Jordi Prat y los actores Oriol Genís y Guillem Gefaell antes del estreno.

 

Por Ana M. Caballero

‘Vespres de la Beata Verge’ (‘Atardeceres de la Beata Virgen’) sitúa a un hombre en el depósito de cadáveres después de que su hijo se haya suicidado en las aguas de una base de hidroaviones. ¿Qué palabras le quedan a un padre en esa situación tan trágica?

Oriol Genís (padre): Este padre busca superar el duelo a través de las palabras. Elabora una especie de curación catártica, una terapia que el personaje nunca reconocería que la está haciendo. Él habla, se expresa y lo que vemos en la obra es el pensamiento del padre en voz alta, que dura una hora. En la obra no hay acción propiamente dicha, es un señor sentado en una silla que está esperando que le vengan a dar el resultado de la autopsia del hijo.

Hablamos de un monólogo muy intenso, ¿cómo desarrolla el autor, Antonio Tarantino, este discurso?

OG: Es un monólogo complejo, porque el padre representa el diálogo con el hijo, pero también con la madre y a la vez también aparece la llamada telefónica del chico que le dice que se va a suicidar. Pero, sobre todo, se centra en la relación del padre y el hijo. El padre es el único de la familia que intenta comprender al hijo, no sólo en la muerte, sino en la vida que ha llevado, el chico ha sido travesti, prostituto… lo que complica que mi personaje acepte al hijo.

¿Cómo se lleva a escena un monólogo así de complicado?

OG: El texto tiene que ser rápido y ágil, muy ágil. Pienso que la dificultad que tiene este obra está en decir el texto con cierta rapidez y, a la vez, tener los sentimientos dentro, la carga que supone la tristeza, la incerteza, la pérdida del hijo, la incomprensión que genera la muerte… hay un magma dentro de este personaje y la dificultad radica ahí, en compaginar estos dos aspectos.

Jordi Prat (director)

En cierto modo, ¿es la necesidad de justificarnos la muerte lo que plantea el autor?

Jordi Prat (director): Digamos que Tarantino busca ir hacia la palabra a través de los clásicos para purgar el dolor, superar la muerte del hijo. En el montaje, no vemos la muerte del hijo, ni vemos a un padre que se pregunta porqué se ha suicidado su hijo, se trata de un discurso más filosófico sobre el más allá, donde, en lugar del infierno o el Hades, hay un lugar de tránsito por donde tiene que pasar el padre para asumir que el hijo está en otro estado.

Guillem Gefaell (hijo): Yo, como actor y como Guillem, encuentro que todos los textos enfocados a purgar la muerte son muy importantes, porque la muerte es la gran olvidada de nuestra sociedad, nunca se habla de ella y es real, a todos nos pasará que se muera un ser querido. Además, en el caso de que se muera un hijo, ya lo dicen que es la única cosa que no tiene palabra. Hay huérfanos, viudos… pero no hay una palabra para decir el padre que pierde un hijo, es demasiado grande esta palabra, creo.

El autor presenta un personaje de clase baja que se dedica a robar y otros trapicheos; sin embargo, el registro que utiliza no es siempre vulgar. ¿Qué papel juega la poética en la obra?

OG: La poética es un valor añadido. La primera parte es más realista, en que la persona se expresa como un señor de la calle con sus contradicciones, sus miedos y sus cobardías; pero en la segunda parte, el hijo habla desde la muerte, aunque lo hace a través de la voz del padre. Aquí está la elaboración poética de lo que es el mundo subterráneo, la obra hace alusiones a las catacumbas y el mundo de los muertos. Todo un imaginario que el autor desarrolla. Así en esta segunda parte el hijo corrobora todo lo que el padre le exponía en la primera, le estaba preparando para la muerte para finalmente conducirlo hacia el paraíso. Paralelamente, el autor toma un lenguaje cuotidiano para acabar hablando con un lenguaje muy elevado.

GG: A mí cuando me llegó el texto a las manos, dije: ostia, es un poema de treinta, cincuenta páginas, en verso, con una lengua especial, no estándar. Confieso que en casa yo no lo entendía, pero cuando vi a Oriol interpretándolo lo entendí todo. Es una maravilla como actor y viéndole trabajar comprendes el viaje que hace el personaje.

Oriol Genís (actor)

La obra se incluye dentro del tercer ciclo de Teatro italiano contemporáneo que organiza la Sala Beckett. ¿Cómo está resultando esta propuesta entre el público barcelonés?

OG: Es la primera vez que se estrena aquí una obra de Antonio Tarantino y a través de un ciclo es mucho más fácil explicar al público que estos autores pertenecen a una cultura o una manera de hacer y que están todos englobados en una corriente, cosa que si las obras se presentan por separado es más complicado.

JP: Los ciclos unifican. Es verdad que el teatro italiano lo tenemos muy cerca, pero también muy lejos. En este sentido, para una sala como la Beckett, que está especializada en teatro contemporáneo, lo encuentro muy pertinente, ya que si ha visto que había la obra de Davide Carnevali, de Spiro Scimone y de nosotros, hacer un ciclo es una buena estrategia de marketing pero también para el conocimiento cultural es muy interesante.

 

‘Vespres de la Beata Verge’ d’Antonio Tarantino

Sala Beckett del 15 al 18 de noviembre 

Traducción: Albert Arribas

Dirección: Jordi Prat i Coll

Intérpretes: Oriol Genís (padre) y Guillem Gefaell (hijo muerto) 

En el marco de: Teatre italià contemporani III

 

Foto vía | Marina Robledo y David Ruano

 

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