Vila-Matas presenta en Nueva York “Dublinesca” junto a Paul Auster
El escritor Enrique Vila-Matas presentó su libro “Dublinesca” en Nueva York, con motivo de su traducción al inglés, en un acto en el que habló de la capital irlandesa, James Joyce o Samuel Beckett junto con el también escritor Paul Auster, quien es asimismo uno de los personajes de la novela.
“Si un amigo me preguntara de qué va ‘Dublinesca’ le diría que es un paseo privado a lo largo del puente que enlaza el mundo excesivo de Joyce con el más lacónico de Beckett, que es el trayecto principal de la gran literatura de las últimas décadas”, explicó Vila-Matas, quien estuvo acompañado por la traductora al inglés de la novela, Anne McLean, en el acto en el Instituto Cervantes de Nueva York.
“Dublinesca”, que fue publicado en España en 2010, se trata de una obra “otoñal”, según Vila-Matas, que va “de la era Gutenberg a la de Google, de la existencia sagrada representada por un irlandés, Joyce, a la época sombría de la desaparición de Dios evocada por otro irlandés, Beckett”, y entre cuyas páginas comparece Auster (1947).
El estadounidense leyó un fragmento de la novela, en el que Vila-Matas recrea, a caballo entre la realidad y la ficción, entre lo verídico y lo que nunca ocurrió, una visita a la casa de Auster en Park Slope (Brooklyn) que, según el escritor barcelonés, fue para él “un momento de plenitud”.
Vila-Matas recordó que, la noche anterior a que le invitaran a Nueva York por primera vez, tuvo “un sueño muy intenso” en el que se vio a sí mismo en el patio de la casa de sus padres, donde solía jugar al fútbol de niño, fingiendo que él solo era los dos equipos, pero “rodeado de rascacielos”.
“En ese sueño sentí que conocía la felicidad por primera vez, así que asocié la idea de la felicidad con Nueva York y cuando llegué a la ciudad pensé que la felicidad caería dentro de la habitación de mi hotel en paracaídas, pero no fue así y no entendía nada. Muchos años después, en aquella visita a casa de Paul sí encontré la felicidad, era como en el sueño”, rememoró Vila-Matas (1948).
Por su parte, Auster indicó que, cuando otros literatos lo utilizan como personaje en sus obras siente que su nombre “está en el papel”, pero que nunca es él mismo, sino un “artefacto”.
“Muchas veces ni siquiera me conocen, pero en el caso de Enrique fue diferente, porque nos conocemos por lo menos desde hace diez años y nos admiramos mutuamente, pero hay referencias en el libro que no tienen nada que ver con mi vida, como que el editor protagonista de su novela publique un libro mío en España o que yo tenga muchos lectores en Ghana. Es divertido”, señaló.
Vila-Matas reconoció que a él también lo están usando últimamente como personaje en otras obras literarias y apuntó que “es peligroso”, porque lo recrean “hablando mal de otros escritores, algo que nunca haría”.
Precisamente, el que habló no mal sino muy bien de otro literato fue Auster, quien evocó cómo conoció en París a Beckett (1906-1989), escritor que también aparece en “Dublinesca” y que, por aquel entonces, en la década de los setenta, había traducido una de sus primeras obras, “Mercier y Camier”, del francés al inglés.
“Le dije que la había leído y que era una obra maestra, pero me respondió que no era tan buena, y que en la traducción había eliminado una cuarta parte. Sin embargo, un rato después se me acercó para preguntarme si realmente creía que su obra era buena. Los escritores muchas veces no entienden lo que hacen y Beckett odiaba su trabajo, y no podía juzgarlo”, abundó Auster.
Asimismo, el autor de “Trilogía de Nueva York” relató cómo a los 18 años realizó un viaje por Europa, que concluyó en la capital irlandesa, una ciudad por la que estuvo paseando durante dos semanas sin hablar con nadie, hasta tal punto que “años después, cuando cerraba los ojos al dormir, volvía a Dublín” y allí fue donde entendió que se iba a “convertir en escritor”.
Auster señaló que todas estas “conexiones” entre Joyce, Beckett, sueños con Dublín y Nueva York, visitas a ambas ciudades, que él sea un personaje de Vila-Matas y que ambos hayan vivido en París es “muy extraño”, pero encarna perfectamente el espíritu de “Dublinesca”.
De hecho, Vila-Matas no entiende el inglés al que han traducido la novela, a pesar de haber visitado la capital irlandesa en catorce ocasiones, y Auster no habla español, por lo que ambos amigos se comunican en francés.
“Si nos entendiéramos tal vez no seríamos amigos. Sin entendernos ni una palabra nuestra amistad se ha hecho más y más profunda”, bromeo Auster.