José Hierro, cuentista
José Hierro era poeta, por encima de todo, pero además pintaba, sabía música, trabajaba en la huerta o con la madera y escribía relatos, una faceta que queda ahora al descubierto con la publicación, por primera vez, del libro «Cuentos reunidos», que sale a la calle cuando se cumplen 10 años de su muerte.
El 12 de diciembre, de 2002, falleció en Madrid el poeta que urdía su poesía con palabras con «sabor a pan y vino», como le dijo el rey Juan Carlos en su discurso de entrega del Premio Cervantes en 1998 y hoy, diez años después de su muerte, salen estas narraciones intimistas y delicadas, con el amor, su permanente grito contra la injusticia o la naturaleza como argumento.
Y además todos ellos con un denominador común: la ternura, como reconoce a Efe la nieta del poeta Tacha Romero, quien dirige el Centro de Poesía José Hierro, en Getafe. «Habla de sus sueños, del amor, de todos los temas de su poesía, pero en todos ellos con esa ternura y esa manera que tenía de transmitir los sentimientos, que solo tienen los grandes poetas y cuentistas», subraya.
«Cuentos reunidos», editado por la Universidad Popular José Hierro, en colaboración con el Ayuntamiento madrileño de San Sebastián de los Reyes, reúne diecisiete relatos, siete de ellos inéditos, pertenecientes al archivo familiar, que anteriormente solo se habían publicado en revistas y publicaciones dispersas.
Pero la mayoría son cuentos escritos en los años 40 y 50 y hasta de 1986, el último, titulado «La batalla en el espejo», en el que el autor de «Cuaderno de Nueva York» hace referencia a Cervantes. También se incluye «Fresas de Aranjuez», que publicó el Cultural, cuando José Hierro cumplió 80 años, el 3 de abril de 2002.
Santos Sanz Villanueva escribe en el prólogo, que estos cuentos muestran una faceta menos conocida del autor, «pero íntimamente relacionada -dice- con su universo poético, aportan nuevas claves de lectura, y nos muestran a un José Hierro narrador, pleno tanto de intensidad expresiva como de delicadeza en la mirada sobre la realidad que observa y los personajes que la pueblan».
«Son unos cuentos clásicos -continúa Sanz Villanueva- que adelgazan al máximo posible una historia y buscan un desenlace sintético sorprendente e inesperado. En ellos conjuga los componentes convencionales sin pruritos experimentales: narración, descripción y diálogo…Pertenecen a lo que comúnmente se entiende por cuento realista de discreta intención testimonial».
Pero Sanz Villanueva añade que no se trata de un realismo documental crudo y sin vuelo de mayor altura. Según el crítico, los cuentos «Quince días de vacaciones», «Ciudad Lienal», «Manos que huelen a cebolla» y «Fresas de Aranjuez», son merecedores de estar en la antologías del género del cuento.
«Mi abuelo -argumenta Tacha Romero- nunca le dio identidad a su trabajo narrativo. Fue un gran lector de cuentos. Le gustaban más que la novela, género que consideraba su asignatura pendiente. Y de hecho, cuando estuvo tanto tiempo sin escribir, antes de «Agenda», pensaba que iba a ir por el camino de la narrativa, pero al final todo su torrente creativo salía en forma de poesía. Aunque por navidades siempre me regalaba algún relato», recuerda.
Nacido en Madrid pero santanderino de corazón, José Hierro fue una de las voces mas queridas y populares de la primera generación de la posguerra, un poeta de voz de arcilla y piedra, como la figura de su potente cabeza. Pepe, como le conocían sus amigos, cantó a la tristeza, al amor y a la injusticia, conoció la cárcel y el dolor, y hoy, más que nunca, se echa de menos su lenguaje crítico e insurgente.
A Hierro le llovieron los premios y reconocimientos en los últimos años de su vida: el Reina Sofía de Poesía en 1995; El Cervantes, en diciembre del 98; y en el 99 fue elegido académico de la Lengua, y recibió el Premio de la Crítica ese mismo año por «Cuaderno de Nueva York», un libro clave en su carrera y considerado por la crítica como una obra mayor del poeta.
Ahora desde la Universidad Popular José Hierro y desde el Centro de Poesía José Hierro se siguen haciendo numerosos actos, talleres, y concursos en torno a la literatura. Este año se celebra el año de José Hierro, en conmemoración de los diez años de ausencia del poeta y los noventa de su nacimiento, con numeroso actos en los que participan también el ayuntamiento de Getafe y el Instituto Cervantes.
Por Carmen Sigüenza