La novela de tu vida: Juan Soto Ivars
Por Juan Soto Ivars*.
Hambre, de Knut Hamsun o El viejo nazi sedujo al anarquista adolescente
Hasta ese momento no me había parado a pensar en que los libros los escribieran personas. Había conectado con lo que contaban los libros pero el autor no representaba ningún enigma. Tampoco había reflexionado nunca sobre la forma en que se cuenta una historia. Sabía que algunas historias parecían brillantes y otras eran insulsas, pero no veía una línea clara entre la forma y el fondo, y mucho menos notaba los cauces vigorosos de energía corriendo de lo que se cuenta a cómo se cuenta y viceversa.
Pero en el libro que tenía en las manos apareció esta metáfora:
“El rostro de aquella mujer me resultó repulsivo nada más verlo, con ese largo diente amarillo que parecía un pequeño dedo que salía de la boca, y esa mirada, aún rebosante de salchichas cuando la dirigió hacia mí.”
Yo tenía quince años. La fuerza de estas imágenes me arrancó del libro. Observé la portada detenidamente, el título y el nombre tan extravagante del autor: Hambre, de Knut Hamsun. Terminé esta novela asombrosa en una sentada y, como no tenía idea del funcionamiento del mundillo editorial (ni siquiera tenía noticias de que existiera un mundillo editorial), tomé nota del nombre de la traductora, Kirsti Baggethun, la busqué en la guía y cuando encontré su dirección postal le escribí una carta.
Quería darle las gracias por haber traducido a Hamsun y preguntarle qué más cosas podía encontrar de este noruego. La traductora respondió con otra carta amable, entusiasta y afectuosa. Me enviaba otro libro traducido por ella y decía que, lamentablemente, el resto de traducciones de este autor eran mediocres porque pasaban por el alemán o el francés antes de llegar al español. Conseguí algunos ejemplares antiguos y pude comprobar que los libros “mal traducidos” no tenían ningún fuelle y se deshacían en torbellinos de cursilería. Que el “estilo” era lo que confería interés a una historia, y que por lo tanto el escritor y el traductor eran mucho más que mediums que llevan la historia al lector. Que el escritor era un alquimista poderoso.
Pero ésta no fue la única razón por la que Hambre se erigió ante mí como la puerta de entrada en la escritura. Tras la novela estaba la vida del autor. ¿Quién había sido capaz de usar las palabras de aquella forma? ¿Qué clase de persona era capaz de expresarse así, quién usa las mismas letras del abecedario que yo y trabaja ideas que yo también tengo dentro, pero convierte mis pensamientos torpes en una obra de arte? ¿Quién era, quién había sido ese tal Hamsun?
Knut Hamsun fue un autodidacta con sólo doscientos días de colegio. Trabajó duro en granjas y fábricas y por su genialidad original alcanzó la opulencia del éxito literario llevando a Noruega un Premio Nobel que le convertiría en padre intelectual de su patria. Veinte años después, apoyando al invasor nazi, el octogenario testarudo lo pierde todo por sus ideas políticas aberrantes. Me quedé perplejo. ¿Admiraba yo a un nazi?
Cuando leí Hambre era un adolescente y por lo tanto tenía una ideología, que era la anarquista. Vivía en Tánger y veía a diario en la calle a personajes como el protagonista, fantasmas flacos que “vagaban pasando hambre por una ciudad que nadie abandona hasta quedar marcado por ella…” ¿Cómo podía un hombre que terminó siendo nazi conquistar a un anarquista de quince años? ¿Cómo es que un noruego trazó esa línea de comunicación directa con un cerebro infantil, belicoso y arrogante, con un joven melenudo que estudiaba el bachillerato en un instituto africano?
Me propuse desentrañar este enigma y con el paso de los años quedé marcado por el hambre de escribir, siempre con Hamsun en la cabeza de una forma o de otra, cada vez con más maestros y luego buscando ya mi propio estilo, para descubrir por qué un nazi consiguió seducir y conmover a un anarquista de quince años.
Y aunque ya no soy anarquista ni tengo quince años, me parece que tendré que escribir muchas más novelas para descubrir dónde radica este poder asombroso de los grandes libros como Hambre.
* Juan Soto Ivars nació en Águilas en 1985. Su último libro publicado es la novela Siberia (El Olivo Azul), su ópera prima, aunque antes había visto la luz La conjetura Perelmán (Ediciones B).
Hola. Recuerdo haber leído algo de Henry Miller con 18 ó 19 años en el que elogiaba hasta el hartazgo a Knut Hamsum. Luego leí hambre: a mí también me encantó. Excelente artículo, un saludo