Miguel Ángel Oeste: «Conforme se crece, más que ninguna otra cosa, somos memoria»
Por Cristina Consuegra.
Miguel Ángel Oeste se estrena en esto del panorama literario con una novela festiva, de corte generacional, Bobby Logan (Zut, 2011), en la que el lector encontrará una instantánea perpetua de un lugar y un tiempo, pero también un reflejo de lo que supone la juventud en la vida de cualquier ser humano. Una puesta de largo sostenida por unos personajes que se presentan como motor de la historia y símbolos de una memoria que bien puede ser considerada colectiva.
Bobby Logan (Zut, 2011), primera entrega narrativa, novela festiva de corte generacional dentro de un lugar y tiempo que no guardan relación alguna con el acontecer… ¿qué te ha exigido, tanto a nivel personal como profesional, este título?
En realidad el título (que al principio era el título de un capítulo de la novela) me lo sugirió el director editorial de Zut, el escritor Juan Bonilla, porque a él le parecía más sugerente. Mi relación personal y profesional con el nombre poco o nada tiene que ver con lo que cuento en la novela.
La realidad que describes y la que percibes, ¿son tan distintas?
A pesar de que ambas en apariencia no tienen nada que ver, al mismo tiempo, y aunque resulte paradójico, se encuentran en un territorio poroso y por tanto se confunden. No importa tanto la realidad como la sensación de realidad para el lector.
Desde las primeras páginas se nota el trabajo realizado en materia de personajes, conjunto que actúa como motor narrativo de la historia. ¿Cómo te has enfrentado a este asunto? ¿Y cuál ha sido el personaje que más ha costado definir o trazar?
Es cierto: la novela está construida desde los personajes más que desde la historia. Por un lado, mi idea era la de transmitir la sensación juvenil de la pandilla con chicos muy distintos a los que les une un determinado lugar y el surf aunque no tengan nada en común, y también que cada personaje (apareciera más o menos) tuviera su recorrido individual e interactuara con los demás para que el drama, como la vida, no parase. Respecto al personaje que más me ha costado, sin duda, ha sido el Loco, porque es el único personaje que tiene conexiones con lo real.
Siguiendo con el tema de los personajes, haces algo muy curioso, la personalidad de algunos protagonistas se definen a través de la relación que mantienen con otros. ¿Cómo has trabajo este recurso?
Eso es algo intencionado, que incluso estaba más acusado en la primera versión, donde la narración era como un cubo de rubik. Al unificar el narrador ese recurso se atenuó, pero sigue estando vigente y permite mostrar mucho más del personaje sin contar demasiado.
Uno de los elementos que hace atractiva la lectura de Bobby Logan es sin duda el tratamiento de la juventud como aquel lugar único, perpetuo, al que jamás poder regresar… ¿en qué autores te has inspirado o has pensado para tal escenario paradisíaco?
Me gustan muchos los libros protagonizados por jóvenes o adolescentes como El guardián entre el centeno, La ciudad y los perros o Río fugitivo, pero el libro que siempre he tenido presente mientras escribía era El gran Gatsby. De hecho la novela arranca con una cita de la maravillosa novela de Fitzgerald. Esa idea de perseguir un pasado que nunca se podrá atrapar y que si tratas de vivirlo de nuevo será frustrante. Esa idea de estar arrastrados hacia el pasado, a la deriva, incapaz de pasar página es la que subyace en Bobby Logan.
El tratamiento que haces de la historia es muy cinematográfico, ésta transcurre como si fuera una cascada de imágenes, ¿es algo intencionado o que ha surgido de forma espontánea?
Es algo espontáneo. Lo intencionado mientras escribía fue que todo fuera físico.
A pesar de estar hablando de una novela de ficción, intuyo que el proceso de creación de la obra ha debido ser intenso sobre todo en relación con la memoria –cuestión que no tiene que ver siempre con lo real-. En este sentido, ¿cómo ha sido el proceso de producción de la obra?
La memoria lo es todo. Pero una memoria deformada y luego supeditada a la imaginación que es la que termina imponiéndose, porque es a la que le doy más crédito. Siempre lo digo: a medida que crecemos somos más que ninguna otra cosa memoria, pero una memoria que poco tiene que ver con lo real. Por eso, todo el proceso creativo es un combate de boxeo entre la memoria y la imaginación.
A pesar de que el recorrido de Bobby Logan todavía es corto… ¿qué te ha concedido este título hasta la fecha?
Muchas satisfacciones. Sobre todo en los encuentros con los lectores, independientemente de que haya gustado o no. Creo que es un libro afortunado que me ha dado la posibilidad salir al campo a jugar y que otros me vean, es decir, me lean.