Entrevista a Amy Lab, autoras de la novela «Nunca digas nunca»
Por Benito Garrido.
Amy Lab es el seudónimo con el que firman un magnífico tándem de jóvenes escritoras como es el que forman María Cereijo y Ana Alejandro. Nos presentan Nunca digas nunca, su primera novela dirigida al público juvenil pero de marcada tendencia crossover. María es una periodista madrileña que ha trabajado durante años en la televisión, una actividad que dejó para dedicarse plenamente a lo que a ella de verdad le llena, la escritura; y que compagina con talleres de escritura creativa y clubes de lectura. Ana es una lingüista, que tras aventurarse por Pekín, volvió con idea de dar rienda a su imaginación a través del oficio de escribir. Amy Lab es la conjunción perfecta de estas dos escritoras y amigas, que han irrumpido con fuerza en el mundo de la literatura juvenil de calidad.
Nunca digas nunca. Amy Lab. Editorial Alfaguara Juvenil, 2012. 424 páginas. 15,50 €
La vida de Jacq da un giro trágico e imprevisto cuando pierde a sus padres y se ve obligada a trasladarse a un pueblo de la sierra madrileña junto a sus tíos. Mientras la joven trata de reponerse, precisamente en esos años que suponen el tránsito a la vida adulta, también tendrá que adaptarse a un país que le resulta ajeno, y a un grupo de desconocidos, entre ellos, Samuel. Pronto se hará un hueco entre su pandilla e irá ganándose la confianza de todos, excepto la suya.
Pero, ¿qué es lo que le ocurre a ese chico? ¿cuál es la razón de ese halo enigmático que lo envuelve? Jacq no puede evitar hacerse preguntas acerca de este extraño que ahora duerme en la habitación de al lado y por el que empieza a sentir algo que se niega a reconocer. Las tardes en el bar, las risas en el lago y las fiestas nocturnas se convertirán en su día a día, pero tras todo ello se guarda un secreto que todos conocen y que nadie parece querer desvelar. Cada gesto es una señal; cada trozo de pasado, una pista a seguir… y a Jacq se le acaba el tiempo. ¿Será capaz de unir todas las piezas del misterio? ¿Será más fuerte ese fantasma que el amor que comienza a sentir? El peligro y el amor están más próximos de lo que ella imagina… Jacq afronta el verano más trascendental de su vida.
Entrevista:
P.- ¿Cómo nació Amy Lab? ¿Es fácil eso de escribir a dos manos? ¿Cómo fue el proceso creativo de este libro: os reuníais muy a menudo, siempre os complementabais…?
Amy Lab surgió de un modo casual. Cuando decidimos escribir juntas una novela, teníamos claro que debíamos usar un seudónimo, aunque el nombre lo decidimos mucho después, cuando ya estaba a punto de publicarse. Al principio, no estábamos muy seguras de cuál era el mejor modo de abordar este proyecto. Nos reunimos varias veces, pero sobre todo manteníamos larguísimas conversaciones telefónicas. El proceso ha sido una experiencia fabulosa y, quizá porque nos conocemos muy bien, nos hemos ido complementando de maravilla. Una lanzaba una idea y muchas veces la otra la remataba. Para repetir, sin duda.
P.- ¿Cómo surgió la idea de escribir esta historia juvenil de horizontes truncados y de ilusiones por despertar?
Una noche charlando, comenzamos a recordar nuestra adolescencia: momentos, sentimientos, etc. y nos dimos cuenta de que, por una extraña razón que se nos escapa, en la literatura los adolescentes aparecen reflejados como seres un poco vacíos y superficiales. Nuestra propia experiencia nos decía que esa imagen está muy alejada de la realidad. Esa noche tomamos dos decisiones: escribir una novela juntas y utilizar como personajes jóvenes más “reales” y profundos.
P.- Literatura juvenil pero que podría leer también cualquier adulto. ¿Cuándo escribís lo hacéis ya pensando en que pueda ser una historia más crossover?
Pues lo cierto es que no. Lo que teníamos en mente era escribir una novela que nos hubiera gustado leer a esa edad. La sorpresa fue descubrir que también nos encantaría leerla ahora, en la madurez. De hecho, nos llegan críticas muy entusiastas de gente que hace ya 30 o 40 años dejó atrás la adolescencia.
P.- La línea argumental principal se complica con la historia de una pasada desaparición. ¿Buscabais en esa trama de silencios y misterio el valor añadido que hiciese más especial a la novela?
Sí, lo que no sabemos es si lo hemos logrado… Buscábamos un elemento más que aportara intriga a la novela más allá de las historias de amor.
P.- Jacq y Samuel, los dos personajes centrales de la novela, están como perdidos en un mundo del que ellos mismos se aíslan a su manera. ¿Es esta una historia de superación?
Sí. Esa es exactamente la idea. Ambos deben enfrentarse a determinados acontecimientos que han hecho difíciles sus vidas y la historia pretende mostrar cómo lidian con su situación personal y con la del otro.
P.- Novela de pasiones, amor, sentimientos, temores y grandes descubrimientos. En cierta medida, estamos hablando de los grandes argumentos que mueven la literatura, con independencia que sea juvenil o adulta, ¿no?
Sí. Creemos que hay unos argumentos universales como son los sentimientos, que nada tienen que ver con la edad. El amor, el dolor por la muerte, los miedos, las pasiones… se pueden sentir y afrontar de igual manera cuando tienes 16 años, 36 ó 66. Y muchas veces los jóvenes reaccionan con más madurez ante determinadas situaciones que los adultos.
P.- Variados y desiguales personajes, ¿es necesario inspirarse en perfiles reales y cercanos para poder recrear mejor tal diversidad? ¿Ha sido vuestro caso?
Pues no teníamos unos perfiles concretos en los que inspirarnos, si bien es cierto que algunos rasgos sí que pueden ser reconocibles en alguno de nuestros amigos o familiares. Por desgracia, no tenemos ningún Marcos exactamente igual al de la novela (¡ya nos gustaría!).
Hemos tratado de construir cada personaje con exhaustividad para que resultaran los más verosímiles posible. El hecho de ser dos ha sido una ventaja a la hora de elaborar los personajes, ya que cada una ha aportado distintos matices.
P.- Aunque, de una manera u otra, todos producen verdadera empatía con el lector, ¿cuál es el personaje que aporta más equilibrio al conjunto, Sandra quizás?
¡Gracias por el cumplido! Bien visto. Sandra era nuestra apuesta en ese aspecto. Es la confidente de todos, la que media entre unos y otros y tiene un carácter muy amable. Es la piedra angular de unidad y cohesión imprescindible en todos los grupos de amigos.
P.- “Nunca digas nunca” es un título realmente muy bueno. ¿Es esta una parte importante en la creación literaria que debería tenerse más en cuenta?
¡No sabes la pesadilla que fue escoger título! Barajamos cientos hasta que dimos con el adecuado. Sin embargo, después de presentarlo a Alfaguara, tuvimos que cambiarlo, así que hubo que repetir el proceso dos veces. Dar con buen título es muy complicado y, muchas veces, influye bastante para que un lector se decida o no por una novela.
P.- En vuestra novela todo fluye de manera muy natural, espontánea, como la es la vida misma a esas edades. ¿Resulta difícil escribir de esta manera?
Quizá lo más difícil haya sido corregir y unificar el estilo para que no se notara que detrás había dos personas. El tono, una vez que tuvimos definidos los personajes y las situaciones a las que se iban a enfrentar, nos costó menos.
P.- Si tuvierais que recomendar vuestra novela a un nuevo lector, ¿cómo lo haríais? ¿lo enfocaríais más como una novela de amor, de misterio, de adolescentes…?
Le diríamos que, si quiere evadirse un rato con una novela sin pretensiones, de amor con toques de misterio y con ciertas dosis de humor, debería llevarse a casa “Nunca digas nunca”.
P.- ¿Creéis que en el libro existen influencias de vuestras respectivas profesiones?
Yo (María) estuve un año trabajando en una revista de sucesos, no sé si eso habrá influido… Es broma. Cuando escribes, aunque te metas en la piel de otros, es difícil abstraerte de lo que eres, de tu formación, de tu trabajo, de tus aficiones… y algo de eso, al final, siempre queda, de un modo u otro, en el papel.
Estoy totalmente de acuerdo con María: siempre hay mucho de ti cuando escribes. De mi trabajo como traductora, sin embargo, de haber alguna similitud, seguramente sea alguna de las rarezas de Quique, que tiene muchas.
P.- ¿Qué os decantó por hacer literatura juvenil? ¿Cómo veis el actual panorama de este mercado copado sobre todo por el género fantástico?
Apostamos por la literatura juvenil porque, aunque el panorama actual es muy prometedor, prolífico y variado, no acabábamos de encontrar esa novela que a nosotras nos apetecía leer: una historia realista, basada en los personajes y su evolución y en la que no se tratara a los adolescentes como seres de cabeza hueca sólo pendientes del móvil y de lo que se van a poner el fin de semana. Creemos que los jóvenes son mucho más que eso, algo que no se refleja demasiado en las novelas realistas de los últimos tiempos.
El género fantástico, sin embargo, es otro cantar; está pisando muy fuerte y hay novelas buenísimas. Lo que más nos gusta de esta apuesta es que está sumando nuevos lectores que, además, son muy voraces, algunos jóvenes y otros que hace mucho dejaron de serlo.
P.- ¿Cómo llegasteis a una editorial tan importante como Alfaguara? ¿Qué ha supuesto en vuestras vidas el reconocimiento generalizado que ha tenido la novela?
¡Todavía no nos lo creemos! Cuando terminamos la novela decidimos enviarla a varias editoriales y la primera fue a Alfaguara. Quizá fue pretencioso por nuestra parte, pero pensamos que el no ya lo teníamos y dicen por ahí eso de “nunca digas nunca”. Pasó el tiempo y nadie contestaba hasta que, un día, llamó nuestra editora.
P.- ¿Tienes ya nuevos proyectos o ideas para un próximo libro? ¿También a dos manos?
Tenemos una historia en el cajón en la que empezamos a trabajar hace tiempo, pero no hemos podido meternos de lleno en ella y lo estamos deseando. Juntas, sin duda.
Soy de 62 años y me ha gustado demasiado hasta el fin del mundo, creo que la edad no importa para entretenerse con una lectura actual, con vocabulario respetuoso y sobre todo, simpática, divertida y que no quería parar, me siento muy contenta de haber decidido comprar éste libro.