Dulce escalofrío: sabor Semana Negra
Texto y fotografías: Laura Muñoz
Sí, para gustos los colores. Inclasificable el sabor de “La Senda trazada”, de Pedro de Paz, según el paladar de Juan Ramón Biedma. La oscuridad iluminada ronda las letras de Paz en su última novela, retratando la moralidad desde la desesperación de su protagonista. Pedro tiene el poder de transmitir ese sentimiento de (in)justicia moral al lector, que se convierte en el Pepito grillo del periodista freelance Alfonso Heredia. Sólo con esa condición de autónomo, o de periodista, ya tendría que ser suficiente como para poner a Heredia en un brete, pero Paz pone la intriga y la psicología sin diván necesarias para que arranque el camino al bucle de las preguntas sin respuesta. Vuelves la página, doblas la siguiente y nunca están. Una suerte de ficción con apellido Paz donde es posible encontrar una verdad que, al cerrar el libro, sigue ahí.
Hablar de Pedro, aquí, se convierte en un placer personal de todos los sabores, con todos los colores. Y todo por una razón: Paz sabe. Se mete, se hunde y sale a respirar. Y mira a su compadre, que lo presenta en la Carpa A quemarropa, con esos ojos de realidad mientras habla de su senda, del trazo que le imprime. Pliega párpados y mira al público de la Semana Negra para dejarse ver. Una mirada de Pedro dice mucho de su literatura, tanto de él.
Sabe a esoterismo, esta senda. A enigmas y destinos sin ubicar, su trazo.
No es señuelo, es advertencia, la sentencia que aparece en la portada de esta última ración de intriga cocinada por Pedro: “Es posible que el futuro ya esté escrito”.
Y si Biedma hablaba de inclasificable, ahora toca una de self-service: todo disponible. Fantasía, terror y ficción con Celsius 232, historia con Espartaco, mejor primera novela negra de la mano del Memorial Silverio Cañada, Dashiel Hammett que pone nombre al premio a la mejor novela negra del año y el doblete de no ficción servido por Rodolfo Walsh. De postre, relatos policiacos. Como es costumbre, en la Semana Negra se sirve de lo bueno, lo mejor.
Una sala de prensa hasta la bandera. Compañeros compitiendo y apoyando, nerviosos todos. Prensa escrita, fotoperiodistas, cámaras de televisión y una espera: la lectura del fallo de los premios semaneros.
Paco Ignacio Taibo II lidera la mesa donde se encuentran, a doscientas revoluciones por minuto, los componentes del jurado de cada uno de los premios. Juan Miguel Aguilera, Elia Barceló y Jesús Lens, responsables del fallo del premio Celsius 232, decidieron que la mejor obra de ficción, terror o fantasía de 2011 escrita en español es “Diástole” de Emilio Bueso. Entre los candidatos, junto a Bueso, se encontraban Juan Ramón Biedma con su “Antiresurrección”, Juan Guinot con “2022. La guerra del gallo” e Ismael Martínez Biurrún con “El escondite de Grisha”. Emilio, medio incrédulo, recogió el diploma acreditativo entre una sonrisa ladeada y la emoción de la sorpresa.
Turno de escuchar el nombre de la considerada mejor novela histórica escrita en español, el premio Espartaco. Como nominados, Antonio Garrido con “El lector de cadáveres”, Alfonso Mateo-Sagasta con “Caminarás con el sol”, Fabrizio Mejía Madrid con “Disparos en la oscuridad” e Ignacio Martínez de Pisón con “El día de mañana”. Los escritores Julio Murillo, Pedro de Paz y Carles Quílez, componentes del jurado, decidió conceder este premio al autor español Ignacio Martínez de Pisón.
Fueron María Zaragoza, Noemí Sabugal y Jerónimo Tristante los encargados de fallar el premio Memorial Silverio Cañada, que se concede a la mejor primera novela de 2011 escrita en español. El premio, en este caso, fue para la novela “Que de lejos parecen moscas”, de Kike Ferrari, que midió sus letras con El país de los ciegos de Claudio Cerdán y su “El país de los ciegos”, Jordi Ledesma y su novela “Narcolepsia”, e Iris García con “36 toneladas”. El argentino, que no pudo asistir a esta edición de la Semana Negra, envió una carta de agradecimiento a través de su agente literario, presente en el fallo. Este escrito fue leído por PIT II ante la mirada atenta de los presentes.
Un trago y cambiamos el sabor de la ficción por el de la más cruda realidad criminal. Nominados al premio Rodolfo Walsh, la periodista Sanjuana Martínez con su obra “La frontera del narco”, Xavier Montanya por “El oro negro de la muerte”, José Reveles con su “Levantones, narcofosas y falsos positivos” y Guillermo Saccomanno con “Un maestro”. La decisión, bajo la mirada de José Luis Muñoz, Rafael Marín y Paco Ignacio Taibo II, fue compartida y se decidió que merecían el galardón Martínez y Saccomanno por igualdad de calidad. Sanjuana Martínez no estuvo presente en este XXV aniversario semanero y Taibo II nos habló de “La frontera del narco” como una colección de crónicas periodísticas arriesgadas y conseguidas por la periodista sobre el terreno, donde tuvo que lidiar con narcos, militares que la amenazaron y policías corruptos. Todo, volcado en la obra ganadora. Aparte de hablarnos de la trayectoria de esta tan querida y respetada periodista, PITII se comprometió a entregar personalmente el Rufo a Sanjuana. Así lo hizo el pasado 22 de agosto. Las pruebas, aquí. Quien sí estuvo presente, emocionado y paseando su halo de niño travieso por Gijón fue el gran Saccomanno, con el que compartí impresiones previas al fallo del jurado apenas unos minutos antes. Lo que hablamos, como en la cocina: se queda en la cocina. Este momento fue, sin duda, uno de los más saboreados. Guillermo dedicó este premio a su compañero de mili, que definió como el maestro de su novela: Nano Balbo, gran luchador que volvió a trabajar con los Mapuches tras ser torturado por la dictadura. Lo hizo, Nano, nada más y nada menos que para impartir formación respecto a los derechos humanos. El acuerdo entre ellos fue sencillo, sólo hizo falta un “Yo cuento y tú escribís”. El resultado, disponible entre las páginas de “Un maestro”.
El festín llega casi a su fin con otro plato fuerte: el reconocimiento a la mejor novela negra de 2011. Nominados al Dashiell Hammett en este 2012 los autores Leonardo Oyola, Cristina Fallarás, Edmundo Paz Soldán y Carlos Salem con sus “Krytonita”, “Las niñas perdidas”, “Norte” y “Un jamón calibre 45”, respectivamente. Fallo de Carlos Zanón, Javier Márquez Sánchez y Fernando Marías a favor de Cristina Fallarás y “Las niñas perdidas”, convirtiéndola en la primera mujer ganadora en toda la historia del premio. Ondas rojas volaron mientras Cristina alzaba el Rufo cirujano.
Llegamos al postre, a la dulzura del amor por el relato, de crear en corto y con precisión. La organización de la Semana Negra recibió numerosos textos candidatos al premio de relatos policiacos. Los lectores de honor fueron Fritz Glockner, Guillermo Saccomanno e Ignacio del Valle. Lola Sanabria García resultó ser la ganadora de este premio. Sanabria no estaba presente en Gijón, pero sí los dueños de los relatos del segundo y tercer puesto: Caludio Cerdán, también ganador en esta edición del Novelpol, y Carmen Redón Pomar.
Leídas las decisiones y saboreadas las alegrías, un par de días por medio y entrega oficial en la Carpa del Encuentro.
Tras la mezcla, llega la pureza. ¿Alguna vez probaron un lingote? De oro. Puro. De esos que existen pero que nadie pudo ver. Casi nadie, perdón. Que sepan que hay muchos, mu-chos, ladrillos amarillos depositados en la cámara acorazada del Banco de España, exactamente a “36 metros bajo tierra”. No es broma, están. Lo sabe Sempere y lo ficciona en su primera novela que, como título, tiene las coordenadas del enigma, de la mentira y el trapicheo. Bajo tierra. Metros. 36. Un puzzle de tres palabras clave que viajan de España a Suiza, que vuelven. O no. Un lugar aparentemente impenetrable que su protagonista atraviesa bajo petición. Movimientos, no siempre lícitos, y devoluciones bajo cuerda. Francisco Sempere sitúa este thriller financiero en pleno temporal financiero y airea el acotamiento de la economía nacional. Añade problemas de pareja y alcohol a su personaje principal, antiguo miembro de las fuerzas especiales de E.E.U.U.
Puesta la mesa y servido el vino, sólo disfruten.
Paladea. Es el gusto Semana Negra. Y sigue!
Lola Sanabria no estaba presente porque nadie le comunicó que estaba entre los tres finalistas.