Hipocresía y controversia: las reliquias de Parsifal
Hipocresía y controversia: exhumando
las reliquias de Parsifal
en la tumba del arte total
Por José Miguel Ferrer Puche
Presidente de la Asociación Wagneriana de Alicante
Enviado especial a los Festivales de Bayreuth 2012
El verano de 1845, sería el caldo de cultivo de una importante fuente de ideas e inspiraciones. Wagner leyó el poema épico medieval del siglo XIII Parzivál de Wolfram von Eschenbach, sobre la vida de este caballero de la corte del Rey Arturo y su búsqueda del Santo Grial. Doce años más tarde, el Viernes Santo de 1857, encontrándose en Zúrich, se le ocurrió la idea de adaptar la obra a nivel poético-musical. Wagner no volvería a trabajar en Parsifal hasta pasados ocho años, durante los cuales completó Tristán e Isolda y empezó Los Maestros Cantores de Nuremberg. En agosto de 1865, cuando Wagner todavía estaba en Munich, comenzó bajo demanda del rey Ludwig a escribir su autobiografía Mein Leben, al mismo tiempo que escribió el primer boceto completo en prosa de Parsifal. Tras este primer boceto, Wagner abandonaría de nuevo el proyecto y dedicaría la mayor parte de sus energías al ciclo de El Anillo del Nibelungo; doce años más tarde terminaría Parsifal.
Parsifal es la magistral culminación de una vida rica en experiencia musical y espíritu reformista en el mundo de la ópera, que aún conserva, por supuesto, su fuerza. La importancia de la riqueza intelectual que se oculta, capa sobre capa, en torno a la imaginería de esta última ópera, nos muestra la importancia que ha tenido no solo en la música, sino en la literatura moderna y contemporánea. La visitación de la «mitología cristiana» se ha exhumado como una epifanía a lo largo de las décadas, con influencias sobre autores modernos (Theodor W. Adorno, Hans Knapperbusch, Siegfried Krakauer), o contemporáneos (Sven Friedrich, Werner Huemer, Artur Balder).
Los últimos años de la vida de Wagner se vieron influidos por dos factores, la fundación del periódico wagneriano Bayreuther Blätter, en enero de 1878, y la creación de la más sublime y emocional de sus obras: Parsifal. Terminó la obra el 13 de enero de 1882 y el estreno se celebró durante el segundo festival de Bayreuth, el 26 de julio de 1882. Dirigió Hermann Levi; la obra se representó dieciséis veces aquel verano.
«Wagner leyó el épico poema
medieval del siglo XIII Parzivál
de Wolfram von Eschenbach,
sobre la vida de este caballero
de la corte del Rey Arturo y
su búsqueda del Santo Grial.»
«Parsifal es la magistral culminación
de una vida rica en experiencia
musical y espíritu reformista
en el mundo de la ópera, que aún
conserva, por supuesto, su fuerza.»
Estamos ante la última representación de este año 2012 en Bayreuth, la de Parsifal. La producción actual por Stefan Herheim resulta extraordinaria, retrata las secuelas de la Alemania desde antes de la Primera Guerra Mundial, hasta la Segunda. Parsifal representa el verdadero espíritu del país, es un montaje hipervisual, caleidoscópico. Es una producción en la que se juega con el tiempo. En el Acto I, en ese interludio orquestal maravilloso donde Gurnemanz y el joven Parsifal marchan de viaje juntos a la ceremonia del Santo Grial, vemos a Herzeleide dar a luz, con Kundry actuando como partera. Las imágenes de los soldados de la Segunda Guerra Mundial aparecen proyectadas sobre el telón de fondo. Sus contrapartes entran en el escenario en forma de coro, balanceándose suavemente de lado a lado en una escena inmensamente poderosa en la que el águila alemana aparece en lugar del cisne de Parsifal. Así termina el primer acto después de casi dos horas de música y magia de escenario notable.
El acto II comienza con los soldados heridos y termina con banderas nazis, las tropas de asalto y la aparición de Klingsor en el balcón de la casa Wahnfried de Bayreuth, un diseño usado aquí como un conjunto de gran parte de la ópera. Klingsor, vestido con peluca rubia, medias y ligueros, levanta su lanza, las luces se apagan y Parsifal rompe el hechizo. Mientras tanto, Kundry ha aparecido con un vestido rojo, después con uno blanco y, finalmente vestido como Klingsor, pero con alas azules, como un ángel listo para seducir a Parsifal. La ceremonia del grial se transfiere ahora al Bundesrat, en Bonn, y un gran espejo circular inclinado detrás del conjunto nos permite ver todo desde arriba. El ataúd de Titurel está cubierto con la bandera alemana y, cuando Parsifal lleva a cabo la ceremonia, el espejo se inclina poco a poco para que podamos empezar a vernos a nosotros mismos; el público participa en este gran momento de renovación y limpieza del espíritu alemán.
En cuanto a la interpretación, Burkhard Fritz cantó un Parsifal potente aunque flaqueó en los momentos finales. Burkhard pasa del Walther de la edición de Los Maestros Cantores de Nuremberg de 2011 a Parsifal, desbancando al dudoso Simon O’Neill. Susan Maclean actuó como Kundry, y empeora, incluso hizo “trampas” para llegar en ciertas ocasiones, sin conseguirlo, ¿otra vez falta de presupuesto?… Se nota que en Bayreuth las entradas están vendidas de antemano. Thomas Jesatko hizo un Klingsor siniestro y correcto, igual que Diógenes Randes participando con la voz de Titurel. Detlef Roth fue un Amfortas simpático y tremendamente potente. Kwangchul Youn hizo un contundente Gurnemanz, interpretando el papel con seriedad, se puede decir que como los buenos caldos, gana con el tiempo en soberanía y articulación textual; El coro estuvo magnífico; De Philippe Jordan podemos decir que llevó la dirección con mano segura desde el foso, sin embargo, he echado de menos ese toque solemne y sencillo, casi franciscano, que ejecuta con una eficacia sobrecogedora el maestro milanés Daniele Gatti. Jordan es joven, sin embargo, seguro que con los años nos ofrecerá un Parsifal más reflexivo, es un director magnífico. En general, hemos mejorado y eso ya es mucho, pero sin dejarnos una sensación tampoco extraordinaria.
«Parsifal representa el verdadero
espíritu del país, es un montaje
hipervisual, caleidoscópico (…)»
«(…) la nueva producción
escenográfica de Parsifal 2016 será
dirigida por el radical artista alemán
Jonathan Meese. Y, ¿adivinen qué?
¡Meese ama las esvásticas!»
Como anécdota, mencionar que las cosas en Bayreuth se ponen de lo más curiosas. Después de que el bajo-barítono Yevgeny Nikitin tuviera que apartarse de la producción de Der fliegende Holländer a raíz de la antigua esvástica tatuada en su pecho, Katharina Wagner y Eva Wagner-Pasquier han anunciado que la nueva producción escenográfica de Parsifal 2016 será dirigida por el radical artista alemán Jonathan Meese. Y, ¿adivinen qué? ¡Meese ama las esvásticas! El artista es conocido por usarlas junto con imágenes nazis en su arte, es provocativo pero también uno de los nuevos rostros del arte contemporáneo en Alemania. A todo esto hay que añadirle que Meese tiene muy poca experiencia en dirigir óperas. Nacido en Japón en 1970, se ha caracterizado hasta ahora por su espectacular obra pictórica, que ha expuesto en ferias de arte vanguardista como la Biennale berlinesa. Parsifal ya ha tenido en el pasado controvertidas puestas en escena en Bayreuth, como la del fallecido Christoph Schlingensief, que fue estrenada en 2004 y se llevó fuertes abucheos, veremos si se repiten las escenas, pero lo hagan o no, la hipocresía y el escándalo parecen ir de la mano en el Bayreuth de Katharina y Eva Wagner.
Nos alegramos de que se anunciara que las puertas no están del todo cerradas a Evgeny Nikitin en espera, eso sí, de nuevas y satisfactorias explicaciones de sus tatuajes, me pregunto… ¿Qué más explicaciones puede dar este hombre?
Por último decir que en el año 2017 tendremos una nueva representación de Los Maestros Cantores de Nuremberg y, en el 2018 un nuevo Lohengrin, dirigido por Christian Thielemann. En el 2019 se representará Tannhäuser y no será hasta el año 2020 cuando tengamos un nuevo Anillo.
Magnífico artículo, Parsifal es mi obra favorita del elenco wagneriano. Esperemos pronto haya reposición en Barcelona.