Una soledad demasiado ruidosa
Por Ricardo Martínez.
Una soledad demasiado ruidosa. Bohumil Hrabal. Galaxia-gutenberg, Barcelona, 2012.
He aquí un autor que apenas despega los pies del suelo a la hora de narrar. Es directo, sincero, material en el sentido de hasta qué punto presta atención a las cosas, a lo inmediato, a lo cotidiano. Ahora bien, no nos dejemos engañar falsamente, pues, si en un primer momento, tales cualidades pueden hacer presumir una prosa demasiado profana, deshilvanada, es justo lo contrario: solo un gran escritor (y Hrabal lo es) puede abordar lo inmediato cotidiano con precisión, con pulcritud, con veracidad. Lo que le hace no solo creíble a los ojos y el entendimiento del lector, sino desear la lectura de sus obras por cuanto ahí, en ellas, está el hombre común, cotidiano, el que ama y odia a veces sin razón aparente.
Sus personajes, por lo común, tienen un cierto contenido social, de obrero manual, pero ahí radica una riqueza sicológica inesperada, un análisis reflexivo de lo más interesante de cuanto ha dado la literatura europea. En este libro esencialmente vital podemos leer: “Apoyado en el mostrador de la Cervecería Negra bebo una cerveza y me digo, a partir de ahora estás solo, a solas, solitario, tú solo te tendrás que divertir, chico, hacer comedia contigo mismo hasta que te abandones, a partir de ahora únicamente remolinearán círculos de melancolía” Y así lo hará; sustituido en su trabajo de toda la vida (reciclar papel en balas uniformes) un día cederá todo de sí, desencantado. Menos su libre albedrío, su identidad.
Resulta un autor material en los detalles, pero de una exquisita sensibilidad a la hora de referir los sentimientos; hay claros ejemplos en su amiga ‘la cagona’, en la gitanilla. Su prosa siempre constituye una forma de compañía que no defrauda. Se podría decir de él que es un ‘humanista’ en el sentido de que su preocupación gira siempre en torno al hombre; tal vez a su soledad, siempre invocando, exigiendo, la libertad. Y una forma de amor Todo lo que conforma la esencia del hombre atribulado, contradictorio: “Todo lo que he visto en este mundo está animado simultáneamente por un movimiento de vaivén, todo avanza y retrocede”.
Un hombre ‘culto a pesar de sí mismo’, contrario a toda guerra, defensor a ultranza del sentido de la libertad, hace un canto de un hermoso tono melancólico que el lector, a buen seguro, apreciará.