Cuando un cine se cierra algo suyo se cierra, señora cultura
Por Víctor Donmaría Arrieta
Cuando un cine se cierra algo suyo se cierra, señora cultura.
Y si es una fábrica de cine, como Cinecitta, mejor es cerrar el chiringuito de la Cultura.
PROLOGO.
Allá por los Años de Plomo, cuando en la Tierra Media, tirando al sur a la izquierda, gobernaba dictatoríamente un Señor de los Ejércitos, hubo un Visir del Turismo y la Visita Corta, que ante los continuos incendios que se producían en las Tierras de sus dominios, realizó una campaña publicitaria en los Medios, que eran de su Gobernación (o sea todos), que decía:
CUANDO UN MONTE SE QUEMA ALGO SUYO SE QUEMA.
Campaña que tuvo éxito momentáneo más que por la campaña en sí, porque un periódico satírico de la Época, más o menos consentido por los Señores Censores del Pensamiento Único, denominado La Codorniz, publicó la frasecita, poniendo una coma y añadiendo la palabra Señor Conde y quedaba de acuesta manera:
CUANDO UN MONTE SE QUEMA ALGO SUYO SE QUEMA, SEÑOR CONDE
No había que ser muy espabilado, a pesar de la tontez que padecía el pueblo llano, para advertir que hacía alusión a los Señores Terratenientes, que Siempre en la Tierra Media, al Sur tirando a la izquierda, habían hecho de su capa un sayo y ayudado a Su Señor en guerras y opresión del pueblo, recibiendo como pago a sus ejércitos, tierras y más tierras, que de cuando en cuando mandaban quemar para especular con los terrenos, como Dios manda.
ITALIA ANUNCIA QUE SE VAN A CERRAR LOS ESTUDIOS DE CINECITTA
Y de este anuncio, se produce la frase, que parodia o imita a la del Visir de los Tiempos de Plomo de la Tierra Media al Sur, etc:
CUANDO UN CINE SE CIERRA ALGO SUYO SE QUEMA, SEÑORA CULTURA
Como decía anteriormente antes de ponerme exquisito y hablar de la Tierra Media, etc., si lo que se cierra es la misma fábrica de hacer cine o, para ser romántico, la Fabrica de los Sueños, es cuando podemos cerrar e irnos de una maldita vez.
Porque…, ¿podemos olvidar que de esa Fabrica, o Taller, salieron joyas elaboradas por artesanos de la talla de Federico Fellini, Luchino Visconti, Vittorio de Sica, Giuseppe Tornatore, Michelangelo Antonioni, Marco Ferreri, Liliana Cavani, Sergio Castellito, Sergio Leone, Nino Manfredi, Pier Paolo Pasolini, Roberto Rosellini (que además era marido de Ingrid), Ettore Scola, Franco Zefirelli, y tantos otros?
Nuestros ojos se abrieron y no había forma de cerrarlos ante señoras de la talla, y nunca mejor dicho lo de talla, cuando eso de la anorexia era pecado mortal, como Sofía, Silvana, Gina, Anita la Sueca (no hace falta poner apellidos, quien no sepa los apellidos de estas señoras, que no sigan leyendo, que cojan la Play y sigan haciendo el tonto) y otras no tan rotundas, como Pier Angeli, Monica Bellucci, Ana Magnani (¡qué gran actriz!), Virna Lissi, Ornella Mutti, Alida Valli ,Giulietta Massina, que además de gran actriz era la esposa siempre engañada y siempre amada del gran Federico (E la Nave va).
¿No veremos a Alberto Sordi hacer casi como Groucho? ¿No le veremos ridiculizar a los militares en Abisinia, con ese saludo anti militar, no veremos a ese niño Totó enamorado del cine, ayudante de cabina a la fuerza del gran Philippe Noiret, pasar una y otra vez las películas censuradas y recortar los clichés, para luego ya cuando es un gran director, unirlos todos, y hacer una gran película de todos los besos censurados en la enorme Cinema Paradiso?
¿No veremos al alocado Roberto Benigni, a Marcello Mastroianni, a Pietro Germi, Franco Nero, Paolo Stoppa, Ugo Tonnazzi, al gran Vittorio Gassman?
Por favor, díganme que lo he soñado, que mañana seguirá Cinecitta trabajando, y que Totó seguirá recortando clichés furtivamente para cuando se haga mayor y sea Director hacer un canto al Arte que más Arte ha incorporado a la Historia del Arte. EL CINE.
Como dijo un dirigente socialdemócrata, cuando ya no era dirigente y tenía más libertad para decir las verdades del barquero:
-«Por favor no me toquen la Educación, por favor no me toquen la Sanidad, por favor no me toquen la I+D+I, por favor no me toquen la Cultura y si ven que las tocan, bótenles por la ventana”.
Díganme que mis amigos y admirados italianos han recobrado la cordura que su ministro Monti (Economista y Tecnócrata como un servidor) ha recuperado la sensatez y ha sacado el suficiente dinero para que Cinecitta siga fabricando sueños, y siga ganando Oscar, Festivales de Venecia, de Cannes, de San Sebastián, que se lo pida o exija a Berlusconi, gran personaje para Fellini.
O si no a su vecino Ratzinger, que tengo entendido le gusta el cine, pero estos alemanes son tan raros que cuando no invaden Polonia se cargan la moneda única llamada Euro; mejor no pedirles nada, no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad.
Todo está guardado, todo está vivo, Victor y Rubén. La tecnología permite hacer ahora, en la mesa de mezclas, lo que antes había que rodar con grandes decorados. Esa la tragedia y la grandeza del cine. No muere…pero sí algunos sistemas de rodaje. Todavía recuerdo, de niño, pasear por los grandes decorados de los estudios de cine españoles. Mi tío era actor, no de los grandes, más bien secundario, pero hizo sus cosas, incluso participó en alguna gran superproducción, concretamente era el sheriff de «La muerte tenia un precio», la gran película de Sergio Leone rodada en España, en Almería. En fin, he vivido de siempre el cine, desde todos sus ángulos, fundamentalmente luego en las salas y haciendo crítica y reseñas. Cinecittá nunca desaparecerá. Porque porque era el cine italiano. Era todo eso que citas en el artículo…una de las más bellas e importantes páginas del Séptimo Arte.