MANO INVISIBLE
Adam Zagajewski
Acantilado, Barcelona, 2012
Por Ricardo Martínez
Solo el poeta (más aún si es un gran poeta) podría, sabría, expresar la sustancia de la soledad y el olvido de una manera tan conmovedora: “Las hojas amarillas se aferran a los delgados árboles,/ ya sin convicción, con cautela./ Éste es el edificio en el que entraron/ y la puerta que quiere exclusivamente sombra./ Pero ahora ni siquiera queda nada, sólo yo,/ temblando de frío, y el vacío/ de septiembre”.
Solo el poeta, el buen poeta, sabe culminar con humildad, delicadeza y verdad un sentimiento tan profundo. Incluso explicitarlo, para que el rasgo de sensibilidad (la percepción sentiente, que diría el filósofo Zubiri) quede de manifiesto como realidad: “Tengo que escribir algunas palabras para/ que el invierno/ pueda mascar su negro pan del olvido”.
Desde hace tiempo, la editorial Acantilado viene demostrando un grado de calidad literaria que el lector aprecia, sin duda. Y una de las razones que avalan este hecho es la presencia en su catálogo de un autor como Zagajewski, originario de un lugar como Lvov (lugar de aluvión, transfronterizo, y heredero de la mejor tradición cultural de la Europa oriental) y autor de una inteligencia, sensibilidad y riqueza verbal fuera de lo común. Solo hay que recordar otros títulos suyos como ‘Lienzo’ o ‘Antenas’, en poesía, y ‘En defensa del fervor’ o ‘Solidaridad y soledad’ dentro del ensayo para advertir su altísima calidad cultural, humana y literaria, lo que le convierten, a mi entender, en uno de los autores actuales más importantes dentro del panorama literario europeo.
Ojalá, por ello, no sean premonitorias las palabras que nos deja, como remate, en el poema titulado ‘Metáfora’: “pero tengo miedo, estoy ya/ un poco cansado, y me parece/ oír cómo me llama el sueño” Salvo que el sueño el reparador, el propiciador de nuevas y elegidas palabras de futuro. Así sea.