Los zombies de ‘Macabaret’ resucitan en el Teatro Alfil de Madrid
Por Meritxell Álvarez Mongay
Los muertos vivientes de Macabaret no podían haber elegido mejor teatro que el Alfil para representar su show en Madrid, pues que gracia tiene ver un espectáculo de cabaret si no hay un bar en la platea donde preparen Gin tonics a tutiplén.
Aunque en una revista donde dos vampiros (Isabel Fonseca y Esteban Ciudad), un hombre lobo (Alberto Sánchez), un fantasma (Carolina Barca) y una niña poseída (Adriana Campillo) cantan y bailan acompañados al piano por un párroco lobotomizado (Frederic Salvador), es mejor que sea un Zombie el cóctel que pidamos.
Con un poco de suerte, viniendo una hora antes de que a las 10.30h la función empiece, hasta podremos encontrar una mesa libre en el patio. Si no, tendremos que irnos con nuestro combinado a las butacas del fondo; algo, por otra parte, recomendable para quienes padezcan de miedo escénico y tengan pánico a los poetas licántropos. En la última fila, de la luz de los focos alejado, el espectador timorato estará a salvo de mordiscos indeseados, y, aunque sin posavasos, disfrutará igual de las ofertas del bar y, por un euro, podrá pedirle a la camarera que le traiga una bolsa de patatas fritas a su localidad. De representarse un Shakespeare, puede que el mascar incontrolado del vecino de al lado nos hiciera exasperar, y que nos sulfuráramos cuando, aun habiéndose apagado ya las luces, la gente no parara de hablar. Y digo hablar, no susurrar, por no decir vocear.
Mortífero humor español
Pero no hemos venido a ver Macbeth. Aunque moribundo, el espectáculo dirigido por Jose Masegosa es un cabaret: lo único que busca es entretener y que el público se muera de risa cuando una gran dama del vodeville sentada en el WC increpe la impotencia de su marido de forma soez. Realmente, es de admirar la facilidad con que la gente se desternilla al ver a un hombre lobo disfrazado de crustáceo, a un espectro en pleno orgasmo, a un matrimonio en horas fúnebres tirándose los trastos y a una médium lamentándose de su menesterosa vida sexual.
Entre burlas a los obsesos del reciclaje y a las novias sin personalidad (‘Soy verde ya’) y mofas a los vampiros de Swarovski que, en lugar de derretirse, brillan con la luz solar (‘Eso no es vampiro ni es ná’), destaca la actuación de Esteban Ciudad en ‘Dr. Jekyll y Hermana Hyde’, interpretando a un transexual con trastorno disociativo de identidad. Apropiado número burlesque para recordar que fue en los cabarets donde los travestis se subieron a las tablas por primera vez.
El Off-Gran Vía de Madrid
En total, 18 sketches sin conexión argumental que un grupo de seis muertos vivientes están condenados a representar durante la eternidad. Empezaron en 1994 en el Duplex de Nueva York, un piano bar alejado del Theater District donde actuaban Barbra Steisand y Woody Allen cuando no los conocía nadie. El musical de Rob Hartmann y Scott Keys se pasó 15 años resucitando en locales del Off-Broadway: de Manhattan a Minneapolis, Los Ángeles, Nashville, Seattle, New Hampshire… Entre las más de 30 ciudades estadounidenses por donde giró, fue en Chicago donde la actriz y productora del Macabaret español, Isabel Fonseca, lo encontró. Era la festividad de Todos los Santos y, en lugar de mendigar caramelos de puerta en puerta, le propusieron ir al teatro.
En el Porch Light Music Theatre se enamoró de tal forma de la cadavérica tropa que pidió permiso a sus creadores para resucitarlos en Madrid, primero en el Teatro Prosperidad y ahora en el Alfil. Es ella quien les enseñaría el idioma haciendo de traductora y quien adaptaría el guion de acuerdo a las claves del humor español, porque no se ríen de lo mismo los espíritus en Estados Unidos que en este país. Un zombie gringo, por ejemplo, jamás entendería qué pintan dos rombos rojos en una esquina del sicalíptico número de Carolina Barca, ‘Alma perdida’.
Típicas psicofonías de Broadway
Lo que sí es universal para espectros de cualquier nacionalidad es la composición musical, una apuesta segura por psicofonías de Broadway típicas: boogie woogie, swing, rock, blues… que vienen a confirmar el estudio publicado hace unos días por el CSIC, según el cual las canciones de los últimos 50 años suenan todas más o menos igual. No se puede decir que ninguna pieza sobresalga entre las demás, salvo ‘Macabaret’, por ser el ‘Willkommen’ de los muertos vivientes, y un par de baladas (‘Brilla Luna/ Ámame en la luz’ y ‘No estoy allí’), por rechinar con el tono chistoso y macabro del resto del musical.
En cualquier caso, el ritmo lento de estas últimas melodías previas a la despedida les sirve a los actores para recuperar el aliento –algo complicado para el nosferatu y sus amigos, si se supone que están muertos… –, y, al público, para apurar las últimas gotas de su copa y reponerse del dolor de costillas después de una mortal hora y media de risas.
¿Mérito de los gags o de los zombies del bar?
Macabaret
Música y libreto original: Rob Hartmann y Scott Keys Adaptación al castellano: Isabel Fonseca y Jose Masegosa Dirección: Jose Masegosa Dirección musical: Frederic Salvador Coreografía: Sonia Dorado Dirección de sonido: Javier Esteban Navarro Diseño de vestuario: EnCaminArte.
Elenco: Esteban Ciudad (Phil Graves), Isabel Fonseca (Maude), Carolina Barca (Donna), Alberto Sánchez (Paul), Adriana Campillo (Victoria), Frederic Salvador (Padre Karrak).
Lugar: Teatro Alfil.
Fecha: Jueves, viernes y sábados hasta el 8 de septiembre.
Hora: 22.30h.
Precio: 13 euros.
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Juan