“El Hombre Bolígrafo” de Grises
Por Cristina Consuegra.
El Hombre bolígrafo
Grises
Origami
Abril, 2011
Parece que el sello discográfico Origami está dispuesto a hacerse con toda una cartera de grupos y artistas que destacan por un sonido caleidoscópico y altamente adictivo. Dolores, Edredón y Ledatres son buen ejemplo de este selecto horizonte sonoro al que hay que añadir al quinteto vasco Grises gracias a la publicación de El hombre bolígrafo (Origami, 2011), trabajo producido por Eñaut Gaztañaga, cantante de la banda. El debut de los de Guipúzcoa no puede ser más redondo ni ambicioso, nueve canciones que se debaten entre dos territorios perfectamente definidos a lo largo del tracklist del álbum, un repertorio que no sólo refuerza la identidad del grupo sino que permite divagar en torno a los derroteros que esta banda tomará en su segundo trabajo.
El primero de esos territorios a los que hago referencia viene delimitado por los parámetros del pop más festivo, el de corte más bailable, donde la banda despliega una amplia gama de artefactos sonoros para crear canciones de pura celebración pop, canciones que coquetean con los ecos afrocaribeños de los neoyorquinos Vampire Weekend -y que, a ratos, camina sobre la sombra alargada de Television-, sin disimular la apetencia hacia grupos como The Cinematics. Los temas “Plástico eléctrico”, primer single de la banda, “Chicles pegados”, “Aspiradora espacial”, “El hombre bolígrafo” y “Asteroides” conforman este particular escenario. Y sin alejarnos mucho de la esencia de este primer grupo de canciones, la celebración pop, hay que hablar del segundo conjunto que da vida a ese otro territorio algo más sofisticado y, obviamente, menos luminoso. Con destellos que nos hacen mirar hacia bandas inglesas como Foals, Glasvegas y Joy Division, el primer corte de El hombre bolígrafo, “Parfait” ya advierte sobre la calidad de este segundo entramado sonoro; “Polaroid”, “No es imposible” y “Daiquiri” completan este segundo territorio.
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