Entrevista al escritor sirio Khaled Khalifa por «Elogio del odio»
Por Benito Garrido.
A propósito de su última novela titulada Elogio del odio (Editorial Lumen, 2012), hemos entrevistado al escritor siro Khaled Khalifa.
Khaled Khalifa es un autor polémico y combativo con las autoridades de su país. Nació en 1964 en un pueblo cerca de Alepo, en Siria, y allí creció acompañado de sus doce hermanos. Licenciado en derecho, dejó la carrera de lado para participar activamente de la revista Aleph, censurada pocos meses después de su aparición. Actualmente vive en Damasco y es muy conocido como guionista de cine y programas de televisión. Hasta la fecha ha publicado tres novelas y es uno de los autores más reputados de su país. Elogio del odio fue Finalista del Premio Internacional de Ficción árabe pero no pudo publicarse en Siria porque el autor había osado plantear en la novela los trágicos acontecimientos de principios de los ochenta, un momento de lucha política entre el gobierno y los radicales islamistas, que acabó con la muerte de diez mil personas.
Elogio del odio. Khaled Khalifa. Editorial Lumen, 2012. 392 páginas. 20,90 €
Una novela de iniciación, donde el despertar vital de una adolescente siria se trenza con la difícil situación política de su país.
Son las ocho de la tarde de un jueves cualquiera en Alepo a principios de los años ochenta, y por las callejuelas de la ciudad desfilan cuatro mujeres que proceden de la misma casa, totalmente cubiertas por un velo negro y guiadas por un hombre ciego. Al mirarlas mientras andan como sonámbulas hacia los baños públicos, nadie diría que detrás de esta máscara oscura hay cuerpos con recuerdos y anhelos distintos, pero así es: Mariam, la mayor, anega en rezos el recuerdo de un amor que no fue; Marwa colecciona mariposas muertas y siente aun el olor del hombre que la enloqueció de deseo, y Safa piensa en las camisolas ligeras que vestía antes de marchar a Afganistán con su esposo y compartir con él una chabola de barro.
Cierra la fila una joven sin nombre, que se alimenta de odio para definirse frente a los demás y aceptar que tanta renuncia al placer tiene un sentido. Es ella quien pone voz a esta historia, para recordar sus días de estudiante y activista en una lucha sin reglas claras, mientras los escuadrones de la muerte arrasaban las calles, sus años en la cárcel añorando el perfume de las especias y peleando por llevarse a la boca una manzana podrida, y finalmente el exilio en Inglaterra, un país sin colores y sin oídos. En las palabras de esta mujer sin nombre caben el pasado y el presente de Siria, una tierra que Khaleb Khalifa ama y describe con auténtico talento.
El escritor sirio Khaled Khalifa nos recibe con un brazo escayolado resultado de la dura represión que la policía siria infringió en el funeral de una víctima de la revolución. El autor nos confiesa que ama su país y que este libro es la prueba de ello.
Entrevista:
P.- ¿Qué te impulsó a escribir este profundo diario de una mujer sin nombre? ¿Te resultó complicado escribir desde el punto de vista de una mujer? ¿Por qué lo hiciste?
Fue un verdadero desafío para mí escribir una novela con esa voz femenina contando la historia. Pensaba que narrar los hechos con una voz masculina iba a ser algo más seco, sin alma, de ahí que recurriera a una mujer. Teniendo en cuenta que yo quería hablar de una ciudad, de una familia y que precisamente las mujeres son las que pueden entrar en todos los recovecos de esas sociedades cerradas, tradicionales y conservadoras (los hombres no lo tienen tan fácil para entrar en todos esos rincones) que yo quería reflejar, el punto de vista femenino me pareció el mejor. Además, yo creo que todos los seres humanos tenemos un lado femenino y ésta vía narrativa también era una forma de descubrirlo.
P.- Narrado desde una visión femenina, este es un libro que pone de manifiesto la profunda angustia en que viven las mujeres sirias.
Este libro no habla exclusivamente del sufrimiento de las mujeres, bucea también en las profundidades de su vida en general. Habla de sus amores, felicidades y frustraciones, de todo un poco. No es una obra victimista, sino todo lo contrario.
El concepto de la felicidad en sí es diferente de una cultura a otra, de una tradición a otra. Cuando las mujeres europeas vienen a mi país y comparten tiempo con las mujeres sirias, se quedan sorprendidas (sobre todo en una ciudad de costumbres tan arraigadas como Alepo) porque esa vida tradicional que allí llevan no es tan mala como se piensa. El hecho de conservar esas tradiciones, sobre todo en torno a las relaciones humanas o el sexo, tiene un gran valor. Quizás sean cosas no muy claras para los occidentales, cosas que no pueden entender.
P.- La principal protagonista de esta novela es la soledad, pero también y con independencia del título, rezuma mucho amor entre sus páginas. ¿Solo el amor puede salvarnos?
No solo el amor. El amor puede servir para protegernos del odio. El hecho de buscar el amor es algo sublime. La cultura de vivir, de tener ganas de vivir, siempre es mucho más fuerte que la cultura del odio o la muerte.
Durante ciertas etapas de la historia de mi país se respiró mucho odio. No debemos olvidar que éste también es un sentimiento humano, y para prueba solo hay que ver lo que está ocurriendo en el mundo, el salvajismo hacia el que el hombre se ha encaminado, olvidándose incluso de los derechos humanos.
P.- ¿Es Mariam el ejemplo de mujer sometida a la tradición?
Mariam no es una mujer sumisa, es el ejemplo de una mujer que vive feliz, el modelo que me gusta como lector. Ella rezuma bondad, se sacrifica, y se entrega a los demás. Este tipo de mujeres son madres sin serlo pues no esperan nada a cambio.
P.- Es curioso como a través de lo que ocurre en el colegio, entre los compañeros de clase, ya podemos apreciar el mundo que vive fuera y que pone a cada uno en su sitio.
Sí, yo quería hablar sobre cosas que existían en la sociedad siria en general, incluso en los colegios. En los años ochenta no existían escuelas privadas, así que todas las clases sociales se veían reflejadas en el alumnado pues no había otra opción. El colegio se convierte entonces en un reflejo de esa sociedad, con sus diferencias y con sus odios. Ahí ya podemos ver como las buenas personas pueden cambiar.
Me preocupa el hecho de que un hombre bueno pueda cambiar tanto como para convertirse incluso en un asesino. He visto esa transformación y es algo terrible.
P.- Su narrativa esconde un halo como de cuento antiguo, incluso de poesía, aún a costa de la crudeza que se está contando. Es ese uno de los mayores atractivos de su escritura.
Yo escribí poesía durante mucho tiempo, pero en realidad no quería ser poeta, de ahí que no la publicara. Cuando hice el cambio de rumbo hacia la novela ya me centré en este camino, y me olvidé de la poesía. A veces escribo ocasionalmente algún poema que regalo a los amigos.
Quizás esos orígenes no puedo disimularlos cuando me pongo a hacer una novela. Y además creo que para escribir bien hay que pensarlo mucho y dedicarle el tiempo suficiente (sin urgencias) como para que el resultado sea satisfactorio.
P.- Sus otras dos novelas no fueron censuradas, pero llega Elogio del odio, incluso con premio debajo del brazo, y se prohíbe su publicación. ¿Por qué?
En mi país está prohibido hablar de los acontecimientos de la insurgencia islámica ocurrida en Hama el año 82. No se puede contar nada sobre aquellas masacres que el gobierno perpetró sobre la población. Mi libro habla del tema, de ahí que esté censurado.
El régimen no quiere hablar de las líneas de actuación y represión que llevaron en los años setenta y ochenta, está prohibido, es como una banda roja que no se puede pasar. Con la reciente revolución, la gente se atrevió a recordar los episodios sangrientos de los años ochenta y ahora han empezado a salir datos y documentos sobre las masacres acaecidas.
P.- ¿Aquello que ocurrió en el 82 puede catalogarse como limpieza étnica, religiosa, represión política?
Realmente lo ocurrido entonces fue un verdadero genocidio. Cerrar y aislar totalmente una ciudad del mundo exterior significaba dar luz verde a las fuerzas del orden para que hiciesen lo que les diese la gana. Estos son episodios que recuerdan la época de los bárbaros.
P.- Dura realidad la que se vive. ¿Sigue la tradición marcando la vida en la sociedad siria? ¿o se respiran ya ciertos aires de modernidad?
La vida cambia pero a pesar de eso, la tradición sigue teniendo un valor. Yo creo que es algo que hay que conserva y no tiene porque ser incompatible con la modernidad. Esa sociedad clásica ha dado muchos valores positivos al hombre y por tanto, no debemos renunciar a ellos. A veces creo que la crisis occidental, y de Europa en concreto, encuentra su origen en el hecho de haber renunciado a sus valores más clásicos y tradicionales.
P.- Libertad, democracia ¿es la palabra mágica que aliviaría la tensa situación de su país?
Hoy en día se han convertido en una necesidad. Los sirios ya no aceptan ser un pueblo callado y sometido a la represión. Una sociedad como la nuestra ya no puede aguantar ver como se están expoliando sus riquezas por parte de un grupo de corruptos. Y el sirio de a pie aspira a una vida mejor, quiere mejorar.
P.- ¿Qué opinas de lo que está pasando en otro países árabes a raíz de movimientos como la primavera árabe?
Estamos ante un resurgimiento de la cultura árabe, de la nación árabe. Y aunque existan muchas peculiaridades de un país a otro, estoy convencido que nos espera una década que va a estar llena de primaveras árabes. Será difícil y costoso porque hay muchos que no quieren que resurja de nuevo esa nación árabe, pero el pueblo ya ha decidido emprender ese camino.
P.- ¿Tiene ganas de volver a su país aún en la situación que se está viviendo? ¿Es la lucha un aliciente más en la vida?
Estoy bien y cómodo dentro de esta revolución pues ella me ha dado la ilusión, la esperanza en el cambio, en el futuro. A diario ves ejemplos de sacrificio y valentía que animan a seguir luchando en esa línea de cambio. Yo siempre digo que el hecho de escribir puede esperar, pero la revolución no espera.
P.- ¿Tienes ya nuevos proyectos o ideas para tu siguiente libro?
Tengo una novela que acabo de escribir. Se titula No hay cuchillos en las cocinas de esta ciudad y habla también de los sucesos acaecidos durante los cuarenta años de dictadura siria, pero en otra línea totalmente al margen de la represiva que hemos comentado. Se trata de una obra muy diferente a esta.
Si tengo un deseo grande es el de escribir una gran obra sobre mi ciudad, sobre Alepo.
Este escritor no debe hablar asi..pue en un pais religioso y con gente terroristas no puede haber nunca una democracia