Columnistas

Lo que no se debe hacer con un hombre

 

 Por Tura Varla

            M estaba llorando a moco tendido, sus lágrimas caían una detrás de otra sobre el té moruno, se sentía abatida, traicionada, estúpida. Pues bien, lo que yo dije a todo esto fue:

            -La culpa no la tienes más que tú, bonita.

            Y es que las relaciones personales se basan sobre todo en conocerse a uno mismo y lo que necesita, lo que es, lo que le va o no le va. Si partimos de esa base, todo es más sencillo. El mayor problema es que, por más que nos empeñemos, nos conocemos muy poco. No siempre lo que creemos querer, lo que nos parece adecuado o que deberíamos desear, se corresponde con lo que realmente necesitamos o queremos. La opinión de los demás o el disfraz que nos hemos hecho de nosotros mismos (el disfraz de hippi liberal de M, por poner un ejemplo), nos puede en muchas ocasiones, dando lugar a desastres de monumentales dimensiones. Es bastante probable que Micropene cuadrara muy bien con M en cuanto a deseos, inquietudes e incluso tipo de persona. Pero a él le pudo la chica decorativa y mona que llevar del brazo (mola saber que te acuestas con la mujer que todos quieren follarse y saberse envidiado) y a M las convicciones de cartón piedra que se había impuesto en cuanto a amor libre. Micropene, debajo de esa postura de superpedante estudioso de cosas que a nadie le importan, pero que es admirado por los más frikis de los aficionados a la literatura bosnia, escondía un tipo inseguro y probablemente sensible que, por circunstancias de todo tipo, había escondido sus ganas de establecerse y formar una familia. Lo más creíble sería pensar que la combinación queda-muy-molón-ir-de-flor-en-flor-si-se-es-intelectual con  rencor-postraumático-por-relación-larga-con-mujer-que-hace-chistes-sobre-su-hombría dieran como resultado su relación con Poeta Fotogénica. Porque Poeta Fotogénica era lo que debía desear, curaba su ego herido y además quedaba muy bien en las fotos.

            ¿Entonces M?

            Si Micropene se sintió en algún momento culpable por haberle sido infiel a Fotogénica con M, aquella reunión en la que ella se prestó de muy buenos modos a una relación liberal sin sentimientos y mucho buen rollo, borró los remordimientos de un plumazo.

            En resumen: nunca hay que ofrecerle a un hombre una relación abierta. Jamás hay que decirle que serás su tirita y que no quieres nada serio. Y bajo ningún concepto hay que dejarle creer que si se presenta borracho y de madrugada en tu casa para follar, le vas a abrir la puerta y las piernas. ¿Pero esto qué es? ¿Además de Telepizza hay Telecoño a la carta?

            Y no hay que hacer nada de esto por varias razones. La primera y más importante es que un hombre, en cuanto a libertades, si le das la mano, te cogerá el codo, después del hombro y si te alcanza el cuello adiós mundo cruel. La segunda es que, evidentemente, nunca se quedan con la que les ofrece libertades.

            Mi teoría al respecto es una mezcla de dos hipótesis. Creo que por un lado, los hombres están deseosos de límites, de control. Les ponen las mandonas, celosas, manipuladoras, chantajistas emocionales, frágiles y posesivas. Quizá sólo por poder quejarse de todo ello. Son con las que se casan, con las que ejercen sobre ellos un control y les ponen obstáculos. Les gusta el reto. Y por el otro lado, creo que hay una cosa más básica y troglodítica: los hombres piensan que si una mujer les pone facilidades, es que se las ha puesto a todos. Y eso da a la mujer una calidad de “usada” o “usable” que le quita valor intrínseco. Porque a los hombres les gusta estrenar.

            En un mundo en el que parece que han cambiado tantas cosas, estas estupideces siguen existiendo, y a mí me da una pena tremenda. ¿Pero qué hacer? ¿Entrar en el juego? ¿Asesinarlos a todos? M moqueaba sin cesar porque se había enamorado de Micropene y Micropene no había comprendido que darle libertades y hablar de hippismo, era la forma de M de declarárselo, de jurarle fidelidad, de darle lo que ella consideraba más importante. La abracé.

            -Nena, nunca hay que ofrecerle esta clase de facilidades a un hombre porque siempre podrías cambiar de idea. Pero él no. 

One thought on “Lo que no se debe hacer con un hombre

  • Muy chata la vision sobre «los hombres». Si esperamos ser valoradas (las personas) no se puede empezar desvalorizando al genero masculino por aparentes frustraciones amorosas, diciendo que somos de determinada manera y no se puede esperar otra cosa de nosotros, como lo que dice en la ultima oracion y en varias partes del relato. Por otro lado parece un discurso muy represivo para las mujeres, no hagas esto o aquello por que sino.. Solo viviendo se aprende y los caminos, afortunadamente, son infinitos!
    Saludos y mejor vibra.

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