Imperfecciones de las familias felices
Por Daniel Dimeco
“Todas las familias felices se parecen”, dice Lev Tolstoi en Anna Karenina, y lo repite uno de los personajes de Duda razonable llegando al final de la obra que Josep María Mestres dirige en la Sala Cuarta Pared hasta el 22 de julio. ¿Sabemos quién es la gente con la que compartimos nuestro tiempo y espacio? ¿Conocemos a los compañeros de trabajo, a los vecinos, a los amigos y familiares que nos rodean?
La chica de la limpieza se olvida el bolso y el móvil en casa de sus jefes. ¿Quién se resiste a la tentación de cogerlo y contestar la llamada, máxime si creen que es la propia empleada intentando localizar su móvil? Hasta que la voz de un hombre descarga una serie de amenazas y despierta todas las alarmas de los dueños de casa, echando a rodar el texto del dramaturgo vasco Borja Ortiz de Gondra, Premio Calderón de la Barca 1997, entre otros, y Coordinador del Proyecto Espacio Teatro Contemporáneo (ETC) en la Sala Cuarta Pared.
Una pareja de mediana edad y económicamente acomodados, él (Marcial Álvarez) es catedrático en la universidad, y ella (Ana Pimenta) es una periodista con ansias de llegar a ser escritora. Tienen una vida normal, como la de la gente normal de clase media y media alta, hasta que la llamada al móvil de la empleada entra como una cuña en sus vidas ordenadas y desata las contradicciones que suelen plantear los dilemas morales cuando luchan, cuerpo a cuerpo, con la curiosidad y los deseos. Los personajes de Duda razonable se plantean si seguir adelante y saber qué es lo que está sucediendo en la vida de la chica de la limpieza o detenerse y seguir ignorantes. Se debaten entre ahondar en el universo desconocido para ellos de alguien que va una vez a la semana a limpiarles la casa o ser lo suficientemente educados como para no inmiscuirse y dejar que cada cual prosiga por su camino.
La obra, lentamente, se va enredando en sí misma y planteando las dudas razonables que todos, los que pertenecemos a familias normales y felices, nos plantearíamos ante una situación similar. La obra de Ortiz de Gondra destila señales que conducen a que el espectador ponga en entredicho a todos los personajes, empezando por el padre (Alberto Huici) de la chica, al tiempo que la realidad de violencia y agresividad remonta en un imparable in-crescendo.
Todos somos frágiles y somos algo o alguien en tanto que podemos medirnos con otro al que creemos fielmente conocer y que nos sirve de referencia. El problema estalla en nuestras caras cuando descubrimos realmente a quien creíamos conocer y considerábamos alguien normal, un miembro más de otra familia feliz o de la nuestra.
Duda razonable es un montaje que pone en evidencia la flexibilidad con la que tendemos a medir la ética cuando nos hallamos refugiados en la intimidad de nuestras casas o cuando la realidad nos obliga a enfrentarnos a situaciones que nos desbordan o que, hasta un determinado instante de nuestras vidas, no consideramos que puedan ser trascendentes o, incluso, que puedan acarrear trasfondos sociales tan ruines como la violencia machista, los abusos o que alguien llegue a medrar con el dolor ajeno.
Todas las familias felices se parecen, incluso, en el modo de ocultar sus miserias. Javier y Olga no son la excepción y, en sus vidas, también existe algo que desmantela las apariencias provocando que el castillo de naipes se tambalee con el peligro de caer.
Destacables las interpretaciones masculinas, tanto la excelente de Marcial Álvarez como la interesantísima del temeroso y por momentos atormentado papel que le toca desempeñar a Alberto Huici. Y un pellizco se deja sentir con las interpretaciones femeninas, porque Ana Pimenta no abandona nunca la postura hierática, ni siquiera en las escenas en las que sería más atractivo y verosímil teatralmente verla quebrarse, y porque Celia Pastor no acaba de convencer con las sobreactuaciones y los llantos de telenovela que no son lo más adecuado para transmitir la dureza del texto y la hondura del drama que vive su personaje.
A la puesta en escena, no al texto, le falta inyectar en los espectadores breves dosis de angustia y hacerles más creíble la atmósfera de agresividad que se vislumbra porque se sabe la temática y los derroteros de la obra. Al fin y al cabo, me gustaría haber salido sintiendo que “todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”.
Duda razonable
De Borja Ortiz de Gondra
Dirección: Josep María Mestres
Reparto: Marcial Álvarez, Ana Pimenta, Celia Pastor y Alberto Huici
Producción: Vaivén Producciones y Un 9 Teatre a l’Est S.L.
Lugar: Sala de Teatro Cuarta Pared (Madrid)
Fecha: Desde el 11 hasta el 22 de julio