Tracey Harnish: “Dedico la mayor parte de mi tiempo al arte. Hago arte, contemplo obras de arte y escribo o leo sobre arte”.
Por: Mauricio A. Rodríguez Hernández
Tracey Harnish, crítica de arte y bloguera para el portal de noticias en Estados Unidos Huffington Post, asistió a la Escuela de Arte y Diseño en Otis. Además de escribir sobre arte para el sitio CultureMob.com, escribe sobre la comunidad artística en Los Ángeles en su blog, LAArtDiary.com. Sus trabajos han sido mostrados en varias exposiciones colectivas y recientemente recibió el primer premio por la exposición LBA’s California Open. A través de su negocio, ArtWhiz.biz, Tracey se dedica a la promoción de artistas.
¿Dónde creció?
Crecí en el Valle de San Fernando, un condado de Los Ángeles bastante suburbano. En la época que viví allí, sólo había casas, parques, centros comerciales y cines. Era un barrio en donde los niños jugaban en las calles, íbamos a la playa durante el verano, nuestros padres trabajaban mucho y nuestras madres se conocían entre ellas. En pocas palabras, era un barrio de clase media. Lo más llamativo quizá fuese la normalidad, que nada era excepcional.
¿Cómo empieza a interesarse por las artes visuales?
Comencé a dibujar cuando tenía entre 7 y 8 años de edad. Me gustaba dibujar objetos que veía fuera de mi barrio: señales peatonales, bocas de incendios o postes de teléfono. Posteriormente, empecé a dibujar animales abstractos. Me gustaba hacer cosas artesanales. Cuando estaba en la universidad, di clases de arte y finalmente me di cuenta de que me quería dedicar al arte. Pasaba mucho tiempo dibujando criaturas fantásticas y naturalezas muertas con el bolígrafo, con la técnica del puntillismo, pero me aburría en clase y lo dejé después de cuatro años en la universidad. Un tiempo después regrese a la escuela de arte.
¿Cómo es un día normal en su vida?
Eso depende. Cada semana dedico varios días a trabajar únicamente en proyectos de arte. El resto de días de la semana, me dedico a escribir para tres blogs. Esos días suelo visitar galerías o museos. También dedico algo de tiempo a ayudar a otros artistas.
¿Cuáles son sus pasatiempos?
Realmente no tengo ninguno. La mayor parte de mi tiempo lo dedico al arte. Hago arte, contemplo obras de arte y escribo o leo sobre arte.
¿Hay algún artista que le haya inspirado al inicio de su carrera?
No me inspiró ningún artista en particular. Siempre he tenido un fuerte deseo ser artista. Desde que era joven, quería vivir la vida de un pintor. Hubo momentos en mi vida en que me distraía de hacer arte, pero la sirena me llamó y supe que, para ser feliz, debía vivir de mis pensamientos creativos.
¿Cómo le gustaría ser recordada?
Nunca pienso en eso, en realidad. Me gustaría que mi trabajo fuese visto y apreciado en el presente.
¿Cuáles son sus sueños?
Deseo pasar el tiempo realizando lo que más me gusta, lo que significa pensar creativamente y convertirlo en algo físico, transformar dichos pensamientos en algo tangible. La forma en que la luz se refleja en el océano o en un campo amarillo de color puede ser muy emocionante. Son esos pequeños detalles los que componen la vida que quiero llevar.
¿Prefiere enseñar o trabajar como artista visual?
Nunca he enseñado y, en realidad, prefiero hacer arte que hablar de ello. Pienso que la imagen visual tiene su propio idioma, y que es, irónicamente, desde que soy bloguera, mi verdadero idioma.
¿Cuál es su percepción con respecto al arte contemporáneo actual?
Pienso que es un momento emocionante. En Los Ángeles, donde vivo, siempre hay una actitud de “todo vale”, si lo haces bien. Aunque creo que, como la economía mundial ha tomado otra dirección, los artistas se están desplazando hacia el arte más irónico y sincero.
Si no hubiese sido artista, ¿a qué le hubiera gustado dedicarse?
Solía decir que debí haber estudiado fotografía cuando era joven. Pero la realidad es que ya tengo varias profesiones: fui propietaria de una panadería, fui asistente personal de un entrenador de perros famoso y también esposa de un empresario de una de las cadenas de comida rápida más grandes en Estados Unidos. Estudié meditación, cuido a mi hermano, que es discapacitado… Tuve diferentes oficios, pero la única profesión que siempre me ha gustado es ser artista.
¿De qué manera cree que los jóvenes artistas deban utilizar las nuevas tecnologías de una manera eficaz?
Estoy un poco pasada de moda en este sentido. Normalmente utilizo lápiz y pinturas. Sin embargo, pienso que la tecnología es muy emocionante y ver lo que los jóvenes artistas están haciendo es conmovedor. Recientemente vi una instalación que incluía escultura, pintura, video y música, era una creación de todo un entorno. Creo que las posibilidades de mezclar distintos elementos son infinitas.
¿Cree que hay conexión entre el dinero y una obra de arte?
Solo para la persona que compra arte. Para mí, en lo personal, no lo creo. Pero obviamente existe un mercado del arte, y yo trato de conciliar los dos. La historia nos muestra con frecuencia que los artistas que realizan un trabajo extraordinario no obtienen el reconocimiento que merecen. Muchas veces pienso en Alice Neel, que no fue reconocida como la artista extraordinaria que fue hasta que casi tenía 70 años.
¿Qué sigue para Tracey?
Estoy aislada perfeccionando algunas esculturas. Estoy utilizando nuevos materiales, y estoy muy entusiasmada con ellos, son muy distintos a los que he utilizado anteriormente. Además, he comenzado una nueva serie que tendrá una perspectiva diferente y que versará sobre temas relacionados con la política. Algunas noticias como el vertido de petróleo, las personas del golfo y su impacto en la economía me han impresionado. Y, por supuesto, continuaré visitando exposiciones y escribiendo en mi blog en el Huffington Post, en artweek.la y laartdiary.com.