PASIÓN A PUNTA DE AGUJA
Por Laura Muñoz
El barrio está tranquilo a estas horas de la tarde. En Getafe hace calor, mucho. He venido a conocer el estudio de Jose Peine, que acaba de regresar de un fin de semana de convención en Valencia. Primer premio en la categoría negro y gris: la Estatua de la Libertad hecha sirena, una pierna y el arte en la punta de mínimas agujas que entran y salen. Puntas, tinta y piel tienen la culpa del premio enmarcado que cuelga en la pared frontal de su estudio. Y arte, mucho. El ambiente es de confianza a pesar que es la primera vez que lo visito: muy necesario si has venido a vivir la «ceremonia». El tatuaje, como parte de un estilo de vida, se siente de adentro hacia afuera. Tinta entrando y endorfina que sale.
Sobre la mesa de trabajo hay recipientes en los que impregnar la idea. Los ha posado sobre vaselina, son cuatro. Negro y blanco. La «pistola». Un dibujo en papel que transparenta la piel. Como una capa, se despega y algo queda, todo empieza. Es volver al principio para retomar un continuará. Un continuaré. Es saber que te vaciarás de sensaciones y estar dispuesto. Es vivir una infancia lejana y como uno quiere (re)vivirla. Es recordar(te) por qué estás ahí y no en otro lugar. Ocurre porque quieres, quiero.
Rodea toda la escena la música rock que Jose venera, los objetos de culto que expone en su estudio y un pequeño museo compuesto por las primeras máquinas caseras que él mismo fabricó antes que el mercado de material se abriera. La voz de Lemmy, de Motörhead, se arrastra por la estancia y pone banda sonora a las reliquias en estantes formando un collage perfecto que define a Jose mejor que cualquier explicación.
Es necesario comenzar la entrevista al propietario de Jose Peine Tattoo con una felicitación. Ha asistido, como tantos artistas del tatuaje, a la 12ª Valencia Tattoo Convention, donde ha ganado el premio al mejor tatuaje en la categoría negro y gris.
Me pregunto si además del reconocimiento, no nos olvidemos que la asistencia a este certamen es internacional y masiva, Jose trae algo más.
J.P.: Como en ocasiones anteriores, el haber compartido vivencias y cervecitas con los mejores tatuadores y sin embargo amigos. El sentir que no existen envidias ni competitividad, aparte de la que nos hace mejorar, saber de la suerte de tratar con los mejores en cuanto a calidad humana y humildad. Todo eso es lo mejor que me traigo de la convención. Sí es verdad que conseguir el Premio categoría negro y gris del sábado es importante pero no significa que esté todo hecho. Los recuerdos siempre son lo mejor que puedo conservar.
Este año has celebrado tu mayoría de edad como profesional del tatuaje. ¿Cuándo y cómo descubriste que era a lo que querías dedicarte?
J.P.: El contacto con los tatuajes ocurrió a mis doce años, edad a la que me tatuaron por primera vez. No quedó muy bien, así que eso me motivó a intentar mejorarlo. Poco a poco, la cosa empezó a tomar finura y, a pesar de la pasión que sentía, nunca creí que pudiera dedicarme a ello profesionalmente. En el 91 empecé a tener los primeros ingresos generados por mi trabajo. Antes siempre lo había regalado por considerarlo una simple afición. Con mucha pasión, sí, pero mero entretenimiento. Cerca del año 94 decidimos abrir el primer estudio, estando convencidos que el tatuaje podía ser mi medio de vida. Lo recuerdo como un sueño que pensé, entonces, no perduraría.
¿Puede cualquiera dedicarse a tatuar y es necesario tener alguna formación específica?
J.P.: Para dedicarse a tatuar, como para la música, no creo que todo el mundo valga. Ambas cosas van mucho más allá del trabajo tal cual. Actualmente, la formación es obligada por ley, pero no es el secreto para ser buen tatuador sino un trámite burocrático entre tantos. El correcto aprendizaje se consigue con muchos años de dedicación. Cada tattoo es una aventura que no todo el mundo es capaz de captar.
Para ti, ¿qué sentido tienen los tatuajes?
J.P.: Representan la conexión de las cosas que nos gustan o desagradan, siendo imprescindible pasar la prueba de fuego. Esto significa ser capaz de aguantar el dolor y canalizarlo a través de uno mismo. Lo considero un tipo de terapia, una en la que vamos dejando trozos de nuestra historia. Todos los tatuajes, bajo mi punto de vista, tienen un sentido especial y son parte de uno, nadie lo puede sustraer. Es una pertenencia, la forma artística de expresar sentimientos o estados anímicos.
¿Percibes el tatuaje como un medio de expresión del individuo o crees que es más una cuestión de estética?
J.P.: Lo concibo totalmente como una expresión de uno mismo y, como yo, mucha gente. Y, aunque hay que reconocer que casi un 60% lo hace por pura estética o moda, los profesionales del tatuaje nunca lo hemos considerado como tal. Para nosotros es una forma de vida que no cambiará siempre y cuando se tenga fidelidad a las ideas y prioridades personales. No hay que olvidar que los tattoos son permanentes y para siempre.
A estas alturas, sigue habiendo prejuicios respecto a los tatuadores y tatuados (a pesar que el tatuaje ya existía en el año II d. C y se han encontrado, incluso, momias tatuadas). En este aspecto, ¿crees que nuestra sociedad ha evolucionado? ¿Termina de integrarse el tatuaje entre nosotros o sigue siendo motivo de rechazo?
J.P.: Por una parte creo que ha evolucionado mucho y ha sido aceptado, pero también se han dado algún paso atrás. Quiero pensar que a la gente tatuada no se la ve como delincuentes pero curiosamente, en dos años para atrás, se observa una transición social llena de prejuicios. Aún no lo entiendo mucho, ya que se supone que al ir cambiando de generación se abre un poco la mente que antes permanecía cerrada. Ver que empresarios jóvenes discriminan por el hecho de llevar tatuajes o un piercing es lo que hace que no entienda muy bien el progreso. Años atrás había estatutos de trabajadores que hacían referencia a la no discriminación al respecto, pero hoy se han perdido.
En esta línea, y bajo tu punto de vista, ¿Se trata de una moda que pasará?
J.P.: No creo que se trate de una moda que pasará aunque es verdad que aumenta la cantidad de gente que se mete en esto y sí puede perder algo de autenticidad. Quizás la cultura del tatuaje desaparezca por decisión del gobierno y no por pasar de moda. Podrían, incluso, prohibirlo. De alguna manera, intuyo que lo están intentando.
Desde hace unos meses, en un canal de tv, se está emitiendo un programa donde se puede conocer de principio a fin el proceso de tatuarse. ¿Has notado que la afluencia de público ha crecido influenciado, quizás, por esta emisión?
J.P.: A pesar de las críticas de mucha gente, a mí me parece bien. Este tipo de reality hace que gente que jamás había entrado a un estudio de tatuaje se familiarice con el proceso e, incluso, se anime a una primera experiencia. Cuando el cliente conoce el trabajo, se pone en nuestras manos de una manera mas confiada, respetando que el artista pueda hacer un tatuaje más personal. Al contar con más información, también nos ahorra el trabajo de explicar muchas cosas. Pero no se puede obviar el lado negativo: mucha gente lo ve fácil y cree que, simplemente, vale con imitar una vestimenta o una decoración transgresora y ponen en marcha un estudio. Están pensando, claramente, en la pasta. Es una equivocación porque al tatuador no nos hace una chupa de cuero ni una gorra hacia atrás. Ni siquiera un cuerpo lleno de tatuajes, aunque pierda algo de «magia», pues un buen tatuador tiene como objetivo conseguir un trabajo de máxima calidad. Si le pone sentimiento, claro, mucho mejor.
Por tu amplia experiencia, ¿cuál crees que es el motivo por el que la gente se tatúa?
J.P.: Los motivos son distintos. Mucha gente se hace cosas que implican un sentimiento, un recuerdo y hay otros que se tatúan por estética y, otra vez, por moda.
¿Dirías que el sector del tatuaje aún puede crecer y evolucionar o, de lo contrario, ya está todo hecho?
J.P.: Casi todo está inventado aunque seguimos evolucionando, y mucho. Es como hablar de pintura: un pincel va a seguir siendo un pincel, pero la manera de trabajar del artista siempre crece. Es verdad que se pueden desarrollar máquinas más sofisticadas, pero poco más. Es importante tener en cuenta que la calidad la pone por la mano que maneja el material.
Metiéndonos de lleno en el momento del tatuaje, háblanos los materiales empleados en el proceso y si utilizas diferentes tipos de aguja según el diseño.
J.P.: Siempre utilizamos agujas, tubos de acero y recipientes que contienen la tinta de un solo uso. Las tintas según la ley, que obliga a usar monodosis. Las máquinas y agujas de diferente grosor, según el tipo de trabajo que vayamos a hacer.
¿Qué composición tiene la tinta que se utiliza al tatuar?
J.P.: La composición (mira uno de los recipientes y me lo enseña)… Está escrito en letra tan pequeña que no podría decirte. Los señores de Sanidad sabrán, que para eso son los que deciden. Esa que ellos dictan es exactamente la que usamos. Ahora están homologando productos chinos que nos quieren obligar a utilizar en nuestros trabajos. Me resulta algo triste pero es así… de la tintas mejor ni hablar.
En el estudio, ¿trabajas sólo o hay más gente contigo?
J.P.: JPEINE TATTOO siempre ha sido un negocio familiar, aunque en algunas épocas hemos tenido diferentes artistas trabajando con nosotros. Incluyo en el equipo desde su origen a mi mujer y mis hijas, que siempre me han acompañado. Actualmente, aunque por suerte todavía sigue habiendo mucho trabajo, no existe el volumen de hace años y algunas tardes me ocupo solo. Casi todos nuestros clientes son amigos, no necesitamos mucho.
Está claro que la zona a tatuar es elegida por el cliente pero, ¿se puede tatuar cualquier parte del cuerpo? ¿Cuál es la más dolorosa?
J.P.: Se puede tatuar cualquier parte del cuerpo, claro, aunque no aconsejo el blanco de los ojos. El dolor es muy relativo y depende de la persona. Por norma o estadística, se catalogan como más dolorosas la zona de las costillas, pies, cabeza o parte interna de piernas y brazos.
Antes de pasar a la ronda de preguntas rápidas, ¿qué consejo le darías a alguien que se tatúa por primera vez?
J.P.: Primero, que se sienta completamente seguro de lo que se quiere hacer. Si noto inseguridad en mis clientes, suelo sugerir que lo piensen por un tiempo. No me preocupa perder dinero un día, me importa que vengan decididos, tranquilos y preparados. Y nada de venir colocado a tatuarse, hay que estar consciente en todo momento.
De pasada:
- Un desafío
Casi todos los tatuajes grandes con muchas horas de trabajo y los más pequeños también son complicados. El tatuar a una persona dos tatuadores a la vez, que he realizado en varias ocasiones. Actualmente preparo algo muy curioso que, sin duda, es un gran desafío.
- Una anécdota
Tengo tantas que podría hablar durante un buen rato… Desde personas mayores y entrañables que se han tatuado por primera vez con 70 años hasta una mujer gitana que quiso que tatuara a todos sus hijos, petición a la que no accedí. Gente con mareos extraños, como cuando una clienta vomitó en mis pies. Hay gente que, bajo mi punto de vista, solicita diseños e ideas que sobrepasan el límite del entendimiento.
- Influencia artística
La misma que todo aquél al que le gusta el realismo: Robert Hernandez, Sebastian Romero, Jordi Marques, Giancarlo Capra, Elisa, etc. En Maori me ha influenciado mucho Tualiki.
- Sentimiento mientras tatúas
Se detiene el tiempo y se produce un tipo de ceremonia espiritual entre la aguja, la tinta y la piel. Disfruto viendo como la otra persona va superando las distintas etapas del tatuaje.
- ¿Música o conversación?
Las 2 cosas. La música es importantísima y la conversación con la otra persona es fundamental. Otras veces es mejor estar callado y escuchar el ruido de la maquina y, de fondo, la música.
- Blanco y negro o color?
Blanco y negro.
- Tendencia actual del tatuaje
El Japo, aunque es el estilo que menos trabajo porque hay mucha gente tatuando este estilo.
- Rasgo principal del buen tatuador
La humildad, el trato humano y la calidad. Estas premisas son necesarias para una ceremonia completa.
- Lo que más te apasiona de tu trabajo
Mi trabajo en sí mismo.
- Y, por último, ¿Qué te diferencia del resto?
Creo que el dejar que el cliente se explique antes de explicarle yo. Hay que escuchar bien para captar mejor.
Terminamos. Jose limpia, hidrata y plastifica mi nuevo tatuaje, su nueva obra. Miro su trabajo en el espejo entre exhausta y pletórica; siento que me emociona de la misma manera que a él: ceremonia completa.
Brindamos por nuestro encuentro/entrevista/tatuaje con una cerveza mientras Jose, haciendo honor a algunas de las respuestas arriba expuestas, dice: “Agradezco a mi familia la comprensión de tantas horas de trabajo extra, que casi nadie ve pero sí hacen que llegue tarde a casa. El apoyo de mi compañera ha sido esencial, necesario y prioritario”.
Gracias, Jose, por el trato y la conversación.
Anímense a visitar el estudio de Jose Peine (C/ Doña Romera, 7 en Getafe) y concédanse una «Ceremonia».