La cárcel de Jackson Pollock
Por Rebeca García Nieto.
La cárcel de Jackson Pollock. Germán San Nicasio. Eutelequia. 205 páginas.
Un latigazo de color rojo para romper el hielo a lo grande. Ésa puede ser una buena manera de empezar el cuadro: óleo rojo a borbotones para embravecer tu ánimo entumecido. “Cuidado, Jackson, el rojo tiene el fuego siempre a mano. ¿No preferirías un color más sumiso?”, dice tu personalidad hipocondríaca.
La cárcel de Jackson Pollock cuenta la historia de un pintor que, ya anciano, con cáncer de garganta y artrosis en las manos, se enfrenta a su último cuadro. Como si de “un harakiri artístico” se tratara, nuestro Jackson Pollock se ha decidido por fin a tomar el pincel “a modo de fusta” para espolear la imagen que lleva años en su cabeza resistiéndose a ser plasmada.
El cuadro en cuestión es el retrato de una cárcel, la de Carabanchel, donde al parecer el protagonista pasó una temporada a la sombra. A simple vista, pintar unos barrotes no parece muy complicado, pero, para Jackson, “pintar el retrato de una cárcel es pintar el retrato de un prisionero”, y ahí estriba precisamente la dificultad: el protagonista, que vive y recuerda en segunda persona, ya no sabe quién es. Tras alcanzar la fama, adoptó el nombre del pintor norteamericano y, con el tiempo, ha acabado por convertirse en una caricatura. Como explica Germán San Nicasio en su novela Diario de un escritor delgado (Eutelequia, 2011), el protagonista de La cárcel de Jackson Pollock “es un pintor muy cotizado que sufre todo tipo de trastornos psíquicos y síndromes peculiares (…) un vulgar hipocondríaco que se dedica a coleccionar enfermedades como otros coleccionan mariposas o minerales exóticos”. Así, el autismo, el Alzhéimer, el síndrome de Tourette o la psicosis de Korsakoff son sólo una muestra de su colección privada.
Con un ritmo que parece fruto de un episodio de agitación psicomotriz o un ataque epiléptico, y salpicada de frases lapidarias y ramalazos de genialidad (equivalente literario del splashing o el dripping característicos de la pintura de Pollock), la novela de San Nicasio bascula entre la belleza y el puro delirio. Narrada con un estilo fragmentario e inconexo, el lector tendrá que dar un par de pasos atrás para tener una visión de conjunto del lienzo y comprobar, una vez más, que el genio y la locura caminan con frecuencia de la mano.
Germán San Nicasio Ramos (Madrid, 1978) es autor de las novelas Verde pañuelo (Espasa, 2003), Mejor guión adaptado (Almuzara, 2006) y Diario de un escritor delgado (Eutelequia, 2011). Asimismo, ha realizado numerosas exposiciones de pintura.