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Relámpagos

Por Antonio M. Agea.

Relámpagos. Jean Echenoz. Anagrama. 149 págs. 15,90 €.

Nikola Tesla, ingeniero eléctrico, físico, inventor, excéntrico, brillante, inmenso en tamaño y singularidad, en talento, acompañado siempre de sus fobias se aísla del mundo para poder mejorarlo desde la distancia, se recoge con sus artefactos eléctricos, sus ingenios mecánicos, sus fórmulas sublimes que deja que patenten otros arrebatándole así la gloria que ha acabado recuperando con el tiempo y la admiración de la gente. Enemigo de Edison, amigo de Twain, un hombre capaz de enamorarse de una paloma, hablar seis idiomas o necesitar dieciocho servilletas para limpiar sus cubiertos antes de comer, de mantenerse célibe durante toda su vida o desafiar al mundo regalando luz sostenida en el cielo, un visionario maravilloso que murió solo, como un miserable, como lo hacen los grandes genios.

Jean Echenoz pisa sobre seguro; personajes atractivos que traen consigo una reputación descomunal, un prestigio ganado a lo largo de sus intensas vidas que, por sí solas, bastarían para atraer a cualquier tipo de lector. Todo eso nos lo presenta bajo una escritura económica, casi austera que deja parte del trabajo de la creación al lector, haciéndolo partícipe con su narración ágil y limpia, escueta, de unos detalles que él se ahorra en el papel para acabar completando nosotros. Relámpagos se bebe de un trago suave, liviano, avanza firme hacia el desenlace final sin dejar jamás de contarnos sucesos admirables que supondríamos increíbles de no saber que se trata de un personaje real. Definitivamente, Relámpagos es la confitura en el frasco pequeño. Le bastan 140 páginas para contarnos la intensa vida de Tesla sin estridencias, sin detallismos vanos que inflen la historia. Huye de adornos y filigranas y es inevitable que al final de la lectura nos deje un hambre de personaje, una curiosidad por el protagonista que hace que hurguemos, con el libro ya en el estante, para conocer más de él.

Capricho del autor el camuflarnos al ingeniero bajo el pseudónimo de Gregor seguro de no arrebatarle ni un ápice al Tesla real, todo lo contrario, haciendo de los dos uno solo que disfrutar.

Con esta novela se cierra una trilogía que comenzó con Ravel y a la que le siguió Correr; Maurice Ravel y Emil Zátopek, compositor y atleta, virtuoso y portento a quienes se les une ahora el ingeniero Nikola Tesla y sus relámpagos. Independientes entre ellas pero con la soledad como nexo y el carisma indiscutible de este tipo de personajes que tanto nos gustan.

 

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