Entrevista a Rabih Alameddine por “La mujer de papel”
Por Benito Garrido.
A propósito de su última novela titulada La mujer de papel (Editorial Lumen, 2012), hemos entrevistado al escritor libanés Rabih Alameddine.
Rabih Alameddine tardó años en descubrir cuál era su vocación. Tras dejar Líbano cuando tenía diecisiete años e instalarse en California, se licenció en ingeniería porque le gustaban las matemáticas, pero pronto abandonó la profesión. Intentó luego interesarse por la psicología clínica, y también se dedicó algunos años a la pintura, solo para descubrir que nunca destacaría en este campo. Un día, descubrió finalmente el placer de la escritura y se dio cuenta de que ese era el oficio al que quería dedicar el resto de su vida. Empezó publicando una colección de cuentos y una novela titulada I, the Divine, pero el reconocimiento internacional de público y crítica le llegó con su novela El contador de historias. Traducida a diez idiomas y alabada por la prensa internacional, esta es la novela destinada a convertirse en Las mil y una noches del siglo XXI. Ahora, tras cuatro años de intenso trabajo, el autor vuelve con La mujer de papel, donde el amor por su país y por la buena literatura se unen para contarnos una espléndida historia.
La mujer de papel. Rabih Alameddine. Editorial Lumen, 2012. 317 páginas. 21,90 €
Tras el éxito de El contador de historias, Rabih Alameddine vuelve a sorprendernos con esta magnífica novela titulada La mujer de papel, que desde las primeras páginas nos traslada a un viejo apartamento de Beirut. Ahí encontraremos a Aaliya, una mujer de unos setenta años, con el pelo teñido de azul y una historia que contar. El autor estaba tan satisfecho con el buen recibimiento que su anterior libro tuvo en nuestro país, que ha decidido que España sea el primer país en lanzar en primicia esta su nueva novela.
La historia de una mujer que vive por y para la buena literatura en el convulso Beirut de los últimos años. Huérfana de padre, repudiada por un marido al que nunca quiso, Aaliya ha entregado sus mejores años a los libros. Se ha dedicado a traducirlos, mientras en las calles de Beirut caían las bombas y retumbaban los ecos de una guerra que convirtió a muchos jóvenes en soldados, espías o matones, obligando a una mujer sola a dormir con un rifle al lado de la cama para defenderse de posibles ataques. Días enteros con sus noches dedicados a la lectura y al estudio de grandes escritores como Pessoa, Calvino, Bolaño, Nabokov o Muñoz Molina, alejada de las miserias cotidianas y las balas que salvaguardan un mundo lleno de violencia.
Somos lo que leemos, dijo un sabio, y Aaliya es eso: un ser adorable, hecho de papel y sin embargo vivo, con un sentido del humor muy peculiar, que se resguarda de todo y de todos a la sombra de una vieja chaqueta de lana y de la buena literatura, buscando en los libros el amor que su familia no supo darle. Entrar en casa de Aaliya, estar ahí con ella y con sus vecinas, compartir su miedo y su valor, es una experiencia intensa que nos acerca a las mujeres que hoy mismo están viviendo las revueltas de la primavera árabe, y muestra una vez más el talento de Rabih Alameddine, un autor que nos devuelve el placer de leer.
Entrevista:
P.- ¿Qué va a atrapar en esta novela al lector de Alameddine que ya conoce El contador de historias?
¡Sorpresa! Es una novela con distintos puntos de vista, muy diferente. Hubiera sido aburrido hacer algo parecido. Y aunque trata temas similares y la misma parte del mundo, es una novela totalmente diferente, yo diría incluso que mejor.
P.- ¿Cómo surgió la idea de escribir este profundo diario?
A mi siempre me han atraído las gentes que viven en los márgenes de la sociedad. Me interesaba esa situación en que la persona, bien porque la obligan o bien por decisión propia, vive marginada de la sociedad. Y eso es lo que buscaba reflejar en esta mujer que por un lado es frágil pero por otro demuestra una gran fortaleza. Aunque si te soy sincero, no sabría decirte si se trata de una persona que rechaza la sociedad o es la sociedad quien la rechaza a ella.
P.- Retrato duro y claro de lo que es un personaje marginal en la sociedad libanesa (árabe en general), como es la mujer sola, divorciada, repudiada. ¿Es imagen de la realidad actual?
De una realidad sí. Es importante apuntar que Aaliya es producto de su sociedad, de una concreta educación, pero al mismo tiempo representa a todos los seres humanos. Espero que la gente que lea la novela piense que los problemas que tiene esta mujer son los problemas que habitualmente suele tener una mujer en Oriente Medio porque no es así. De hecho, ella es más parecida a mí que a cualquier otra persona. Las mujeres que se quedan en casa aisladas, marginadas, terminan por ser olvidadas. Si estuviésemos hablando de un hombre se le tacharía de excéntrico, pero en el caso de una mujer simplemente se la ignora. Para que un personaje sea creíble, para que esta mujer sea real debe ser única y especial. Puede ser producto de una sociedad, de una guerra, de un país, de una religión, de unas costumbres… pero al mismo tiempo es universal.
P.- Pasado y presente se dan la mano en este libro sobre el Líbano, un país continuamente en guerra y que aquí es otro protagonista más. ¿Quizás el más importante?
No, Aaliya es el personaje más importante. El lugar donde se desarrolla la historia y que condiciona a la protagonista es muy importante, pero no lo más. Beirut es una ciudad única, pero en este caso sería un escenario universal, ese dónde se desarrolla mi historia, que por otro lado no está dirigida solo al público libanés, sino a todo el mundo. Es una ciudad muy especial, muy interesante sin necesidad de inventar nada. Quizás Aaliya, esa relación tan íntima y especial que tiene con los libros, lo sea más con Beirut: la manera en que habla de su ciudad, como anda por sus calles…
P.- ¿Se están acostumbrando los libaneses a ese estado de guerra continuo?
Sí, es algo triste. Y aunque actualmente no hay guerra, es importante recordar que Beirut es la ciudad más antigua del mundo, y ha sido destruida en varias ocasiones. Cuando llegaron los cruzados masacraron a toda la población, y aún así continuó existiendo la ciudad. La gente muere pero la ciudad continua, sigue estando ahí, incluso por encima de cualquier virus.
P.- ¿Cree que ha cambiado mucho la sociedad libanesa en relación a como usted la describe en su novela?
Sí. Beirut se ha convertido en una ciudad multicultural: puedes pasear por zonas donde parece que estás en Europa, y otras donde parece que te has trasladado a Pakistán. Sí las cosas han cambiado drásticamente. Tenemos que pensar que en los años treinta la mayoría de los libaneses no estaban educados, y ahora es casi imposible encontrar a alguien que no sepa leer. Cualquier taxista se las puede arreglar hablando solamente tres idiomas (entre risas). Hay veces que se cambia para mejor y otras para peor. Es deprimente ver como algunas partes del Líbano se han vuelto extremadamente religiosas, tanto cristianas como musulmanas.
Ya no hace falta dormir con un rifle dentro de la cama… quizá lo puedes dejar dentro del armario.
P.- ¿Resulta difícil escribir desde el punto de vista de una mujer?
No para mí, por muchas razones. Ya tengo escrita una novela escrita de esta manera. No me planteo si tengo que escribir para un hombre o una mujer, sino que lo hago para la voz de un personaje. Tengo que hacer real y creíble a ese personaje, entonces si para ello su voz tiene que ser la de una mujer, pues lo hago, tampoco me resulta tan difícil. Si tengo dudas, las comento con las mujeres que tengo cerca de mí, para que me transmitan sus ideas y reacciones. Es algo realmente fascinante, pensar y ponerse en la piel de una mujer.
P.- Sus críticas no solo van contra Israel, sino también contra su propio país, contra los grupos dominantes que se enriquecen de manera ilegal… No deja títere con cabeza.
Sí, van contra todo el mundo. El primer libro que escribí es la historia de un hombre libanés que se está muriendo, y todo el libro es una maldición de principio a fin. El protagonista aprovechando que está cerca de la muerte, ataca a todo el mundo sea de la ideología, profesión, país o religión que sea. En mis libros me gusta arremeter contra todo aquello que no me gusta. Podría tratarse de una liberación, pero desafortunadamente no lo es.
P.- Beirut, ciudad maravillosamente definida aquí, pero a la que ¿usted volvería?
La mayor parte del tiempo vivo en San Francisco, pero sí que normalmente cuatro meses al año los paso en Beirut. Allí tengo mucha familia y vengo a compartir ese tiempo con ellos. Si me plantearas quedarme todo el año te diría que no pues entonces acabaría disparando a todo el mundo, incluso a mis propias hermanas. Plantearme vivir todo el tiempo en EEUU… pues tampoco, no podría sobrevivir viviendo solo en uno de esos sitios.
P.- Esta novela rezuma amor a los libros y la lectura. ¿Se identifica en gustos literarios con la protagonista?
Sí la mayoría de sus gustos son los míos. No odio a Hemingway tanto como ella, aunque tampoco es que me guste en exceso. También tengo autores que me encantan y que seguramente a Aaliya no le atraerían, como Cormac McCarthy. A ella no le gusta Beckett, y a mí sin embargo, sí que me gusta sobre todo por su gran sentido del humor. También me encantan Faulkner, O’connor o Lobo Antunes. Y no me gustan mucho los escritores minimalistas, aprecio lo que hacen pero no me atrae su trabajo. Coincido con Aaliya en la apreciación de Javier Marías, Muñoz Molina, Pessoa.
P.- En su forma de narrar se esconde un soplo de aire cargado de lirismo, aún a costa de lo que se esté contando. ¿Es ese uno de los mayores atractivos de su escritura?
Muchas gracias por el comentario. En el caso de esta novela, por su situación y por lo que es, la protagonista observa el mundo desde un punto de vista y con un lenguaje más poético. El lenguaje es muy importante para ella y las referencias a poetas y escritores son continuas, pues esa es su manera de hablar, de enfrentar el día a día. Esperaba conseguir esa fluidez poética que va ligada a los pensamientos, o al menos, eso es lo que buscaba.
P.- ¿Qué opinas de los movimientos como la primavera árabe o el 15-M? ¿Qué paralelismo podría tener con tu novela?
Sí que existe un paralelismo. Aaliya ha escogido como quiere vivir su vida y eso es muy importante para cualquiera. Ella duda, se plantea si ha tomado la decisión correcta, pero por lo menos es algo que ella misma ha decidido, y ahí radica su fortaleza.
Una de las cosas más importantes del movimiento árabe, es que por primera vez, en distintos países se están empezando a plantear que quieren participar en la toma de decisiones sobre su vida. Quieren asumir sus propias responsabilidades, tener el control de sus propias vidas. Y eso es algo verdaderamente importante.
P.- ¿Tienes ya nuevos proyectos o ideas para tu siguiente libro?
Tengo muchos proyectos, que luego se hagan realidad o no, eso ya no lo sé. Podría estar mucho rato hablando de nuevas ideas, pero quizás luego algunas no lleguen a materializarse. Cuando tenga algo ya más encauzado podemos volver a hablar.