Entrevista a Berna González Harbour por “Verano en rojo”
Por Benito Garrido.
A propósito de su primera novela titulada Verano en rojo (Editorial RBA, 2012), hemos entrevistado a la escritora y periodista cántabra Berna González Harbour.
Berna González Harbour (Santander, 1965) es periodista, subdirectora del diario El País y comentarista de radio en la Cadena Ser. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, Su carrera ha estado siempre vinculada al periodismo internacional. Ha cubierto las revoluciones de la Europa comunista, la guerra del Golfo, el proceso de paz en el Ulster y los mandatos de Tony Blair. Ha sido enviada especial en multitud de países y corresponsal en Moscú. Ha sido redactora jefa de Internacional de El País. Con Verano en rojo, género policíaco en estado puro, se estrena como novelista.
Verano en rojo. Berna González Harbour. Editorial RBA, 2012. Novela. 352 páginas. 19,00 €
Madrid, verano de 2010. Corren los días del Mundial de fútbol y, mientras los ojos de todos están puestos en los tortuosos avances del equipo de España en Sudáfrica, la comisaria María Ruiz se enfrenta a un tenebroso crimen: un joven ha aparecido asesinado sin identidad visible, sin móvil y sin pistas aparentes. Mujer atractiva, concienzuda y tenaz, María iniciará una investigación que se complicará cada vez más. Pero no está sola: el veterano periodista Luna, un maestro de la profesión hoy acorralado por la crisis y la era digital, y Tomás, brillante informático de la policía, serán claves para llegar hasta el fin. La intriga será para ellos tan trepidante como la que acompañó a la selección nacional hasta su gesta final.
Verano en rojo es una novela negra de crímenes sin resolver, de policías insobornables, de periodistas con olfato y de asesinos que confunden pecados con delitos. Las altas esferas del poder eclesiástico llevan muchos años guardando silencio para ocultar la verdad y no están dispuestas a que el delito salga a la luz. Aunque las trabas no serán un impedimento para la comisaria Ruiz. Ella es una apasionada de su profesión. No le importa sacrificar su vida personal y familiar si de resolver un caso se trata. María intuye desde el primer momento que este no es un caso cualquiera: detrás de ese crimen se esconde algo más que una muerte violenta de las que a diario engrosan las estadísticas oficiales.
Berna González Harbour plasma a la perfección en Verano en rojo uno de los valores más destacados de la novela negra: el impecable realismo que sitúa al lector en el centro de una historia llena de muchos interrogantes, demasiados para poderse tomar un respiro cuando ya ha comenzado a leerla.
Entrevista:
P.- Para lanzarte al mundo editorial te vales de una novela negra hecha con tiralíneas. Pero por tu carrera periodística, ¿no hubiera sido quizás más indicado un thriller político?
Quizás lo que buscaba precisamente era un contraste con mi trabajo. Siempre he querido escribir, y de repente encontré la historia, el momento, el verano… Todos los ingredientes para decir: me olvidó del trabajo, estoy de vacaciones en agosto, me concentro en esta novela y arranco. Me resultó más fácil de lo que había creído, sobre todo por estar acostumbrada al periodismo, un trabajo duro, difícil, a veces incluso ingrato. En él se trata siempre de averiguar la verdad, y eso es muy difícil. Mientras que en la novela, allá donde no estaba la verdad, estaba la imaginación, motor que me sirvió para conseguir terminarla.
P.- ¿Por qué el título Verano en rojo?
Es un juego de palabras interesante en el que se combinan tres puntos: el rojo que tiñe de fondo el mundial de fútbol que se juega aquel verano y que está ganando nuestra selección, es el color de la sangre que está asociada al crimen, y es el color de una pequeña sorpresa que tiene la trama y que el lector deberá descubrir.
P.- Novela negra muy actual que además cumple con todos los cánones del género. Como periodista que eres, ¿la idea de partida para la historia te vino de algún hecho real?
Sí, es un hecho real que luego he transformado absolutamente, por eso no he querido detallarlo. Y son muchas las circunstancias y noticias reales de las que he partido, sobre todo la existencia de una jerarquía eclesiástica que ha intentando confundir siempre bajo un velo de pecado, lo que realmente eran delitos. Pero la trama es inventada en su totalidad.
P.- También entras en el terreno psicológico. Nos haces conocer los pensamientos y dudas de los protagonistas.
Como periodista te haces especialista en intentar analizar el mundo, y eso en el fondo es intentar analizar a las personas que lo componen, analizar el poder, el mecanismo de los sentimientos, de las heridas, de las ambiciones, las ironías, metáforas. Entonces, visto esto, y aunque de psicóloga no tengo nada, lo que he intentado es dibujar unos personajes que fuesen muy reales.
P.- Los personajes son actuales y los conflictos muy vigentes. ¿Es ese otro de los factores positivos que pueden resultar más atrayentes en tu novela?
Yo creo que sí. Es una novela muy actual, de gente que puede ser nuestro vecino, nuestro cuñado, nosotros mismos. María es una mujer normal de casi cuarenta años, que ha luchado muchísimo, que tiene sus viejas heridas (como todo el mundo) ocultas. Lo mejor es eso, que es una mujer muy normal, que un día va a comer con su familia pero se le presenta un caso de asesinato que tiene que atender. Entregarse a su trabajo es algo que suele pasarle a muchos. Personajes cotidianos, muy próximos, muy españoles que se consiguen construir mirando todo lo que tienes alrededor. Y que también rompen un poco con los clichés tan conocidos de la vieja novela negra.
P.- Novela negra y crítica social van habitual e íntimamente unidas. ¿Qué es lo que más prima en tu historia?
Las dos cosas superpuestas. La trama seguramente es una excusa para hacer esa crítica. Pero también busco el entretenimiento. Yo no he querido hacer una novela de denuncia, se dibujan los pecados y delitos que se están intentando ocultar, pero también se intenta entretener.
La novela negra hoy en día se ha convertido un poco en una prolongación del periodismo, no en el estilo narrativo, pero sí como forma de retratar la realidad que nos rodea. Y creo que en ese sentido todos los autores buscamos otra forma de pintar eso que está ocurriendo, diferente al periodismo, más entretenida, que sirva para pasar un rato y crear un poso de conocimiento de esa realidad.
P.- Nos demuestras que solo es cuestión de rascar un poco para sacar trapos sucios y pecados ocultos. ¿El silencio y los secretos son resultado de la incomunicación que hoy nos gobierna?
Posiblemente. Es resultado de que no hay una verdadera exigencia democrática a nuestro alrededor. Creo que la Iglesia y otras instituciones siguen siendo hijas de la dictadura que hemos vivido. No quería pensar en política, pero sí que la impunidad con que se han vivido determinados crímenes en la realidad, no en la ficción, viene adobada por esa falta de escrutinio democrático al que no hemos estado acostumbrados en este país. Si lo tuviéramos, tendríamos mucha más exigencia sobre todas las instituciones (judicatura, iglesia, gobierno…) y es una práctica que todavía tenemos que aprender en este país.
P.- Ruiz y Luna son personajes realmente atractivos, muy bien dibujados, que se definen a sí mismos con sus actitudes y acciones. ¿Buscaste referentes reales en los que inspirarte?
Sí, las personas buscamos referentes reales a nuestro alrededor y sobre todo cuando se trata de escribir, ya sea cuando imaginamos un lugar o un personaje. En ambos casos existe un reverso que es real, que está en el entorno. Te inspiras en gente que conoces, sí.
La clave en este caso está precisamente en el contraste entre los dos personajes, María y Luna: dos generaciones diferentes, ella es la mujer moderna aferrada a su trabajo y alejada de juergas y comilonas, mientras que él, es un viejo periodista sabueso de fuentes compartidas con copas, visitante de los bajos fondos de la sociedad. El choque entre ambos es inevitable, aunque en el fondo los dos tienen un objetivo común que es buscar la verdad.
P.- La comisaria Ruiz reúne todos los requisitos para ser un personaje de los que gustan al lector, que produce empatía, de continuidad. ¿Ya te lo planteaste así?
Cuando me planteé la novela no lo pensaba así, pero conforme iba escribiendo la novela e iba creciendo el personaje, me di cuenta que esos personajes habían nacido para quedarse, incluso la gente que ya ha leído la novela también me lo ha dicho. Incluso la editorial ya ha marcado en la portada “un caso de la comisaria Ruiz”, como si ya estuviera conmigo de acuerdo en hacer una segunda. Para mí eso ya ha sido todo un premio, una apuesta que agradezco enormemente.
P.- Otra protagonista intrínseco es esa juventud desnortada y sin principios que a menudo encontramos. ¿Culpa de la sociedad, de la educación, de la familia?
Toda juventud es desnortada, la nuestra también lo fue, y la de María y la de Luna. Toda juventud pasa su momento de tontería. Pero yo creo mucho en la actual juventud, que se está manifestando, que posiblemente tiene una exigencia mucho mayor que la que teníamos nosotros. Otra cosa es las herramientas que están a su disposición y que les pueden hacer llegar a cosas buenas, también te pueden conducir al aislamiento: un joven puede tener un montón de amigos agregados en facebook y sentirse más solo que la una. Cree que se está socializando por eso, y no. Hace falta socializarse en la calle, en el parque, con los amigos.
P.- Escritura muy precisa, tan ajustada a veces que dejas a la imaginación del lector los puntos más escabrosos. ¿Esto no es un poco lo contrario del actual periodismo?
Es cierto que intenté, aunque sea un tema duro, ir hasta donde puedo, sin entrar en temas morbosos. Es duro el tema pero no es dura la novela. Sí creo que tienes razón, en el periodismo tenemos que contar la verdad y si puede ser, con todos los detalles, y eso a veces es muy duro, mientras que en la ficción puedes entretenerte de una forma más lateral y menos agresiva. Son visiones diferentes, la del periodismo y la de la literatura.
P.- Novela muy visual, muy cinematográfica. ¿Te lo habías planteado así?
Mi agente fue la que me dijo que veía una película tras la novela. Es cierto que para mi todo es muy visual. Incluso los diálogos son muy vivos y podrían servir para un guión, pero en ningún momento me lo he planteado.
P.- Del periodismo a la literatura. ¿Cómo fue ese paso? ¿Qué te ha resultado más complicado?
En el periodismo todo debe ser comprobado, tiene que ser real. Y aquí en la ficción en seguida me di cuenta que la cuestión es avanzar, lo que no hubiera de verdad lo habría de imaginación, eso sí, conservando siempre la verosimilitud. Y por tanto, el paso no me resultó demasiado difícil.
P.- ¿Tienes ya nuevos proyectos o ideas para tu siguiente libro?
Sí, continuaré con nuevas investigaciones de María Ruiz. Otro Verano en rojo, o quizás un Otoño en negro. Aprovecharé las vacaciones para darle un buen empujón.
P.- ¿Irás a la Semana Negra de Gijón? ¿Qué te parece?
Sí que iré. Nunca he estado, y para mí es como un sueño cumplido. Atender a los grandes autores y al gran público, incluso como espectadora, ya me parece un lujo, un regalo de la vida.
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