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Consejos para invertir en la Feria del Libro de Madrid

Por Meritxell Álvarez Mongay

Capital mínimo para cotizar en la Feria del Libro: que hayas publicado con una editorial y que, entre el 25 de mayo y el 10 de junio, esa editorial tenga una caseta en los Jardines del Buen Retiro de Madrid. A partir de allí, el escritor sólo tiene que esperar a que los lectores se acerquen a su mesa para pujar por una firma y un ejemplar.

Pero si uno es nuevo en esto de los activos literarios y no se quiere perder entre 356 stands, es mejor que se deje asesorar y que sea un corredor de letras quien le aconseje por quién apostar. Puede que una de sus primeras tentaciones sea acercarse a las chicas de VIPS. Su caseta está a rebosar, quizá porque llevan una gorra y una camiseta con el lema “Ven y volverás”. Pero a parte de esto y de una Bacon Eggburger, no les recomendarán nada más.

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Si quieren una inversión segura, es mejor acudir a un profesional. Álex, de la librería Antonio Machado, es uno de los mejores brokers que en la Feria del Libro de Madrid se pueden encontrar. “Esta es una novela bastante gamberrilla… Se desmelena un poco, y hay gente que le gusta, pero yo creo que no es su terreno.”

“¡Oh, vaya…!” Las dos mujeres que le han preguntado por el nuevo libro de Maruja Torres, Sin entrañas (Editorial Planeta), parecen algo disgustadas. “Pero a mí ella me cae muy bien, ¿eh?”, dice el librero para animarlas. “¿Y qué hay de lo último de Rosa Montero?” Lágrimas en la lluvia (Seix Barral) no está mal.”

Lleva una chapa en el chaleco con el lema “Keep Calm & Read On”, y gracias a gente como Álex, que devora entre ocho y diez historias al mes, la media de libros leídos en España, según la Federación de Gremios de Editores, es, al año, de 10,3. Seguro que entre alguna de las obras consumidas se encuentra un ensayo de economía. “En esta edición, la Feria está siendo muy heterogénea. Me costaría mucho decir qué tipo de libros se está vendiendo más, pero si tuviera que escoger alguno, quizá sería el de Paul Krugman ¡Acabad ya con la crisis! (Editorial Crítica) –. Lo que sí puedo asegurar es que este año la gente elige y mira más que nunca.”

Recortes literarios

“¡7 euros vale esto, joder!”, se asusta un joven al ver el precio de un librito con menos de 50 páginas. Lástima que no se haya molestado a ojearlas, porque en su interior se hubiera topado con las micropreciosidades de Ajo: “Qué sustito haber nacido/ y toparse con tu ausencia/ qué sustito tener tanto tiempo/ y tan poquísima paciencia” (Arrebato Libros).

Pero este lector despavorido no es el único que se lo piensa antes de sacar la tarjeta. “Es una mujer increíble. Se graduó cum laude en la Universidad de Princeton, ¿sabe? Y allí no lo pasó muy bien… ¡Eran 70 negros entre 1.000 estudiantes blancos!” Pese a sus esfuerzos, la escritora Mónica Pérez de las Heras no parece convencer a su clienta. “Piénseselo… –insiste la autora de Palabra de Primera Dama. Michelle Obama (LID Editorial) –. De verdad que es una mujer increíble… Se lo digo yo, que estuve en el pueblo donde nació.” Ni siquiera este último argumento tiene suficiente peso para que la lectora se gaste 19,90 euros –menos un 10% de descuento –en el retrato “del personaje político más popular de los Estados Unidos”. No compra el libro, pero se va cargada de folletos como castigo.

Mayor poder de sugestión parece tener Alejandro Hernández. Será que a su libro (Oro ciego, Editorial Salto de Página) le sienta bien la faja, donde presume de ser el ganador de la Semana Negra de Gijón. El caso es que hoy, el autor acaba de granjearse un lector más, que se lleva, sonriente, un autógrafo y un ejemplar. “Me gusta charlar con los escritores jóvenes y desconocidos, y si están por aquí, de paso, te firman el libro.”

Acciones en alza

Vete a saber, quizá algún día, la rúbrica de uno de estos “desconocidos” se cotice en el mercado del libro como la de Eduardo Mendoza. Este año, con El enredo de la bolsa y la vida (Seix Barral), el escritor catalán repite su tendencia alcista, y se convierte en el protagonista absoluto de la caseta de El Corte Inglés, haciendo sombra al mismísimo Peñafiel (Mis divorcios reales, Ediciones B).

 “¡Es uno de mis autores preferidos! –no hace falta decir que es a Mendoza, y no al comentarista, a quien se refiere la chica –. Ha sido una casualidad…”. Habla acelerada. Una periodista le hace preguntas absurdas –“¿Por qué estás aquí haciendo cola hoy?”–, una agente de seguridad le pide que desobstruya la salida – “Me aparto, perdón…” –, una madre le avasalla con fotografías –“Hija, ¡qué emoción!” –y ella está ansiosa por sacárselas a todas de encima y examinar la caligrafía del novelista.

Otro stand que cotiza al alza es el de La Casa del Libro –con Forges (Frankestein, Ediciones B), Elsa Punset (Una mochila para el universo, Destino) y Andrés Neuman (El viajero del siglo, Alfaguara) –y el de Nieves Concostrina (Se armó la de San Quintín, La Esfera de los Libros). “Todas las mañanas escucho por la radio tus anécdotas de la historia, pero no sabía que también escribías…”, se disculpa un admirador, llevándose a casa una acción.

Relación riesgo/ beneficio

Un poquito más allá, en la caseta de la librería Al-Hakam, a dos ancianas les está dando un subidón de adrenalina. Nunca antes habían jugado en Bolsa, y dudan entre las aventuras de Tintín y las de Gerónimo Stilton, que también anda por la feria firmando libros. Sin embargo, después de calcular el riesgo de inversión, se decantan por un autor que “escribe todas las semanas en El País: “Dedíqueselo a Begoña, que fue su cumpleaños hace nada.” Y mientras Jesús Ruiz Mantilla felicita a esa desconocida, las dos empresarias aprovechan para enterarse de qué va Ahogada en llamas (Planeta) y leen la contraportada.

Serán las agencias de calificación quienes digan, con el tiempo, si la firma de un escritor acrecienta el valor de un comic, de un ensayo o de una obra literaria. Pero que un libro, con o sin firma, sea un bono basura o tenga un alto nivel de liquidez, lo decidirá su lector cuando lo termine de leer.

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