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El valor de la diplomacia

 

Por Alfredo Llopico

 

El planeta entero se conmocionó cuando aparecieron unos 251.000 documentos secretos de la diplomacia norteamericana en poder de cinco periódicos -El País, Der Spiegel, New York Times, The Guardian y Le Monde-, que analizaban la relación de EEUU con el resto del mundo. A pesar del escándalo inicial hay que reconocer que no hay nada de novedoso en el hecho de que este tipo de documentos confidenciales pasen a manos de personas que no debieran tenerlos. Es algo que ha ocurrido a lo largo de la historia. Los países han pagado a espías o contado con el trabajo de diplomáticos para intentar conseguirlos y con frecuencia han desarrollado gabinetes de especialistas para descifrar telegramas y cables encriptados que las embajadas mandaban a sus países y sus gobiernos.

De lo que no hay precedentes en la historia es que de golpe, como ha ocurrido con WikiLeaks, se haya filtrado, a pesar de los esfuerzos por impedirlo, tal cantidad de información confidencial de alcance internacional. Se desconoce cuáles fueron las razones que movieron a la persona que lo hizo. Sin embargo, y tras la sorpresa inicial nos damos cuenta, como afirma el diplomático español Inocencio Arias, que estos documentos no dejan en mal lugar a la diplomacia americana. Revelan el trabajo de una serie de profesionales que informan fidedignamente a su gobierno de lo que ven en los distintos lugares del mundo en los que desarrollan su labor. Si ven que un gobierno es corrupto lo informan, si ven que un político no es fiable lo dicen, pero no mienten… Lo que es cierto es que, si bien no existe tanta novedad en lo que informan, sí que es evidente que ratifican, refuerzan y nos convencen de lo que era obvio o ya se intuía. Porque declaraciones asombrosas se descubren muy pocas.

Puede afirmarse pues que para la diplomacia WikiLeaks no ha sido una revolución como tal. Pero ha trastocado los modos futuros de la diplomacia porque, a partir de ahora, los interlocutores en conversaciones o negociaciones que se realicen en el mundo, y sobre todo en Estados Unidos, serán mucho más prudentes a la hora de expresarse, y los contactos será mucho más difícil de establecer, añade Arias.

También es posible que tras las revelaciones producidas por WikiLeaks muchas personas, por conciencia, por rencor a sus gobiernos o por interés político, terminen filtrando documentos que pongan en peligro la seguridad. Es sabido que ya hay gente preparando filtraciones en más de un país y tarde o temprano el fenómeno WikiLeaks va estallar en España. De hecho, al propio Inocencio Arias, cuando era embajador en la ONU, le intervinieron un telegrama enviado al Ministerio de Asuntos Exteriores, lo que le generó más de un problema.

Inocencio Arias (Albox, Almería, 1940) se jubiló el año 2010, después de más de 40 años de carrera diplomática. Además de trabajar en las embajadas de Bolivia, Argelia y Portugal, ha ocupado altos cargos en el Ministerio de Asuntos Exteriores y ha sido embajador de España en Naciones Unidas. Su última misión diplomática fue la de cónsul general en Los Ángeles. Afirma Arias que las dotes del buen diplomático son el criterio, la prudencia y mucho sentido común, pero el próximo miércoles, día 30 de mayo, esperamos que siendo como es conocedor de las entretelas de la diplomacia de las últimas décadas, nos dé también respuestas a todo lo que siempre quisimos saber pero no nos dejaron preguntar… La oportunidad será en el Salón de Actos del Edificio Hucha de la Fundación Caja Castellón-Bancaja con motivo de su intervención “El fenómeno WikiLeaks y nosotros”.

 

@AlfredoLlopico

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