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Divas contra gamberros

Por Miguel Andúgar.

Withney Houston murió el 11 de febrero de forma trágica. Aunque su muerte todavía está bajo investigación, la forma en la que se encontró su cuerpo y su pasado de abusos, hacen que la diva se apunte en la lista de artistas de vida atormentada y fallecimiento prematuro.

Cuando se difundió la noticia, no me sorprendió tanto el hecho de su muerte como el eco que se le daba. Hablamos de la cantante más laureada de todos los tiempos, pero con una carrera que desde casi una década resultaba prácticamente irrelevante más allá de las fronteras de su país, y que en sus mayores momentos de gloria no fue más allá de ser un superventas.

La necesidad de conseguir vender discos a cualquier coste, y la facilidad con que algunos medios –especialmente televisivos- necesitan de mitos para alimentarse, nos puso frente a las pantallas a un personaje inexistente: la que fue una intérprete digna y poco más, se convirtió de la noche a la mañana en un genio de la música, pionera de nosequé y una gran pérdida en el mundo de la música.

El 4 de mayo fallece Adam Yauch, componente de los Beastie Boys y uno de los espíritus creativos más importantes de las últimas décadas. Director de algunos de los impresionantes videoclips de la banda, bajo el pseudónimo Nathaniel Hornblower, nuestro artista fue un defensor de la cultura del sample, de la mezcla y de la libertad artística.

Pese a ello, solo la prensa especializada le dedicó un sentido homenaje. En pocos informativos se vio la mala noticia, en pocos medios generalistas se le dedicaron más allá de unas líneas.

Otra “grande” falleció el 17 de junio, Donna Summer De nuevo, largos minutos informativos dedicados a otra diva de la fiesta cuarentona, la nostalgia de una época triste en lo musical. Especialmente terribles sus devaneos con la música disco más rancia y el pop mainstream en su peor acepción, pese a que algunos la consideran una figura musical de primera línea.

La lógica de los medios está clara, y no es necesariamente mala: vender discos dedicando minutos a dos personajes que quedaron, antes o después, para el guateque melancólico de sandalia dorada. Pero podemos preguntarnos por qué resulta más divertido para el público general el petardeo de Last Dance que la lucha por el derecho a irse de fiesta.

 

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Escucha a los Beastie Boys en Spotify

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