‘Buh’, de Andy Runton, hipersensible y entrañable

Por Rubén Varillas.

Casi siete años ha tardado el personaje de Andy Runton en llegar a nuestras costas, desde que Top Shelf iniciara la serie allá por 2005. Como todo el mundo sabe, los búhos son aves de vuelo pausado.

Ha tenido que ser la editorial Thule la que, dentro de su nueva colección de cómics infantiles, Isla Flotante, haya decidido ayudar a este entrañable búho en su tránsito transatlántico. En el trayecto, Owly, el personaje de Runton, ha tenido tiempo hasta de cambiar de nombre y rebautizarse (en una inteligente solución de traducción) como Buh.

La apuesta editorial no era sencilla: los cómics de Buh son historias para niños en blanco y negro y sin palabras; no parecen alicientes lectores para los más pequeños. Sin embargo, como suele decirse, más de doscientos mil lectores en todo el mundo no pueden estar equivocados, menos aún cuando hablamos de un sector, como el del cómic infantil, que parecía relativamente abandonado por las editoriales hace tan sólo unos años. El éxito de iniciativas como la de los cómics de la colección Mamut (de Bang Ediciones) parece demostrar que las tornas están cambiando. Al menos, eso parecía leerse también en los rostros de entrega incondicional que mostraban los niños ante los tres tomitos de Buh editados hasta el momento, que se exponían en el stand de Thule durante la última edición del Salón de Cómic de Barcelona. Las cuatro aventuras publicadas son El camino a casa y El verano agridulce (las dos en un único tomo), Un poco tristón y Lecciones de vuelo.

Andy Runton ha creado un personaje irresistible, por la redondez cartoon de sus formas y por la bondad universal que emana de sus actos y de la relación que el pequeño búho guarda con el resto de personajes animales que le rodean (sus amigos el gusano Gus, la mariposa Lala o el pajarillo Azulín). Entre niños y animales hay una química, que, para evitar arañazos y bocados inesperados, los creadores de ficción alimentan a través de dibujos animados, peluches y personajes de cómic. No todos pueden presumir de levantar amores a primera vista como le ha pasado a Buh en medio mundo.

La razón es sencilla: Runton les habla a los niños en su lenguaje, pero lo hace desde la inteligencia y asumiendo que sus lectores no por ser pequeños carecen de la misma. Las aventuras de Buh desarrollan episodios de la vida en el bosque, de sus rutinas silvestres y de las dificultades que sus personajes pueden encontrar en el día a día; unos obstáculos que, en muchos casos, no son tan diferentes de esos pequeños grandes problemas que todo niño encuentra en su existencia cotidiana. Buh es una criatura antropomórfica, cierto, pero sólo en parte: casi todas sus epopeyas animadas narran en realidad desencuentros nimios y problemillas de andar por casa, que, sin embargo, le sumen en una tristeza sincera. A nuestro búho se le cae el mundo encima, como le sucedería a cualquier niño, ante el sufrimiento de un amigo o la constatación de que sus planes e ilusiones no van a llegar a buen puerto: como cuando encuentra que Gus ha cogido una mala gripe que le va a tener en cama durante un tiempo o cuando observa que una tormenta ha dejado a alguno de sus amigos sin refugio. Afortunadamente, la ficción infantil y la imaginación deductiva de Runton y sus personajes encuentran casi siempre soluciones adecuadas y el camino correcto hacia la resolución de los conflictos.

Un poco de buen ánimo y miradas positivas para tiempos críticos. Como se insinúa tangencialmente en la crítica de Booklist que aparece en la contraportada de uno de los tomos, a lo mejor hasta los lectores adultos deberíamos agarrarnos a la filantropía de Buh y a su fe inquebrantable en el ser humano, o animal.

 

 

 

 

 

 


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *