ArteExposiciones

A través de las imágenes de James Coleman

 

Por Eloy V. Palazón.

 

James Coleman

Hasta el 27 agosto

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Comisariada por Manuel Borja-Villel

 

No es fácil ver una exposición así: primero porque las obras que presenta la exposición exigen una elevada concentración y la dedicación de mucho tiempo y segundo porque Coleman es muy celoso de sus obras y pocas veces se pueden ver si no es en ocasiones así, y éstas escasean. Les animo a que busquen su nombre en Google y que cuenten cuántas imágenes hay de sus obras. Ya se lo anticipo yo: casi ninguna, por no decir ninguna. De hecho, está prohibido hacer fotos en la exposición. Así que es una oportunidad casi única para ver obras de este influyente videoartista.

 

 

Escena I: Bajamos una escalera de caracol con grandes escalones de granito. Cada vez se hace más patente unos sonidos entrecortados, una voz ansiosa, una excitación que hace que nuestros pasos sean cada vez más acelerados. Llegamos a una puerta donde está la cartela de la obra: Box (ahhareturnabout), de 1977. Disparos de luz, disparos de voz excitada. Imágenes antiguas emitidas por una gran máquina al fondo de la sala. Y esto en la antigua carbonera del hospital. Ladrillo rústico y acústica sobrecogedora para una obra impactante.

 

Escena II: Nos sentimos atrapados tras un cristal. Vemos cómo se mecen las hojas de los árboles por la acción del viento. Queremos salir pero no podemos. La fotografía de Atget está muy presente en esta obra, esas fotografías desde ventanas.  La ansiedad nos invade. Oímos el sonido del dispositivo que proyecta la imagen sobre la gran pantalla. El sonido de la mosca [Fly se llama la obra] se ha convertido en el del dispositivo de proyección.

Y es que el dispositivo de proyección es parte importante de la exposición. No se oculta, como sí lo hace el faisán de la obra que está justo después. El ave se esconde como aquellos que andan camuflados en la guerra. Uno se da la vuelta y ve un gran tableau vivan, un gran cuadro decimonónico que representa una de las grandes guerras. La imagen se distorsiona con el tiempo. Era la época de la Guerra del Golfo, pero tiene ese toque de representación, de falsedad, y es que Ligne de foi está retratando una de esas recreaciones que hacen los americanos de la Guerra de Secesión. Ese toque de teatralidad que recorre toda la obra de Coleman es más patente aún si cabe en esta obra.

 

Escena III: La mente de una niña pequeña comienza a decir letras, letras que unidas forman palabras. La emoción que siente la niña al unir las letras y formar palabras se nos contagia a medida que vemos las imágenes. I N I T I A L S es una obra compleja con multitud de personajes que parecen desvinculados unos de otros. No entendemos (o sí), la obra está en inglés. ¿Qué ocurre?

 

 

Escena IV: Yo a ese lo conozco, pero no así. Ahora está en un registro grave, puedo entender o no lo que dice, pero es su tono el que me hace sentarme en el suelo (enmoquetado) y estar conmocionado por la prosodia de sus palabras. Es Harvey Keitel. Lo hemos visto en otra clase de películas. Eso nos choca. Ahora está en un escenario (y otra vez el teatro), tras una guerra, o al menos eso parece. Nada hay salvo su presencia y sus palabras, las de Edipo. Retake with evidence es la última obra de Coleman y fue presentada en la XII Documenta.

 

Ninguna de las obras está traducida, ni las que están en inglés, ni la que está en italiano (Clara and Dario). Cualquier espectador, sepa o no inglés o italiano, se enfrenta al sustrato más sensitivo de la lengua, su sonoridad. Es la voz la que comunica antes que el lenguaje, hay algo infantil en esa forma de comprender la obra.

 

Diecisiete obras que nos pone en relación más cercana con nuestro yo más interno, donde la figura del autor está casi ausente y que, por ello, nos deja a nosotros las riendas. Ante estas obras sentimos el vértigo de la responsabilidad, es lo que tiene el Arte (con mayúsculas).

 

Y por último, si me permiten una recomendación: vayan con calma. Vean un par de videos un día, y vuelvan otro día para ver otros. Se disfruta mucho más, se entiende mejor.

 

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