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The Good Wife se consolida como una de las buenas

 

Por Juan Manuel Calvache

 

 

Creo que no exagero si digo que The Good Wife es la mejor serie de abogados que se haya hecho nunca. Recién finalizada la tercera temporada y haciendo balance de sus 68 episodios de 45 minutos cada uno, llegas a la conclusión de lo difícil que debe ser que cada uno de los casos sean atractivos, que sean originales, que no sean una excusa a modo de Macguffin para todo lo que pasa alrededor, que es mucho y muy interesante. Pues bien, The Goog Wife lo consigue y con sobresaliente.

 

Pero a parte de las tramas, el atractivo de la serie (como pasa siempre) está en sus personajes. Gravitando alrededor de la protagonista principal se dibujan una serie casi interminable de personajes, cuyo nexo de unión es Alicia Florrick, interpretada de manera ejemplar por Julianna Margulies (vista en Urgencias y en Los Soprano), que lleva sobre sus hombros el peso de la serie con una interpretación sutil, verdadera, de esas que marcan una carrera para siempre.

 

Y todo eso partiendo de una premisa que a primera vista parece sacada de uno de tantos culebrones: Alicia Florrick es la típica mujer de político infiel americano, que tantas veces hemos visto en la televisión, cariacontecida ante la prensa frente a su arrepentido marido. Para más inri el marido acaba con sus huesos temporalmente en la cárcel, por lo que Alicia debe volver a su profesión, la abogacía, la cual dejó aparcada para dedicarse a ser madre durante los años de mandato político de su marido. Esto sumado a que su nuevo jefe fue un antiguo amor de la Universidad (el trio amoroso está servido), podría ponernos sobre aviso de historia ya vista. Pero esto no es así, la complejidad de los personajes, el interés de las tramas y la realización sobresaliente hacen de ésta una de las mejores producciones que se pueden ver hoy en día.

 

The Good Wife se alimenta de los casos que lleva el bufete de Alicia, pero sobre todo se enriquece de la larga y maravillosa lista de personajes secundario que nos presentan. El más interesante y complejo de ellos es sin duda Eli Gold (Alan Cumming), el asesor de campaña del marido de Alicia. Este es un personaje delicioso, manipulador, siempre elegante, que merecería una serie para él solo. Pero es solo uno de los muchos secundarios de esta serie, que por ellos mismos ya mercen un artículo aparte (la misteriosa Kalinda, el ambicioso marido Peter, la aparición esporádica de Michael J. Fox…).

Y por encima de todos y como canalizador la propia Alicia, que no solo es la buena esposa, sino también una buena persona. El personaje ha de mantener durante toda la serie un pulso entre sus principios y lo podrido del sistema político y judicial que le rodea. Hemos de seguir la serie para saber si Alicia sale vencedora o por el contrario cede cada vez más terreno a esa capa de grises, desconocidos por ella en su anterior vida de ama de casa. Y como telón de fondo la ciudad de Chicago.

 

Quizá esta serie, producida por los hermanos y directores Ridley y Tony Scott, no sea una obra maestra, pero sin duda es una grandísima serie, lo que ya es muchísimo.

 

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