Los alemanes se vuelan la cabeza por amor
Por Marina Fernández Bielsa.
Los alemanes se vuelan la cabeza por amor. (LVIII Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid). María Zaragoza. Algaida, 2012. 315 páginas. 20 euros.
Los alemanes se vuelan la cabeza por amor, ganadora del LVIII Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid, no es una novela fácil. No lo es en su estructura fragmentada, con varias voces narradoras en diferentes personas gramaticales, ni en su planteamiento conceptual, que nos acerca al género de la ciencia ficción sin serlo del todo. Tiempos paralelos y el eterno retorno del mundo se plantean aquí de manera simultánea. Personajes de diferentes partes del planeta que viven y se encuentran o desencuentran en la vida real y en el mundo virtual que simboliza La Plaza, un entorno peculiar dentro del decorado cambiante de La Ciudad, donde los anocheceres toman la forma de una grulla que se cierne sobre sus edificios y sus calles.
Futuros posibles, imaginados e imaginarios, se mezclan con sueños de vidas pasadas. Errores condenados a repetirse una y otra vez en las visiones de uno de los personajes, secretos que se ocultan para no recordar ni revivir traumas que marcan de por vida, hermanos gemelos sin saberlo viviendo cada uno en una punta del mundo que guardan los pensamientos y las palabras que completan al otro, un joven mitad chino mitad japonés unido espiritualmente a una Nobel de la Paz birmana recluida en su casa por un régimen opresor que toca el piano como símbolo de resistencia, un traductor obsesionado con Anna Politkovskaya, pastillas de color rojo y azul capaces de lograr que miles de personas recuperen su pasado perdido, de activar la memoria colectiva, la verdadera historia del hombre, de manera que ningún recuerdo quede impune, ninguna verdad sin conocerse.
“Todos tenemos en nuestro cerebro la capacidad para seguir ese rastro que dejan la historia, los actos y los objetos, solo que no la utilizamos”, dice uno de los personajes, resumiendo uno de los argumentos principales de la novela.
La autora plantea la novela como una batalla, en tres partes: Estudio del terreno y elección de la táctica/ La batalla en sí / Vencedores y vencidos. La guerra, la violencia, la lucha parecen ser los ejes que mueven el mundo, la Historia, las relaciones personales. Frente a ellas el amor, la resistencia, la creación, la belleza y el arte. La salvación es posible para algunos, pero no para todos. La realidad es compleja y el triunfo y el fracaso no tienen que ver con ser buenos o malos, sino con estar en el bando de los vencedores o de los vencidos.
“¿Quién vengará la sangre de los promiscuos?, se pregunta Pelayo. La sangre absurda de los que no saben contenerse, de los que se consuelan de ese modo, de los que caen de un lado o del otro según venga el viento sin dejar de buscar la calidez de unas manos reconocibles será vengada ¿por quién? ¿Quién gastará su tiempo en entrar en la guerra inútil de los que temen estar solos pero no pueden estar del todo acompañados?”
Sólo unos pocos son capaces de acceder a La Plaza. Seres especiales, con una capacidad o un don o una visión. Un no-lugar simultáneo a la realidad que representa una huida, un lugar común donde esos espíritus raros y dispersos se encuentran y hablan un idioma común que no entiende de nacionalidades, etnias, culturas, profesiones.
Así comienza Los alemanes se vuelan la cabeza por amor:
“Nos reuníamos en la Plaza para comentar las últimas novedades de política y masturbación desde que teníamos memoria, y con el paso de los años el dominio de la segunda había ido dejando paso a la primera como por arte de magia. Al principio éramos muchos, aunque las bodas, novias y demás catástrofes naturales habían ido dejando hueco irresolubles. Los más se fueron perdiendo por el camino de los niños y las hipotecas y no fueron capaces de volver a encontrar la Plaza”.
María Zaragoza nos sumerge en este mundo tan extraño y a la vez tan vivo y real con un lenguaje hipnótico que atrapa y arrastra. Su capacidad para relacionar ideas y conceptos es desbordante; su habilidad para la evocación impulsa a leer casi en trance. Imágenes que se suceden una tras otra, a velocidad constante y sin fin, que nos adentran en la mente de sus personajes, en sus visiones, en sus pulsiones, en sus obsesiones, en sus sentimientos o falta de ellos, en sus verdades y mentiras, en lo que dicen y en lo que callan. Imágenes poderosas y relaciones intensas entre los protagonistas, que exploran las pasiones humanas. El amor, el deseo, la amistad, el placer, el dolor, el odio, la perversión, el sufrimiento, la traición, la cobardía, el perdón, la pulsión de hacer daño o de matar, la capacidad o incapacidad de sentir y amar, el deber de contar la verdad o de callarla, la responsabilidad individual en las injusticias sociales, en los horrores colectivos.
“Cuando nos desprendemos de una primera piel de prejuicios, encontramos claro que la Plaza es como un ser viviente que piensa, siente, palpita. Y a pesar de todo nos elige”, dice Antonio, el narrador.
Así es Los alemanes se vuelan la cabeza por amor: una novela exigente, diferente y adictiva, para lectores dispuestos a adentrarse sin prejuicios en el mundo y la prosa de María Zaragoza.
LA AUTORA: María Zaragoza (Madrid 1982) publicó su primer libro con 17 años, un recopilatorio de cuentos titulado Ensayos sobre un personaje incompleto (Tau, 2000). En el curso 2004-2005 fue becada por la Fundación Antonio Gala. Fruto de ese año de trabajo fue su segundo libro, Realidades de humo (Belacqua, 2007) y en 2008 se publicó Tiempos gemelos (Belacqua), su primera novela. En el año 2010 ganó el Premio Ateneo Joven de Sevilla con la novela Dicen que estás muerta (Algaida).
En 2009 publicó la novela gráfica Cuna de cuervos (Parramón), ilustrada por Didac Pla. Es asidua colaboradora de publicaciones digitales como Panfleto Calidoscopio y Sigueleyendo, donde en 2011 publicó su nouvelle Constanza Barbazul.