El sexo de los ángeles (2011) de Xavier Villaverde
Por Alberto Quintanilla
El realizador gallego Xavier Villaverde –Finisterre, (1998), 13 campanadas (2002)- se adentra en el lado oscuro del sexo, la pasión y el desenfreno que viven tres jóvenes con El sexo de los ángeles, una arriesgada propuesta. El filme hace plantearse a la juventud, y en cierto modo a los adultos en general, que la relación de pareja puede ser distinta a lo que nos han mostrado. La libertad de tabúes y reglas es bienvenida.
Carla y Bruno son una pareja de novios enamorados, felices y que se cuentan todo. Sin embargo, la aparición de Rai en sus vidas dará un vuelco a la relación. La pareja se verá seducida (primero él, luego ella) por Rai, quien no es sino un magnético joven con una personalidad enorme, alguien que va por la vida disfrutando sus momentos y alejado de los estereotipos sociales. Amante de los bailes skaters con sus amigos, se gana la vida como profesor de kárate. La forma de pensar de Rai hace que los dos jóvenes reflexionen sobre dónde empiezan y terminan los límites en una relación de pareja y sobre todo, que “si no arriesgas, ya estás muerto” (sic).
El tema de los tríos sexuales en el mundo del cine no es nuevo. El trío protagonista de El sexo de los ángeles –Álvaro Cervantes, Astrid Bergès-Frisbey y Llorenç González– hace lo que puede por dar credibilidad a una historia que toma recovecos algo inesperados pero nunca llega a enganchar a modo de thriller (ni erótico, ni de suspense). No está mal que se muestre carnaza sexual -los cuerpos de Astrid y Llorenç en un par de ocasiones y de Cervantes en una- como medio de atraer al espectador adolescente a la taquilla. Sin embargo, para el resultado no es suficiente si el hilo y los giros argumentales no se cierran con soltura. El final es un bucle del giro del giro del giro que parece nunca terminar: ahora triste, ahora feliz, ahora triste ahora feliz…
Una historia que empieza y termina floja y cuyo nudo, hacia la mitad del metraje, es lo más interesante por no saber hacia dónde se irán dirigiendo los personajes. Así pues, el filme es valiente pero irregular y los secundarios (la madre, la amiga y los compañeros de la publicación de Carla) no están sino dibujados como satélites lejanos que buscan la carcajada o la reflexión del espectador.
En conjunto, Álvaro Cervantes destaca con diferencia en el reparto, demostrando ser algo más que una cara bonita y unos ojos azules. Un personaje que a buen seguro le permitirá repetir en otros papeles en cine. Recibió la Biznaga de Plata al mejor actor de reparto en el Festival de Málaga y puede ser comprensible. El galardón recibido en el mismo certamen a la Mejor Fotografía quizá no se entienda tanto.
Tráiler:
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No la he visto, pero la veré. Villaverde me fascinó en Finisterre, una película inolvidable y, desde entonces, es un realizador por el que tengo enorme respeto y valoraciòn.