Ocio

Los Alpes japoneses

Por José Calleja

 

DÍA 7

Hoy se abre una nueva etapa en nuestro viaje, nos adentraremos a través de Takayama y Kanazawa en la región conocida como los Alpes Japoneses, un Parque Nacional que constituye uno de los paisajes de montaña más espectaculares del país. Para ello hemos tenido que decir “hasta luego” a Tokio, y digo “hasta luego”, porque el viaje lo acabaremos dentro de unas 3 semanas de nuevo en la capital. Tokio nos ha encantado, la perfecta combinación de templos donde el ambiente te invita a la relajación y reflexión combinado con los barrios, sin duda, más modernos del mundo es una auténtica pasada. Todo ello unido a esa forma de ser asiática, la cual ya conocíamos de otros viajes, hace que Tokio ocupe ya un rinconcito en nuestro corazón.

A las 08:36 h. sale puntual nuestro Shinkansen de la estación de Tokio. En él volamos en dirección a Nagoya, recorriendo una distancia de 383 km. en 01:48 minutos, sacando una media de 212 km/hora. Al llegar a Takayama, lo primero que hacemos es comprar los billetes del autobús que mañana nos llevará hasta Kanazawa vía Shirakawa-Go. Es muy fácil porque justo al lado de la estación de tren JR está la estación de autobuses. Tienen incluso planos e información del pueblo en español.

Ahora sólo toca encontrar el sitio donde vamos a pasar la noche, que no es otro que el templo Zenkoji. En este templo budista acogen viajeros cobrando las habitaciones a unos 3000 yenes la noche. Para reservar sólo hace falta meterse en su web y escribirles un correo. Está muy cerca de la estación y enseguida lo encontramos siguiendo las explicaciones que dan en su web. Al llegar nos recibe un monje occidental que nos explica cómo funciona todo en el templo y nos lleva hasta nuestra habitación. Ésta resulta ser una sala inmensa con el suelo de tatami y unas puertas correderas enormes, detrás de las cuales hay un bonito jardín con su estanque y sus peces de colores incluidos. Resulta toda una experiencia dormir en el suelo sabiendo que justo detrás está el altar.

Takayama Jinya fue el último edificio gubernamental del sogunato Tokugawa. El edificio sirvió de sede al gobierno local hasta 1969. Además del edificio principal donde estaban las oficinas, un granero y un jardín, las instalaciones cuentan con una sala de torturas, donde se explican los procedimientos al detalle. La visita es interesante, puesto que el estado de conservación de todas las dependencias del edificio es muy buena.

Como la lluvia no cesa decidimos probar nuestro primer Onsen en Japón. Aconsejados por la información del templo donde estamos durmiendo, nos acercamos hasta el cercano hotel Takayama Green Hotel, donde según nos dicen, a pesar de tratarse de un hotel de nueva construcción, está el mejor Onsen de la localidad.

Los Onsen son unos baños de aguas termales, estando en Japón su uso muy extendido, existiendo en todo el país unos 3000, más incluso que en Islandia. Los hay de todos tipos: interiores, exteriores, en la montaña, en la playa, en el centro de la ciudad, etc….. La mayoría de los japoneses van al Onsen varios días a la semana, algunos llegando incluso a ir todos los días.

Las normas de uso de los Onsen son muy sencillas: lo primero es relajarse, puesto que a un Onsen se va a eso, lo segundo es tener claro que está divido por sexos, no se vaya a meter la pata y lo tercero es que en el interior de los baños se está completamente desnudo, no vaya a entrar nadie en bikini o bañador.

Esa noche cenamos en un restaurante del pueblo donde probamos la carne de Hida preparada al estilo japonés. Resultó estar muy buena, aunque la que de verdad tenemos ganas de probar es la archifamosa ternera de Kobe.

DÍA 8

Nos levantamos relativamente temprano porque queremos aprovechar la mañana que nos queda en Takayama para visitar por lo menos una de las casas de mercaderes del período Edo que hay en el pueblo, alguna de ellas perfectamente conservadas.

Nos decidimos por la de Kusakabe Mingeikan, construida en la década de 1890, albergando en su interior un museo de objetos tradicionales. Desde allí y camino al templo a recoger nuestro equipaje, damos la última vuelta por las calles Ichino Machi y Nino Machi, las dos arterias principales del centro histórico de Takayama, llenas de tiendas y destilerías de Sake. Estas calles son las que salen en todas las fotos que se publican cuando se habla de Takayama.

A las 11:50 salimos en el autobús de la compañía Nohi Bus con destino a Shirakawa-Go, adonde llegamos después de unos 50 minutos de cómoda carretera. La última parada de esta línea de autobús es en la aldea de Ogimachi, donde nos bajamos nosotros. En este asentamiento viven unas 600 personas y es el mejor sitio para ver las famosas granjas de tejado de paja a dos aguas llamados gassho-zukuri (manos en oración). Son unas construcciones preciosas, perfectamente enclavadas en el entorno, y atraen a muchísimo turismo nacional. El objetivo de los tejados inclinados no es más que evitar la acumulación de nieve, y es que en la zona se soportan unos inviernos durísimos.

Recién aterrizados en Ogimachi, nuestra intención era pasar allí unas horas y esa misma tarde coger otro autobús en dirección a Kanazawa, situada más al norte, en la costa del Mar del Japón.

Nos pasamos esas cuatro horitas que teníamos paseando por la aldea y haciendo fotos como locos casi a cada esquina. El ambiente que se respiraba era muy tranquilo y la fina lluvia que a ratos caía hacia que el paisaje fuera aún más de cuento. Una de las cosas imprescindibles a realizar en Ogimachi es subir la cuesta (10 min.) que hay para llegar hasta el mirador de Shiroyama Tenbodai, desde donde se puede disfrutar de las mejores vistas de la aldea. No hay problema porque está perfectamente indicado por todos sitios.

Y a las 16:50 h. estábamos ya saliendo en el autobús con dirección a Kanazawa, ahora sí bajo un buen chaparrón, y es que parece que ahora la lluvia nos persigue, después de los días de sol que hemos tenido durante nuestra estancia en Tokio. Esperamos y deseamos que según vayamos bajando hacia el sur el tiempo vaya mejorando.Al llegar a Kanazawa el autobús tiene la parada en la estación JR. Esta modernísima estación, como es habitual, tiene su oficina de información turística con personal muy atento que nos confirman lo que dice la Lonely en cuanto a la mejor forma de moverse por Kanazawa, que no es otra que la de la línea de autobús “Loop Bus”.Así que con el tema del transporte solucionado para el día que íbamos a pasar en Kanazawa, ahora sólo quedaba encontrar el hotel que habíamos reservado para las próximas dos noches. Siguiendo las instrucciones que nos habían dado las chicas de la oficina de información turística de la estación,encontramos el hotel enseguida.

En la recepción del Ryokan nos recibe la dueña que resulta no hablar inglés, pero que es encantadora. En un momento nos encontramos haciendo el check-in tomando un té, mientras ella nos explica todo lo concerniente al funcionamiento del Ryokan. Las habitaciones son de tatami, por lo que se duerme sobre el típico futón, tienen televisión de pantalla plana, el baño es compartido. Por supuesto todo está limpísimo y lo mejor de todo es el precio de la habitación, puesto que nos sale a 45 euros la doble. Todo esto y su cercanía a la estación JR hacen de este Ryokan un alojamiento muy recomendable.

Esa tarde lo único que hacemos es buscar un sitio para cenar y después disfrutar del Onsen antes de irnos a dormir. En las habitaciones hay un par de kimonos para el uso de los clientes, así que convenientemente ajaponesados bajamos a disfrutar del baño caliente, el cual mediante reserva se puede compartir con tu pareja.

DÍA 9

Salimos temprano del Ryokan armados con los mapas de Kanazawa, la guía de viajes y los pases del “Loop Bus” dispuestos a ver todo lo que pudiésemos de esta ciudad de 500.000 habitantes en el único día que íbamos a pasar en ella. La temperatura ha bajado, por lo que las pocas prendas de abrigo que echamos a la maleta nos vienen como anillo al dedo.

 

Kanazawa es conocida principalmente por sus jardines Kenroku-en, los cuales formaron parte de un castillo en el siglo XVII. Aunque catalogados como el tercer mejor jardín del país, para muchos se trata del jardín más bonito de todo Japón. Cogemos el “Loop Bus” en la parada número X, muy cerca de nuestro Ryokan. Decidimos visitar primero los jardines por si comenzara a llover. Para ello nos bajamos en la parada número X. En esta parada están el Castillo de Kanazawa y los jardines Kenroku-en. Primero hacemos una rápida visita al castillo  y luego cruzamos un puente y nos adentramos en los jardines.

De allí vamos paseando al cercano Museo de Arte Contemporáneo. Es un edificio ultramoderno, construido en 2004. La entrada al museo cuesta unos 1500 yenes, pero hay una zona gratuita que ya merece la pena. Aquí hay una piscina donde parece que la gente ande por el interior de la misma. Para bajar a la piscina sí que hay que pagar la entrada.

Justo enfrente del museo está la parada número X del “”Loop Bus”. Nos subimos en esta parada y bajamos en la número X, en el barrio de Teramachi, con la intención de visitar el cercano templo Myoryu-ji o Templo Ninja. Se llama así por la conexión con los guerreros ninja. Resulta que la visita a este templo se hace en grupo y teníamos que esperar un rato, por lo que abandonamos la idea y nos fuimos paseando al céntrico distrito comercial a comer algo.

 Tras reponer fuerzas volvimos a coger el “Loop Bus” hasta la parada número X, en el barrio de Higashi Chaya-Gai, conocido también como el distrito de las geishas. Aunque hoy en día no queda ninguna, es aquí donde las geishas se reunían con sus adinerados admiradores. El barrio conserva ese romanticismo de la época con sus calles estrechas y sus fachadas de madera, mudos testigos de numerosos encuentros entre acaudalados caballeros y mujeres de tez blanca. La casa Shima es una antigua casa de geishas visitable, pero nosotros decidimos esperar a Kioto, donde sí que todavía se pueden ver verdaderas geishas.

Volvimos a la parada X a coger el autobús. Habíamos reservado la última visita para el barrio de Katamachi, también conocido por el barrio de los Samurais. Aunque hoy en día, este barrio se ha convertido en una lujosa zona residencial en la que abundan unas imponentes viviendas con vallas altísimas, antiguamente era el lugar donde residían los caballeros samurais. Aún quedan algunas casas de éstos que se pueden visitar, pero nosotros no lo hicimos.

El resto de la tarde la pasamos por la animada zona de centros comerciales realizando algunas compras. Se nos fue tanto la pinza con las compras, que acostumbrados a nuestros horarios de casa, ni nos acordamos de que a las 20:00 horas en Japón finaliza el horario comercial y nos quedamos encerrados en uno de los grandes almacenes de los que entramos. Tuvieron que sacarnos por donde sale personal de la casa, atravesando el puesto de trabajo del servicio de seguridad, un lugar lleno de cámaras y guardias, los cuales a nuestro paso se levantaban y nos hacían reverencias, y es que estos japos son una caña.

Compramos algo de comida en un supermercado y cenamos en la habitación del ryokan ataviados con el kimono y comiendo con palillos, que mejor forma de acabar un día en el que hubo de todo: jardines, ninjas, geishas, samuráis…

Continuará…

 

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