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No te signifiques (49)

 

Por Jorge Díaz.

 

¿Es eso la soberbia? Apetito desordenado de ser preferido a otros… Todos dábamos por hecho que Barcelona y Madrid estarían jugando la final de la Champions. Por fin íbamos a estar allí, el último día, dirimiendo quién es el mejor (del año, del mes, de la semana, del día…) Había unos ingleses y unos alemanes a los que había que eliminar antes, pero sólo estaban para darnos más gloria por el camino, para que nuestros ídolos marcaran aún más goles. Todos sabemos lo que ha pasado, dos globos pinchados, martes y miércoles. Un saludo a mis amigos del Barça, por una vez compartimos infortunio. Al final se encontrarán ellos, los alemanes y los ingleses, en Múnich, seguro que sonreirán:

 

–          Os esperábamos aquí.

 

–          Ahora que gane el que pueda.

 

–          Los mejores del mundo que nos vean por la tele.

 

Y los madridistas y los barcelonistas, esta vez con un destino común, asistiremos al partido, o tal vez no, tal vez pasemos de él. Pero si lo miramos seguiremos pensando que teníamos que haber estado allí, que nos han robado nuestro sitio.

 

–          Es que nosotros éramos mejores.

 

–          ¿Desde cuándo en fútbol gana el mejor?

 

Yo nunca fui muy aficionado al fútbol, lo mío era el baloncesto. Me pasé mi infancia y mi adolescencia pasando del Madrid, del Barça y de todos. Era de los que aprovechaba los días de los partidos importantes para salir, para ir a locales que no estuvieran petados, para quedar con chicas… Cada uno tenía sus técnicas.

 

–          ¿A las chicas les gustaban los que no les gustaba el fútbol?

 

–          A las chicas les gustaban los guapos, siempre fue así.

 

Un día antes de empezar el mundial del 82, tenía 19 años, me dio un ataque de apendicitis. Me ingresaron y me operaron de urgencia. La memoria me falla, pero creo que me operaban mientras los Rolling Stones actuaban en Madrid. Quién sabe si el cirujano tenía entradas para el concierto y se quedó sin verlo por mi apéndice. Quién sabe si cantaba Satisfaction mientras hacía la incisión.

 

–          Línea literaria barata para que no te acusen de simple guionista escribiendo por encima de sus posibilidades.

 

–          Más o menos… Hay gente que cree que he roto algo.

 

En la habitación de la Clínica, estaba en la Ciudad Universitaria y se llamaba Clínica Anglo – americana, hace muchos años que cerró, había una tele en blanco y negro que funcionaba con monedas de 25 pesetas. Mi abuelo me traía todas las mañanas los periódicos del día y una bolsita de monedas. En principio iban a ser sólo tres o cuatro días, pero un punto se infectó y acabé pasando casi el Mundial entero en el hospital. Sólo recuerdo que la final – aquella del viejo presidente de Italia haciendo el ridículo con sus celebraciones – ya estaba en casa y que en el salón había una flamante tele nueva en colores que entonces nos parecía enorme y que ahora no valdría ni para la parte de atrás del reposacabezas del coche.

 

–          Noto que hoy te esmeras con las comparaciones.

 

–          Para que se jodan los guais. No les gusta nada cómo escribo. Será porque se me entiende.

 

Sólo había dos canales y tres partidos al día. Mis monedas de cinco duros fueron destinadas en su mayor parte a ver los partidos de fútbol más aburridos del mundo. Recuerdo uno de Alemania, creo que contra Austria, que debería haber hecho que los dos equipos fueran expulsados para siempre del deporte. También recuerdo aquella selección española casposa, llorona, sin personalidad, que entrenaba un tal Santamaría, dando pena contra todos sus oponentes.

 

–          Les representaba Naranjito, ¿qué iban a hacer?

 

Menos mal que de vez en cuando jugaba Brasil, el Brasil del 82, y te reconciliabas con aquel deporte: Zico, Falcão, Júnior… Pero sobre todo, Sócrates. Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, montones de apellidos como buen brasileiro, jugador de fútbol, corinthiano, médico y activista político. Murió el año pasado sin haber ganado nunca un mundial, que tuvo en aquel 82 al alcance de la mano, pero fue uno de los mejores jugadores de fútbol que yo he visto en mi vida.

 

Italia eliminó a Brasil, le ganó 3 a 2. Tengo la teoría de que siempre que no te acuerdas de quién ganó un mundial fue porque lo hizo Italia, es una desgracia para el fútbol. Quizá Brasil perdió por soberbia, pero yo los recuerdo a ellos, al que más a Sócrates, no a los que ganaron.

 

–          ¿Y te aficionaste al fútbol?

 

–          No, eso fue después, con la Quinta del Buitre. Hoy hablaba de soberbia, no de fútbol.

 

Creo que con esta final de la Champions pasará lo mismo, sólo recordaremos a los que no la jugarán, al argentino y al portugués.

 

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