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Sublimación mística

 

Por Alfredo Llopico

 

La ecléctica y singular Loreena McKennitt actúa el 26 de abril en Castellón en el Auditori i Palau de Congressos. La cantante canadiense de ascendencia irlandesa y escocesa recaba en nuestra ciudad donde finalizará la gira “Huellas Celtas” que, iniciada en Zúrich, le ha llevado por otros 10 países además de las ciudades españolas de Murcia, Zaragoza, Barcelona y San Sebastián.

 

Una oportunidad para escuchar muchos de los temas de sus doce álbumes en los que, en su constante búsqueda de las raíces de la música celta, nos sugiere realizar un viaje alrededor del mundo que parte de Asia Menor y culmina en Irlanda.

 

Pero el viaje de Loreena McKennitt empezó mucho antes en Winnipeg, donde sintió la imperiosa llamada de la música celta durante sus visitas a un club folk. Después, en 1981, se mudó a Stratford donde entró de lleno en la escena cultural de la ciudad, presidida por el Festival de Shakespeare. Allí pudo demostrar su talento como intérprete a la par que como compositora. Un año después, en 1982, hizo un decisivo viaje a Irlanda, la tierra de sus padres. De vuelta a casa, imbuida de tradición celta y con la sangre de sus ancestros hirviendo en sus venas, se las arregló para grabar un disco y fundar Quinlan Road, su propia compañía discográfica. Corría el año 1985, el año que vio nacer a Elemental, un trabajo con nueve canciones que ella misma vendió en su coche en contacto directo con el que luego sería su público.

 

Después vendría el homenaje a los villancicos navideños, por los que se convirtió en la cantante favorita del la reina Isabel II gracias a sus versiones de baladas medievales británicas como The King o Banquet Hall; así como las referencias a la leyenda artúrica. También encontramos la influencia de la península ibérica; ya sea en Tango To Evora, dedicado a la localidad lusa del mismo nombre, como la influencia de las tradiciones centenarias de España, pero también de Marruecos, que fueron asimiladas en The Mask and Mirror. Y en ese recorrido encontramos la escritura de Yeats y Shakespeare; y también los paisajes de las costas de Irlanda o de las estepas siberianas. Y desde allí llegamos a la Italia de la Toscana o de la fastuosa Venecia desde donde nos llevará, con Marco Polo, a la Ruta de la Seda pasando por Estambul a través de las puertas del Bósforo.

 

De todo ello surge la música de Loreena McKennitt, tan rica en matices que no soporta ninguna etiqueta. Una auténtica epifanía para oídos sensibles.

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