Árboles en el camino
Árboles en el camino. Régine Raymond-García & Vanina Starkoff. OQO editora. 36 pp. 12,90 €.
Karim estaba en el mercado con su madre.
Un rebaño de cabras pasó trotando sobre la tierra roja.
Karim quería jugar con ellas.
Soltó la mano de mamá Khadija y corrió tras el baño.
Después de un buen rato, casi sin aliento, se detuvo y se dio la vuelta.
El mercado había quedado atrás.
Ya no podía verlo.
Haciendo sombra con la mano sobre la frente,
Karim entornó los ojos para mirar a lo lejos:
Veía arbustos, corderos y cabras; pero no podía ver a su madre-
A Karim se le hizo un nudo en la garganta
y por sus mejillas resbalaron dos lagrimones.
Miró a un lado y a otro: no sabía regresar.
El polvo le sacaba la garganta.
Tenía sed.
Tenía hambre.
Tenía miedo…
Karim caminó hasta el árbol de la palabra,
el árbol rojo donde los sabios se reunían para tomar decisiones.
¿Qué puedo hacer? -se preguntó Karim.
Entonces oyó silbar el viento,
y las hojas del árbol rojo susurraron:
-¡No te detengas! ¡Sigue hasta el baobab!
Karim conocía bien el baobab:
era el árbol donde mamá Khadija descansaba a menudo.
Más animado, se secó las lágrimas y echó a andar.
Al poco rato llegó hasta una gran palmera:
la centinela de la sábana.
Como le había enseñado su padre,
y como su padre había aprendido del abuelo,
se agarró con las manos y los pies
y subió a lo más alto del árbol.
Se acomodó bien
y bebió la savia.
¡Qué fresca!
Veía babuinos y capuchinos a lo lejos.
¡Pero no podía ver a su madre!
La palmera susurró:
-¡Sigue andando!
Karim llegó hasta un mango frondoso.
Resguardado del sol y del viento,
se recostó contra el tronco del árbol para recobrar fuerzas.
Ya no tenía sed, pero tenía hambre;
y todavía estaba lejos.
Un mango cayó a sus pies.
Karim lo mordió con ganas. ¡Qué sabroso!
El mango susurró:
-¡Sigue andando!
Karim se sentía mejor y continuó su camino.
(…)