Libro segundo, Luis Muñiz
Libro segundo
Luis Muñiz
Por Pilar Martín Gila
Ediciones Trea 2011
Luis Muñiz abre este Libro segundo con el poema Oración antes de salir de casa, como si avisara al lector de que se disponga no a entrar sino más bien a salir hacia un lugar incierto. Es ésta, sin embargo, una oración profana (o profanada) en la que las ofrendas a cambio del favor no son sacrificios sino facilidades, tal vez una forma de desconfianza o de negocio (Te garantizamos / preguntas cortas como: ¿hace sol?, ¿llueve? / ¿debemos abrigarnos o salir desnudos y abrazar / el primer estrépito matutino / antes de caer rendidos a los pies de tu templanza?). No todas son tan cortas. Pero de forma parecida, el título del libro podría negociar con esta promesa de facilidad práctica, esa práctica de la vida y ese valor ordinal de las cosas, que recuerda la antigua costumbre romana de dar nombres según se dan los acontecimientos (al primer hijo, Primus, al segundo, Secundus). Y de alguna manera (o a la manera de la poesía), se puede decir que el libro cumple su parte del trato: preguntas cortas que, como todo el mundo sabe, no quiere decir preguntas fáciles de responder, pero sí preguntas que van desbrozando esto que llamamos “mundo” en un gesto antilírico que, precisamente por ello, termina reforzando su pertenencia a lo poético. Sin embargo, este desbrozar no tendría aquí ningún sentido si lo que es y no es broza (por decirlo así) no conformaran la misma materia poética.
Así, el deambular de este poemario lleva por distintos relatos, monólogos, diarios —como en Una vida completa (e interior)—, referencias —Valery, Pynchon, Pound, M. Casado…—, vivencias —como El arte de los improvisadores y su dilema masaje-tensión traído de Ildefonso Rodríguez—. El libro cierra con El enfriamiento de la economía, uno de los poemas en que Luis Muñiz enfrenta la actualidad, la sobrecarga de lo noticiable que, día a día, ha ido sumiendo en el tedio a la sociedad occidental (Las empresas y familias / en suspensión de pagos / se triplican en 2008 hasta las 2.902).
Si pensamos que el tedio comporta siempre un sufrimiento, la huida de algo doloroso, se puede decir que justo es esto lo que trastoca Muñiz al abrir el artículo al poema, presentando una suerte de mundo de arriba y mundo de abajo, que aviva ese dolor escondido bajo el aburrimiento o la indiferencia, para volver a dar cuenta de él como lo haría la tragedia: prácticamente sin esperanza.
En definitiva, de esto trata la poesía, de sacar la palabra de sus casillas y volver a escuchar lo que ya no dice.