Lo normal es leer
Por Raúl Fernández de la Rosa.
Algunos días han pasado desde la celebración del día de la poesía. He querido seguir la corriente y alejarme de ella al mismo tiempo, por ello este artículo no sale en el día y trata de aprovechar la coyuntura. Recordaré sucintamente a un tal Gil llamado Jaime, de Biedma.
Nació en Barcelona en 1929 y aquí residió casi siempre. Hace algún tiempo hablé de cómo una de sus poesías despertó en mí sentimientos de cercanía. Tenía yo unos dieciséis años, pero bueno, eso carece de importancia. Pere Rovira hizo -o le hizo un- ʻHomenatgeʼ, explicaba cómo se divirtió en una España llena de soldados, que dejó unos 15 ó 20 poemas buenos y que murió por amor –recomiendo ver la forma, ergo, leer el poema.
Lo que me llegó fue su lenguaje y sus imágenes –hablo de Gil de Biedma. Era la primera vez que leía algo que no parecía poesía, más allá de la disposición en versos. La voz surgía de la realidad. Se trataba de un lenguaje más oral que literario. Más tarde supe de la utilización que de ello hacía el poeta –y tantos otros-, del mismo modo que utilizaba diversas voces, y diversos registros, incluido el coloquial. Nada de ocasos. Las imágenes de la composición eran cotidianas, nacían de una experiencia que cualquiera podía haber tenido.
Pero lo cierto es que no todos podemos transmitirlas de ese modo, ni rozarlo tampoco. Jaime, como innumerables escritores, estudió derecho. Nunca pensó en utilizar la literatura como medio de ganarse la vida, era algo más serio. Es más, su reproche a las nuevas generaciones, que así lo pensaban, fue televisado. Era de familia burguesa, pero trabajó siempre para ganarse la vida, escribir escribía poco y porque quería. “Al fin y al cabo lo normal es leer”.
¿Qué es poesía? Olvidemos a Bécquer. Sobre ella se pueden decir muchas cosas, desde que es la hermana de la música, por los sonidos y el ritmo, hasta que es la amante del cine, por las imágenes y el infiel ritmo. Lo cierto es que es lenguaje, más allá de que sea o no transmisión útil o pragmática, y el lenguaje es de todos. Así pues, no debería ser algo tan lejano.
Aunque es cierto que encierra mucho más, que es difícil y compleja, lo sea o no en apariencia. Como cierto es que nadie lee poesía, que el contacto-fugaz- con ella se limita a ñoñerías de amor y alguna canción desesperada. Lejos quedan los tiempos en que la lírica era la primitiva radio o televisión. Leer poesía hoy en día es un acto de rebeldía. Se va contra corriente, en todos los sentidos, es el pulso contra la mayoría.
La poética de Jaime Gil de Biedma, la que nace de la experiencia, si acaso existe otra –pensará alguno o ninguno- es un buen cigarro para jóvenes rebeldes, sigue siendo tremendamente actual, aún en apariencia. ʻLas personas del verboʼ es un pequeño librito que recopila toda su poesía, si eso fuera posible. También podemos adentrarnos en la visión que de Gil, de su poesía, propuso Pere Rovira.
‘Las personas del verbo’, Jaime Gil de Biedma, Seix Barral, 2002. 15€.
‘La poesía de Jaime Gil de Biedma’, Pere Rovira, Atrio, 2005. 15€.