Tan fuerte, tan cerca (2011) de Stephen Daldry
Por Almudena Jiménez
La cuarta película de Stephen Daldry baja el listón en el desarrollo de su contenido. Adaptación de la novela homónima de Jonathan Safran Foer con un reparto apetecible, Tom Hanks y Sandra Bullock como padres del protagonista, Thomas Horn, un prodigio televisivo.
Oskar Schell (Horn) es un inventor, explorador, arqueólogo y conocedor amateur de un millón de cosas más, todas ellas inculcadas por su padre (Hanks) y permitidas por su madre (Bullock). Tras la muerte del progenitor en el 11-S, Oskar encuentra una llave escondida en un jarrón que le llevará a emprender una búsqueda de respuestas a la muerte de su padre a lo largo de toda la ciudad de Nueva York.
Si Daldry ha pinchado, no es porque la historia de Safran Foer sea mala, o porque su talento como director le haya fallado. La inmensa pega radica en la torpeza del inglés al retratar las emociones y los sentimientos del crío. En sus anteriores trabajos apreciamos inmensamente la sutileza, la contención, el deseo por aguantar el tirón en pantalla. Nos divertimos reprimiéndonos igual que los personajes; supo llevar al público a territorios profundos en las antípodas de la alegría, pero que lograban liberar los demonios de uno y revisarse las entrañas. Sumando estas cualidades a realizaciones exquisitas técnicamente.
Bien. En Tan fuerte, tan cerca, el aliño se le ha escapado como si de una mano tonta se tratase y decide apostar por el exceso, mejor que por el defecto. Suerte para aquellos gustosos de la ostentación emocional y ese estado agotador de estar sobrepasado. No es lo que la historia requería. No eran esos detalles los que había que aprovechar. No era necesario dibujar la histeria y el temor de un niño de ese modo tan exagerado e irritante. No quita para que el argumento goce asimismo de momentos entrañables y matices inimitables, bien traídos de la novela al cine. Pero finalmente, inevitable es también que más que empatizar con el protagonista y con sus fobias, uno espera no cruzarse jamás con un elemento así. Nunca una neurosis infantil enervó tanto y dejó tan punzante la sensación final tras ver la cinta. El responsable de ejecutar la acción, Thomas Horn, cumple con el cometido y no se deja eclipsar por Hanks y Bullock, en un segundo plano muy bien escogido por el director. No obstante, si algo es digno de elogiar, es el mítico Max von Sydow, como compañero de faenas del pequeño. La pareja que forman deja un rastro de comedia muy sutil y apreciada por aquellos que se saben fijar en los detalles pequeños, en los gestos y en las pausas.
Técnicamente no se puede regañar a Daldry. La fotografía es más que decente; la elección de cada plano, inteligente. Como realizador, no pierde facultades y demuestra por cuarta vez que ha llegado hasta donde está por méritos propios. Qué lastima que se haya equivocado tanto en el planteamiento; que se haya ensuciado las manos por cuatro lágrimas forzadas y alguna que otra nominación. Iba bien encaminado, todos habían hecho bien su trabajo. Hanks alardea del gran tipo que es, del papel pequeño que se le concede y hace la primera parte bastante fácil; vemos el lado bueno y respetable de Sandra Bullock trabajando el drama -y, cuando eso sucede, hay que disfrutarlo-, os hizo buen día para estrenar la peli -25 de diciembre en Estados Unidos-, incluso, llegó a los Oscar. No debiste castigarnos buscando constantemente abrir heridas, Stephen; atacarnos de este modo. Tristemente, el pinchazo ha sido en hueso y nos hemos alejado. Suponemos que la pandereta es a Oscar, lo que la capa de invisibilidad a Harry Potter; no obstante, ésta última es harto menos ruidosa, además de molar bastante más.
Un dolor de cabeza permanente el que este jovencito le va a buscar a más de uno, so pena de tener que escuchar una y otra vez su trágica historia sin apenas tener un segundo para respirar, y además, tocando la pandereta.
Tan fuerte, tan cerca (2011) se estrenó en España el pasado 16 de marzo de 2012.
No parece que esta crítica haya captado la esencia de la historia que se quiere contar, protagonizada por un niño que sufre el síndrome de Asperger. Hay que conocer un poco de esta forma de ser para entender que no es un niño neurótico y estridente, sino que explica una forma de comportamiento especial que hace de estas personas unos incomprendidos.