Manel: Vienen para quedarse
Por Silvia Llorente.
Suenan los primeros acordes de Boomerang. El Palau de Congressos de Valencia se levanta a la vez. Aplausos, gritos y baile. Encima del escenario, el grupo catalán Manel comienza a cantar: “Va arribar el tiet amb barba llarga; els avis feien dinar especial…” (“Llegó el tío con barba larga, los abuelos hacían comida especial…”). Más de mil voces corean la letra. Letra que no tiene nada de especial de primeras, pero que esconde mucho más de lo que aparenta. Como los Manel.
Rondaba el año 2007 cuando Manel se empezó a dar a conocer. Después de quedar finalista en el concurso de maquetas de Sona9, este grupo catalán ganó el Premi Joventut de la Generalitat de Catalunya, con el importe del cual costearon su primer disco debut: Els millors professors europeus. Pero es con motivo de su segundo CD, 10 milles per veure una bona armadura, el de la gira que les condujo el pasado sábado 10 de marzo a Valencia y que concluirá el próximo día 20 en Madrid.
Resulta curioso; un cuarteto barcelonés que canta en catalán logra triunfar en el panorama nacional. En la primera semana de 10 milles per veure una bona armadura, Manel alcanzó el número uno en la lista de ventas de discos en España con más de 10.000 copias, hecho que no ocurría con un disco en catalán desde hacía más de 15 años, cuando lo hizo Joan Manuel Serrat, y que tiene una añadido: hasta esta fecha sólo habían triunfado en esta posición cantautores.
¿Y qué es lo que hace tan especial a este grupo? Puede que sean sus canciones, sencillas, literales y cotidianas; o quizá su música, llena de matices y que ellos mismo califican de “pop” más de que de “folk”, aunque con rasgos de esta última. El entorno acústico de sus canciones, que cuentan con ukeleles, banjos, flautas o violines, así como la estructura de sus historias, “populares como los cancioneros”, abalan esta idea. Y el idioma no es un problema; en la página web del grupo podemos encontrar sus canciones traducidas al castellano para que todo el público pueda disfrutarlas.
Ninguno de ellos ronda todavía los 30 años, y así lo demostró la frescura con la que saltaron al escenario el pasado sábado en Valencia. Frente al micrófono principal pronto se posicionó Guillem Gisbert, auténtico hombre-orquesta –tocando la armónica y la guitarra al mismo tiempo-. A su lado izquierdo y encargado de la otra guitarra y voz, se encontraba Roger Padilla. Y justo al otro extremo, Martí Maymó, bajo y clarinete, y Arnau Vallvé, batería. A sus espaldas, carreras como periodismo, cine o sonido. Delante de ellos, un éxito del que empiezan a recoger los primeros frutos. ¿Y Manel? Pues no; ninguno de ellos se llama así.
“Eso” que tiene este grupo de especial se hace todavía más evidente en directo. Las bromas de Guillem Gisbert entre canciones, con un aire risueño y desgarbado, enternecían a un público que se sorprendió al escuchar historias de lo más cotidianas. Como esa que le pasó “al Martí, el dia que volia vore el mar…” y que da lugar, ni más ni menos, que a la cancó del soldadet.
Público, por otro lado, que se vio obligado a participar en la última canción, también la última en 10 milles per veure una bona armadura: Toni, deixa-la, y que reclamó que el grupo catalán saliera hasta tres veces para tocar otras canciones. Después de entonar el coro de esta última melodía, algunos comenzaron a bailar en sus propios asientos. Porque otro de los rasgos que empapa a esta música es su aire optimista y festivo.
Quien se lo iba a decir a estos cuatro catalanes que se conocieron en el colegio barcelonés Costa i Llobera. Algunos incluso han tachado su debut como el “más espectacular desde Antònia Font”. El caso es que nadie sabe decir a ciencia cierta qué es lo que tienen de especial, pero todos apuntan a que hay algo que los diferencia de los demás. Son Manel, y vienen dispuestos a quedarse entre nosotros.
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