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Artistas en femenino

 

Por Silvia Llorente.

 

El papel de la mujer siempre ha estado oculto y relegado a un segundo plano durante los últimos siglos de historia. La exposición Una mirada feminista sobre las vanguardias: Denuncia y reflexión en torno a las desigualdades de género del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía pretende que el público reflexione sobre la representación femenina, tanto en el arte, como en la sociedad. Desde la visión de las mujeres como objetos hasta su participación en la vida social y política,  resulta necesaria esta mirada, y más en la actualidad, donde la desigualdad todavía reina en una multitud de circunstancias y aspectos.

 

De necesario repaso, por otro lado, es el asunto de las mujeres artistas, grandes secundarias en la historia del Arte. Desde Culturamas, os proponemos un breve repaso por tres artistas en femenino que jamás debieron caer en el olvido.

 

Camille Claudel (Aisne, Francia, 1864)

 

Si en las obras se aprecia la actitud y vida de un artista, con Camille Claudel existe un ejemplo latente de ello. Desde muy joven su talento se manifestó en las obras de barro que trabajaba con las manos, y que la condujeron a convertirse en una de las escultoras más afamadas de la historia. Con el objetivo de pulir su trabajo a nivel técnico, se convirtió en aprendiza en el taller del escultor también francés Auguste Rodin.

 

De esta, inicialmente, relación laboral surgió un idilio que pesará sobre la obra de Camille Claudel hasta los días de su muerte. Aunque enriquecedora a nivel profesional, el amor tortuoso que profesó por el escultor le llevará a realizar sus esculturas más conocidas.

 

Es el caso de Sakountala, realizada sobre mármol blanco. Esta simboliza el desprecio de Rodin por ella al exhibirse continuamente con otras mujeres en su presencia. Poco después, obligada en buena medida a abortar por la presión de Rodin, se dedicó a esculpir cabezas de niños, que obsesionaron sus representaciones posteriores.

Aunque cercana a las obras de Rodin, la sensibilidad y sencillez plástica de Camille Claudel le valió críticas positivas durante la época. Las famosas Puertas del Infierno del escultor es un ejemplo de colaboración de esta extraordinaria mujer que hoy día sigue siendo una de las esculturas más famosas en la historia del arte.

 

Frida Kahlo (Coyoacán, México, 1907)

 

Una relación tortuosa también se cruzó en el camino de  la artista mexicana Frida Kahlo. En este caso, su vida también quedó marcada por el sufrimiento físico que derivó de poliomielitis que sufrió a los pocos años de edad; hecho que le dejó una secuela permanente: la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda. Empezó a estudiar medicina, pero un accidente de tranvía le obligó a estar convaleciente durante un largo tiempo, en el que comenzó a pintar de forma continuada.

 

No es hasta 1926 cuando realiza su primer autorretrato al óleo, que también marca su línea posterior; en sus cuadros hablará siempre de los sucesos de su vida, y los sentimientos que le provocan. Dos años más tarde contrajo matrimonio con Diego Rivera, el amor de su vida, y también uno de los hombres que más sufrimiento le produjo.

 

Diego y yo es uno de los cuadros más representativos, en los que la pintora mexicana refleja el dolor que le provoca el ser amado, y que siempre estuvo presente a lo largo de su vida a pesar de sus continuas separaciones y crisis. Así, el tercer ojo de su frente demuestra la convicción de la superioridad de Diego frente a ella y cómo ocupa un lugar en sus pensamientos; el cabello suelto, hecho poco frecuente en sus pinturas, transmite el descontrol y la angustia cuando éste no está con ella. En el retrato se puede apreciar, además, el característico unicejo de la pintora y los colores atrevidos del traje tradicional mexicano que se convirtieron en su imagen de marca.

 

Dora Maar (París, Francia, 1907)

 

Artista plástica, pintora, fotógrafa y escultora. Dora Maar se convirtió en un símbolo para alta sociedad parisina. En la Academie Lothe conoció a Henri Cartier-Bresson, quien llegaría a convertirse en  uno de los mejores fotógrafos de la época y con compartió profesión. Alrededor de los años 1950, Dona Maar comenzó a pintar y a realizar fotografías caracterizadas por un “halo misterioso y espantoso”, según los teóricos que la han estudaido. Cartier-Bresson calificó la fotografía de solitarios; es un rasgo que, sin duda, se le puede atribuir a esta francesa.

 

La relación con Picasso la llevó a sufrir mucho y a causar varios episodios de histeria. Sin embargo, sus fotografías muestran mucho más que eso. Sus fotografías, en la época, supusieron una transgresión ligada a su carácter callado, orgulloso, inteligente e irónico.

 

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