Los idus de marzo (2011) de George Clooney
Por Almudena Jiménez.
A George Clooney no le asustan los retos. Tampoco le atraen las historias sencillas y va sin prejuicios por el mundo criticando todo lo que le parezca susceptible de ser analizado. Con Los idus de marzo (2011) revuelve las entrañas de la campaña política estadounidense. El precio ha sido justo: una nominación al Oscar al Mejor Guión Adaptado, aunque cero galardones.
Los idus de marzo (2011) eran una época de buenos augurios para los romanos; sin embargo, como de todas las supersticiones, es mejor no fiarse. A Julio César, por ingenua, le asesinaron en estas fechas.
Pobre Stephen (Ryan Gosling) que, precisamente por confiado, el batacazo que se lleva con su amada profesión es enorme y doloroso. De eso trata esta película.
La reflexión profunda de Clooney y su co-guionista Grant Heslov hacen a través de su film trasciende de lo político y se adentra en los bajos, pero bajos fondos del ser humano. La capacidad de caerse y levantarse es proporcionalmente distinta al número de personas que habitan nuestro planeta.
La forma en que el protagonista (Gosling) se levanta del duro golpe de descubrir que ya no queda casi nada honesto a su alrededor, no es la de alguien abatido por sus propias convicciones. Se trata, más bien, de auparse con unas ganas enrabietadas de venganza y traición (tal vez por ese orden, a sí mismo incluso).
Es brillante la forma en que el Clooney director conduce a sus personajes enérgicamente a la máxima potencia de sus posibilidades. Cómo explota y cómo juega con la intensidad de las interpretaciones y con la tensión de su narrativa cinematográfica. Cómo maneja el ritmo de la historia para que no pierda interés. Y además, actúa. Clooney interpreta a Mike Morris, candidato demócrata en la carrera por la Presidencia. Un tema peliagudo, allí todo se hace de la única manera que conocen: a la americana. Todo lo magnifican, y todo lo supervisan; hasta la última de las palabras. Los políticos no dejan de ser, en cierto y triste modo, actores.
El director interpreta quedándose a un lado y dejando hacer a los demás. No destaca, pero cumple y resulta muy creíble. Al establecer este margen, deja que Ryan Gosling reluzca como lo ha estado haciendo últimamente. Su propia cara le permite el misterio, el enigma, el bien y el mal; sólo con estar de pie mirando quién sabe qué, este actor ya interpreta. Es natural, pero no descuida los detalles que tenga escritos su personaje. Es otro de los que no le tienen miedo a nada, y eso gustará al público.
Por otro lado, sólo con dar dos nombres claves para esta cinta, la calidad de la misma aumenta casi en un 100%. Seymour Hoffman y Giamatti. Fans de los secundarios: ésta es vuestra película. Qué espectáculo verles actuar. Cada uno interpreta al jefe de campaña de los candidatos demócratas. Seymour Hoffman es el responsable de Clooney y jefe de Gosling. Giamatti su rival. Todo se nos pone a favor.
La labor de este cast es impecable, violenta incluso, acorde con esta trama que no es el punto fuerte de la película. La historia es lo de menos. Lo que importa es cómo viven los personajes lo que está sucediendo y lo agresivo de su realización. No descansa y no deja descansar. Los acontecimientos lo son más por lo que hacen sentir que por lo que son en sí mismos.
Un trabalenguas de miradas y estrategias que se cruzan, más visualmente que a nivel guión.
Este trabajo que Clooney se ha buscado fuera de su rostro atractivo es, sin lugar a dudas, mucho más interesante. No renuncia a lo que es, simplemente explota lo mejor que tiene. Se afianza como cineasta y es generoso como actor. ¡Un thriller político en condiciones! Así es como se madura, George.
Los idus de marzo (2011) se estrenó en España el 9 de marzo de 2012.