El pájaro en el puente
El pájaro en el puente
Gina Ángeles Laplace
Los libros de la frontera. Colección El bardo. 108 pág.
Por Begoña Callejón Aliaga
Gina Ángeles Laplace se convierte en este libro en un pájaro. Se alimenta del vacío, la lluvia y la penumbra. Con ella damos un salto desde la infancia hasta la edad adulta, y después seguimos el camino que nos marca. En este poemario podemos disfrutar paso a paso de unos poemas desgarradores y con una gran dosis de emotividad. Nos regala con fuerza un nuevo universo. El pájaro en el puente, es un poemario lleno de creación. Nos muestra que hay que amar a los pájaros, odiarlos y sentirlos dentro. Leer este libro es entrar en un profundo sueño del que no queremos despertar. La figura del pájaro aparece constantemente en estos versos, pero en ningún momento resulta cargante, todo lo contrario, nos ofrece una nueva perspectiva, una nueva visión de lo que son las aves; ¿por qué están aquí junto a nosotros? ¿cuáles son sus misiones secretas? y sobre todo, ¿por qué nos enamoran de la forma en la que lo hacen?
Este libro de Gina Ángeles Laplace se divide en seis partes: y enseguida se interroga, en un rincón del puente, así trabaja el día, hoy muy temprano había visita, pensamos en el castigo inútil y el festín del loco. Partes que ofrecen versos como éstos: piensa en el pájaro/ o en la muerte/ cosas últimas.
Gina nació en Huaraz, en el norte de Perú aunque actualmente reside en Ginebra. A parte de este poemario pudimos disfrutar con ella de La tarde se inclina sobre los árboles.
Consigue atraparnos con su lectura. Los lugares que nos muestra en un principio son ámbitos desconocidos para nosotros, aunque una vez que los conocemos los sentimos cercanos. Sentimos empatía hacia ella, comprendemos tanto sus momentos de angustia como sus momentos de felicidad. Aquel pájaro en el puente/ no se decide a volar. Nosotros sí lo haremos.
Sus versos nos dicen: Recuerda al pájaro de aquella tarde/ un revoltijo de plumas y sangre/ una pupila dorada como un sol/ diminuto y cálido/ y este día que no termina.
A veces en nuestro día a día, tropezamos con las piedras y buscamos estrategias de salvación, y entonces descubrimos que los aleteos nos hacen sonreír, sobre todo si son perfilados por ella. Los pájaros también pueden ser de papel, ser ausencia, un eco. No debemos olvidar que este poemario refleja el estado anímico de las personas, de la escritora. Si enterramos a los pájaros las palabras de los locos volarán, las sombras se alojarán en sus rostros y nos preguntaremos ¿el pájaro soy yo o eres tú?
Nuestra infancia merodea continuamente en nuestra memoria, sabemos que siempre estará ahí. Respiramos y la vemos a ella, al pájaro. Tras la lectura del poemario, los pájaros revolotean por nuestro cuerpo y en un rincón del puente descubrimos un enjambre de luz, una nueva tonalidad, pero en el fondo nos sentimos como perros vagabundos si las aves no están cerca.
Sin los pájaros el cielo está en ruinas, caemos en charcos, las palabras se estrellan, no hay tregua, las ventanas están vacías, los ojos de los animales muertos nos miran y así, aprendemos a vaciar el día, la noche, los versos. Este libro nos golpea las rodillas y clama venganza, pero no debemos olvidar que siempre en cada verso nos brinda una oportunidad. Nos dice: Su cuerpo se inclina/ como el árbol del crepúsculo./ Recorre un camino de piedras/ y pájaros./ Observa el silencio/ y el afán de la luz/ sobre sus pies desnudos.
Aquí los locos atraviesan los puentes, las gaviotas prolongan las mañanas, la luz cae sobre los cuerpos, los pájaros sueñan y el río crece, crece y crece.