Blues Funeral: la última gran conquista de Mark Lanegan.
Por Paloma Marín.
Para enterrar el blues quizá primero habría que resucitarlo. Y no es esto precisamente lo que Mark Lanegan propone en su último disco. Más bien podría parecerse a todo lo contrario: a una despedida, pero a lo grande. Una suerte de imposible ceremonia a la que otros géneros musicales acuden para honrar y cantar al difunto.
Oscuridad disco, melodías cavernosas y rock pantanoso. Flirteando con la electrónica y palpitando a ritmo de beat, Blues Funeral se abre camino a través de distintos estilos permitiendo que Lanegan se funda con ellos para recrearlos a su manera.
La intensa serenidad de “Deep Black Vanishing Train”, cuasi mimetizándose con la última etapa de Johnny Cash, en contraste directo con la inverosímil, bailable y más que alejada del habitual coto de caza de Lanegan “Ode To Sad Disco”, dan buena prueba de ello y constituyen, a su vez, los dos polos opuestos sobre los que discurre este collage musical.
Un trabajo que combina hipnotizadores salmos downtempo como “Bleeding Muddy Water” o “St Louis Elegy” con la emocionalidad de “Phantasmagoria Blues” y “Harborview hospital”, mientras del otro lado de la moneda se muestra el rostro más fiero de Lanegan a bordo del elegante fatalismo de “Gray Goes Black”, el rock instintivo de “Riot In My House” (con Josh Homme, líder de Queens Of The Stone Age, a la guitarra), o la stoniana “Quiver Syndrome” que, a base de riffs, sintetizadores y coros femeninos, se erige como el segundo corte con más fuerza del disco. El oro, evidentemente, está reservado para la inmensa “The Gravedigger´s Song”: un lamento profundo y adictivo que conquista desde la primera escucha.
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Y es que si en 2010 Mark Lanegan se dejaba seducir por las bondades del folk grabando a dúo junto a Isobel Campbell, con esta nueva entrega parece llegado el momento de desplegar la artillería pesada a base de tétricos acompañamientos y sombrías distorsiones.
Una revancha que se ha hecho esperar ocho largos años desde que anterior trabajo en solitario saliera al mercado, sin contar con la reciente edición de ese Live At Leeds, en el que Lanegan revisitaba su propio repertorio en formato acústico. Una aparentemente peligrosa retirada temporal que, sin embargo, le ha mantenido en forma liberándole para que se involucrara en todo tipo de proyectos como prueba la fructífera trilogía publicada junto a la ex-Belle & Sebastian, Isobel Campbell: Ballad Of The Broken Seas, Sunday At Devil Dirt y Hawk; el hermanamiento con Greg Dulli (The Gutter Twins) para dar a luz Saturnalia (2008), y la acertadísima simbiosis alcanzada con The Soulsavers de la que surgieron It´s Not How Far You Fall, Is the Way You Land en 2007, y Broken, en 2009, con Lanegan como vocalista principal.
Mil y una versiones de sí mismo que a estas alturas, lejos de sorprender, deleitan.
Acostumbrado a compartir plano desde que empezara a transitar por el grunge de los noventa con la fundación de su primera banda, Screaming Trees, Mark Lanegan ha cumplido ya más de dos décadas de trayectoria al micrófono, demostrando como nadie que caminar sobre muy diversas aguas no significa necesariamente perderse.
Ahora y una vez más, su último trabajo (cuya inminente gira de presentación pasará por Bilbao y Santiago de Compostela los días 27 y 28 de Marzo; y por Madrid y Barcelona las noches del 1 y 2 de Abril) lejos de excluir, apuesta por el mestizaje bien entendido.
Cambia la forma pero el fondo permanece. Con Blues Funeral, Mark Lanegan abre otro cajón de su registro sonoro y orquesta con lucidez una de las mejores sorpresas de este aún jovencísimo 2012. Un disco, digno y estremecedor, a la altura de una voz como la suya.
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