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Entrevista a María Iglesias por «Lazos de humo».

 

Por Benito Garrido.

 

A propósito de su primera novela Lazos de humo (Ediciones Temas de Hoy, 2011), hemos entrevistado a la escritora sevillana María Iglesias.

 

María Iglesias (Sevilla, 1976) es licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Durante su formación académica empieza a trabajar como locutora en Radio Guadaira y como redactora en la agencia Efe. En 1999 entra a formar parte del equipo fundador de Diario de Sevilla, periódico en el que trabaja durante tres años.  El año 2003 comienza un periodo en el Paramount Comedy Channel, primero como coach de actores del programa Nuevos cómicos, y después como guionista de los late night Noche sin tregua y Solo ante el peligro. Por otra parte, inicia el doctorado en Literatura y Comunicación y la redacción de su tesina, Periodismo y Literatura, según Mario Vargas Llosa, que concluye en 2006 y que, según el propio autor hispano-peruano, «supera largamente el mero requisito académico de la tesis por su amplitud de miras, la profundidad de su análisis y la riqueza de ideas». Tras años de investigación universitaria y de ejercicio periodístico, la autora decide lanzarse a crear la ficción que ya había esbozado en su mente hacía  años: Lazos de humo, su primera novela. En la actualidad María Iglesias trabaja como redactora en el programa de libros El público lee (Canal Sur 2 TV).

 

Lazos de humo.  María Iglesias.  Ediciones Temas de Hoy, Madrid 2011.  Novela.  640 páginas.  22,50 €

 

«¿Quién puede imaginar como será el siglo XX? Nadie. Pero una cosa sí puedo asegurarte, será el siglo, no de los ricos, no de los fuertes, sino el de los preparados e inteligentes.»

 

Nacido en 1871, Germán Díaz, hijo de unos humildes vaqueros cántabros, crece entre las labores propias del campo y los relatos fantásticos de su madre, miembro de una estirpe indomable iniciada por un misterioso náufrago. Pero cuando, siendo aún niño, se ve obligado a emigrar e instalarse en una sucia carbonería gaditana, decide que la vida nada tiene que ver con las románticas expectativas de su madre y a punto está de enterrar sus sueños.

Providencialmente, un joven periodista se cruzará en su camino y, alimentándolo con grandes novelas y altos ideales, lo convencerá de que con su talento innato y la formación necesaria puede llegar a ser lo que desee. Años más tarde, convertido ya en abogado y dispuesto a abanderar aquellas causas comprometidas cuya defensa dan sentido a la palabra «justicia», entiende que su círculo profesional y la clase social dominante le harán pagar por su atrevimiento un alto precio de consecuencias inimaginables.

 

Estamos ante un acertado fresco sobre la epopeya de los españoles que emigraban para encontrar el sustento de sus familias en lugares remotos.  Una crónica apasionante sobre la sociedad que vivió el revolucionario cambio de una época. Lazos de humo retrata con fidelidad el ambiente, las costumbres y las transformaciones más importantes que vivió España a finales del siglo XIX: los cambios económicos y la convulsión política, la pérdida de las colonias, el cambio cultural. Un relato íntimo sobre los miedos de un hombre cargado de sueños, pero enfrentado a una realidad árida y estéril.

 

Entrevista:

 

P.- ¿Cuáles fueron las razones que te impulsaron a escribir este libro?

Yo tenía un vínculo familiar con el hombre que inspira al protagonista. Conocía retazos de su vida que me rondaban quizás desde mi adolescencia. Por otro lado, siempre me ha gustado mucho escribir, algo que fui encauzando al estudiar periodismo. A medida que me fui convenciendo de aquello, descubrí que reconstruir esos retazos de vida del personaje, se ajustaban muy bien a lo que yo quería contar. Creo, que como dice Vargas Llosa, el tema me eligió a mí. A partir de ahí me fui obsesionando con el tema. Al principio, me daba un poco de pudor que siendo periodista y no historiadora, se me plantease una historia que venía del siglo XIX y que resultaba bastante ambiciosa. Pero finalmente decidí perder ese miedo y lanzarme a la escritura. Siempre pensé que una novela, aunque esté en tu cabeza, no es tal hasta que no se publica. Fue la maternidad la que me planteó el dilema: o lo escribo ahora, o luego voy a achacar no haberlo hecho a haber sido madre. Así que me empeñé y bueno pues aquí está. Mi hija fue la chispa que me empujó.

 

P.- ¿Qué te atrajo tanto de ese momento histórico para basar en él tu primera novela?

Es algo que venía dado por la historia de ese personaje, y hasta cierto punto era un handicap. No era una experta en el siglo XIX, incluso la formación que nos dan en el bachillerato o la carrera sobre esos momentos no es la suficiente. Es una época eclipsada por el empuje de los acontecimientos del siglo XX. Indagar, descubrir y conectar con ese siglo ha sido uno de los grandes alicientes. Tuve que trabajar una cronología tanto histórica como literaria. La comunicación, los transportes y los viajes son algunos de los campos que más se van modernizando y que posibilitan el movimiento de las ideas.

 

María Iglesias. Foto © Santi Burgos.

P.- Ya me has confirmado el gran trabajo de documentación que has necesitado para perfilar la época en tu novela.  Pero aún así, hay cosas como el trabajo de los carboneros que alguien te ha tenido que contar, ¿no?

De la vida rural del norte, de la montaña, sí que puedo hablar de haberla conocido incluso de manera diferente a como es ahora: calles sin asfaltar (auténticos lodazales), sin luz eléctrica o agua corriente… Esa evolución sí que le he vivido. Pero de la vida de los carboneros es precisamente de la que menos sabía. Y sin embargo esa parte es fundamental porque forma parte de los retazos reales del personaje. Me costó mucho ponerla en pie porque hay poca documentación sobre la producción de carbón natural. Aún así la ficción tiene que ser verosímil y emocionante. Y en ese caso me basé en el trabajo impagable de un instituto de Doñana que había hecho una revisión exhaustiva de cómo trabajaban los antiguos carboneros en Andalucía. Actividad miserable y durísima en aquella época y de la que no es extraño que el protagonista quisiese huir.

 

P.- ¿Es tu novela una historia más de personajes o de reflejo histórico de una época?

Es una historia más de personajes, y muy coral aunque tenga un protagonista clarísimo. En cuanto inicias la lectura van surgiendo nuevos personajes muy estimulantes que te atrapan en la lectura. Independientemente de la extensión que tengan, he procurado dar a cada personaje ese valor que lo pueda hacer atractivo (para bien o para mal) para el lector. No es una novela de tesis, pero considero que sí se abordan los temas que para mí son fundamentales en la vida: la igualdad, la libertad en contra del servilismo o la corresponsabilidad, el deseo, el amor, la pareja, la muerte, la literatura, la justicia… Ideas que se van mostrando en esta historia plagada de personajes.

 

P.- Germán Díaz es uno de esos personajes que marcan al lector. Has conseguido hacer un retrato realmente convincente y atractivo del personaje.

Germán no es perfecto, pero sí es un personaje muy completo, con sus luces y con sus sombras. Ni siquiera yo como autora podría defenderlo en todos los momentos de su vida, pero eso me lo hace atractivo, y me apetece más todavía conocer su lado humano. ¿Hasta qué punto yo lo he conocido? En vida, poco, pero datos de él he tenido muchos que han sido los que en el fondo me han permitido dibujar su perfil.

La imagen inicial de la novela (cuando la expropiación) forma parte de la herencia emocional de mi familia. Esas gentes se quedaron sin futuro, fue algo brutal. Es interesante ver como una persona luchadora que pudo definir su destino, en un momento dado, se le va la vida de las manos. Entonces esto se convierte en un dilema compartible. El autor debe ser autentico no porque los datos sean comprobables sino porque aborde lo que le obsesiona o preocupa de la vida. Y quizás Germán resulta muy creíble porque tiene mucho de mí misma.

 

P.- También están las mujeres como ejes vitales y con carácter que marcan la historia del protagonista.

Él es muy torpe en lo afectivo. Es uno de sus puntos débiles, quizás algo explicable porque muy pronto deja a su madre atrás. Mientras que en lo racional, tiene mucho tesón y va labrándose un camino, en paralelo, Germán no es muy hábil socialmente. Las mujeres le acobardan, no sabe como llevar las riendas y estar a la altura, de igual a igual. Se protege en el modelo tradicional de relación que le resulta lo más cómodo.

Me ha resultado muy gratificante crear los personajes de las mujeres. No es que me hayan resultado más fáciles, pero sí más contemporáneas y cercanas. Y he querido reivindicar su papel en la sociedad, incluso el mundo propio de esas mujeres tan interesantes del medio rural, aquellas que transmitían el universo de la fantasía, la literatura oral, las madres que transferían la confianza en uno mismo, la afectividad. Todo eso es muy enriquecedor y complementario.

 

María Iglesias. Foto © Santi Burgos.

P.- Historia de superación de las que disfrutamos los lectores al intentar vernos reflejados.

Por una parte hablo del deseo humano e individual de no conformarse con las cartas que te vienen dadas, y de querer escribir tu destino. En ese sentido, Lazos de humo es un homenaje a esa épica humana, al libro de viajeros que buscan su propio rumbo, tipo Homero, algo quizás hoy en día muy contemporáneo, muy actual. Pero por otro lado, también hay una crítica hacia nuestra naturaleza individual y sobre todo colectiva: seguimos siendo muy refractarios a la gente con personalidad propia, con principios. Eso de hacerles pagar un precio, es una decisión humana muy cruel. Somos así, ¿por qué?… Es como decir: si yo no me atrevo a hacer algo, el que se atreva, que lo pague… Eso es algo que me espanta de nosotros mismos, y no lo afrontamos a cara descubierta.

 

P.- ¿Eres consciente que tu libro reúne todos los requisitos del buen best-seller? Es más, ya va por la segunda edición.

Para nada, ojalá que lo sea. No tengo nada del rollo ese de culpabilidad asociada al éxito. Ojalá lo lea mucha gente. Cuando escribes un libro, al menos en mi caso, no piensas en quien lo va a leer. Si pensaras eso, no lo escribirías. Lo que realmente me da vida, es que el libro salga y otros lo lean. Y que finalmente te cuenten lo que van viendo y sus impresiones, eso es lo máximo.

Quizás lo que me molesta de la atribución de best-seller es que cierta gente lo asocie a un producto industrial sin alma. Cuando una crítica marca “es lo que gusta”, no te queda más que aceptarlo, pero la realidad es que al empezar a escribir una misma no puede hacer cálculos de ningún tipo, solo escribir.

 

P.- ¿Cómo llega María Iglesias a una editorial como Temas de Hoy y a una agencia como Dos Passos?

Para eso me ha ayudado mucho el periodismo en que trabajo. Yo no decía a nadie que estaba escribiendo porque me daba verdadero pudor. Para mí, independientemente de lo que opinen otros escritores, escribir es un oficio que implica publicar. De mi faceta de periodista en Noche sin tregua, conocía algunos agentes que habían pasado por allí acompañando a sus autores.  Así que cuando terminé mi libro, se lo mostré a Palmira de Dos Passos y le pedí que sin ningún compromiso, la leyera para ver si le interesaba.  Y hasta ahora.  Lo mismo que te digo que el proceso de creación me ha sido muy trabajoso, en el caso de la edición no puedo decirte que he llamado a muchas editoriales (etc) porque te mentiría. Creo que es totalmente legítimo que después de un intensivo trabajo de cuatro años, yo intente publicar con la mayor difusión posible.  Y si eso me lo da una editorial como Temas de Hoy en Madrid pues mejor.

 

P.- ¿Qué influencias han sido las más importantes en tu escritura?

Hay escritores de los que me siento eterna deudora y a cuyos textos siempre vuelvo: Vargas Llosa, Woolf, Zweig, Flaubert, Sthendal, Dickens, Auster, Muñoz Molina, Mann, Clarín… Y algunos más, solo hay que ir a la página de agradecimientos en mi libro para descubrirlos.  Me gusta la literatura con fondo, con chicha, que me diga algo.

 

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