Los fantasmas de la familia Shelley visitan Nueva York
Por Rebeca García Nieto
Los practicantes del fetichismo literario que estén en NY en los próximos meses están de enhorabuena: la New York Public Library ha organizado una exposición que promete hacer las delicias de los aficionados a las reliquias de los santos de la literatura. La muestra, dedicada a Shelley y su embrollada familia, lleva por título Shelley´s ghost: the afterlife of a poet, y estará abierta al público a partir del 24 de febrero.
El inventario de restos exhibidos consta, entre otros, de los siguientes objetos: una selección de fragmentos del manuscrito original de Frankenstein, el diario de Godwin (padre de Mary Shelley y, por tanto, suegro del poeta), el Cuaderno Esdaile (que contiene algunas obras de juventud de Percy B. Shelley), una copia de Queen mab (uno de sus poemas más famosos), una carta de Lord Byron, un collar adornado con mechones del pelo del poeta y su señora, y dos artículos que todavía hoy, casi dos siglos después, siguen dando que hablar a los académicos: el anillo de compromiso de la primera mujer del poeta, Harriet Westbrook, que llevaba puesto cuando murió, y su (presunta) carta de suicidio.
En este punto cabe recordar algunas de las jugadas más interesantes de aquella telenovela protagonizada por Percy y Mary Shelley. Cuentan que el poeta, infeliz en su matrimonio, visitaba con asiduidad la librería de William Godwin, pensador inglés de ideología afín a Shelley. En una de esas visitas conoció a Mary, la hija del filósofo, que por aquella época debía de tener dieciséis años, y se enamoró de ella. Percy decidió fugarse con Mary (y con la hermanastra de ésta), abandonando a la desdichada Harriet y a sus dos hijos. Tras un viaje por Europa, Percy y Mary volvieron a Londres, donde empezaron a vivir juntos. Dos años después, Harriet, que al parecer esperaba otro hijo, se arrojó al río Serpentine. No habían pasado dos semanas desde que se encontró su cadáver, cuando Percy y Mary se casaron. Al parecer, los Shelley querían la custodia de los hijos surgidos del primer matrimonio del poeta, pero éstos, finalmente, fueron dados en adopción.
Pero la cosa no quedó ahí… Algunos simpatizantes de la primera mujer del poeta, como su biógrafa o el mismísimo Mark Twain, sacaron a la luz algunas pruebas de la campaña de acoso y derribo que sufrió Harriet. Para acallar las críticas surgidas tras la precipitada boda, Mary y su padre, William Godwin, no dudaron en mancillar la reputación de la muerta. Presuntamente, llegaron a falsificar cartas para difundir el rumor de que Harriet había ejercido la prostitución. Sin duda, la exposición que se presenta en la Public Library sería mucho más completa si estos documentos falsificados formasen parte de ella, pero, por desgracia, nunca conoceremos la verdad de esta historia, entre otras cosas, porque se cree que Mary Shelley y su familia destruyeron la mayor parte de las pruebas.
Mención aparte merece el supuesto suicidio de Harriet. Sobre éste se han barajado múltiples hipótesis (descabelladas en su mayoría, pero que han tenido entretenidos durante siglos a muchos scholars, fans de la novela negra o, simplemente, aficionados a la prensa rosa). Se ha dicho que el hijo que esperaba Harriet cuando murió era de Shelley; que el cadáver encontrado no era de Harriet; que no fue un suicidio, sino un asesinato, y que el asesino fue probablemente Mr. Godwin… La carta de suicidio también ha dado mucho juego: algunos críticos dudan de su autenticidad, ya que fue encontrada décadas más tarde entre los papeles de Godwin y, al parecer, la letra no coincide con la de Harriet. Fuese como fuese, todos los ingredientes de este entuerto literario estarán de nuevo juntos en la misma sala.
Hay, sin embargo, un aspecto de esta historia que puede quedar resuelto con los materiales que la New York Public Library pone a nuestra disposición. Aunque parezca increíble, la autoría de Frankenstein sigue generando controversia entre los críticos. La versión oficial dice que Mary Shelley empezó a escribir Frankenstein en 1816, durante su estancia en la villa de Lord Byron en Suiza; sin embargo, algunos críticos lo cuestionan. John Lauritsen, en su ensayo El hombre que escribió Frankenstein, argumenta que Mary Shelley no pudo ser la autora del libro, ya que su prosa era de pésima calidad. Para Lauritsen, el autor de Frankenstein sólo pudo ser un hombre, más concretamente Percy B. Shelley… Los organizadores de la exposición aseguran que, hasta ahora, nadie en Estados Unidos ha podido comprobar con sus propios ojos qué partes fueron escritas por Mary y qué partes fueron escritas por su marido. Un experto de la Universidad de Delaware, Charles E. Robinson, ha extraído cuidadosamente las correcciones que hizo el poeta del único manuscrito original que se conserva, aislándolos del resto del texto. Ambos textos (con y sin las anotaciones de Percy) se exhibirán en esta muestra, lo que permitirá leer la historia escrita de puño y letra de Mary. Los que ya lo han visto afirman que el ritmo de la novela de Mary es mucho más rápido y que su estilo es más moderno y coloquial que el de su marido. Esta exposición aportará, por tanto, nuevos matices a la lectura de Frankenstein, así como nuevos datos sobre su proceso de creación. Si pueden, pásense por la exposición, a ser posible con una lupa, y extraigan sus propias conclusiones.
Shelley’s Ghost: The Afterlife of a Poet
New York Public Library, Stephen A. Schwarzman Building. Fifth Avenue at 42nd Street New York, NY
Friday, February 24 through Sunday, June 24, 2012
Pues «El último hombre» es un plomo total, eso sí, muy bien escrito.